Cómo los alimentos regenerativos y la agricultura regenerativa pueden revertir la pobreza rural y migración forzada en las Américas

 

Por: Ronnie Cummins | Publicado:05 de noviembre  2017

Elecciones recientes alrededor del mundo ha mostrado claramente un creciente apoyo público para candidatos y partidos políticos que abogan por la deportación de migrantes y restricciones más estrictas en la inmigración, incluyendo pararla completamente. Al mismo tiempo, la oposición, desafío y resistencia a las deportaciones y restricciones migratorias se han vuelto más amplias, visibles y vocales.

En los E.U.A., Donald Trump ha consolidado una base de apoyo masiva entre racistas blancos y conservadores al vilificar repetidamente a los 10 millones de migrantes indocumentados de México y Centroamérica en la nación como “criminales y violadores”. Trump ha prometido construir un muro junto a la frontera mexicana y deportar a todos los “ilegales” incluyendo 800,000 “soñadores” – migrantes latinoamericanos que llegaron a los E.U.A. de pequeños y no tienen papeles de ciudadanía.

Trump y los que proponen la deportación masiva fallan en reconocer que la política exterior – específicamente la fallida guerra contra las drogas; el apoyo sostenido a regímenes corruptos, policía, y fuerzas militares en México y Centroamérica; y los llamados Acuerdos Libres de Comercio (TLCAN y CAFTA) – han traído sobre el empobrecimiento sistemático de pequeños agricultores y habitantes rurales al Sur de la Frontera, inflamando la violencia de pandillas y carteles de droga, forzando a millones a cruzar a los E.U.A. ilegalmente.

Mientras tanto, aquellos migrantes que trabajan y se esfuerzan pero no tienen la ciudadanía o papeles de trabajo en los E.U.A. pagan miles de millones de dólares en impuestos, fortalecen comunidades migrantes y de bajos recursos, mandan millones de dólares en remesas a sus familias y comunidades de origen cada año. Generalmente trabajan varios empleos, dándole un mayor impulso a la economía estadounidense, especialmente en los sectores agrícolas, procesamiento de alimentos, restaurantero, salud y construcción, donde el trabajo es duro y la paga es baja.

En la reciente Cumbre de Migrantes en Quetzaltenango (Xela), Guatemala del  20 al 21 de octubre, emergió una nueva y prometedora solución a la “crisis de migración”: la creación de proyectos de desarrollo económico locales comunitarios basados en prácticas de alimentos, agricultura y usos de tierra.

Los alimentos y la agricultura regenerativa son el nuevo estándar de oro para la agricultura amigable con el clima y ambiente y uso de tierra alrededor del mundo. Un creciente número de líderes alimenticios y agrícolas han descrito la agricultura regenerativa como la “siguiente fase” de la comida y agricultura orgánica.

Las prácticas regenerativas son esencialmente métodos de producción orgánicos y de permacultura mejorados que excluyen pesticidas, semillas OGM y técnicas industriales. Las prácticas regenerativas se centran en mejorar la salud del suelo, retención de agua y conservación de agua de lluvia, y en usar la rotación de cultivos, agro-reforestación y pastoreo rotacional planeado – con la intención de reabsorber el exceso de carbono de la atmósfera.

Un creciente número de granjas y ranchos regenerativos en todo el mundo están demostrando cómo los agricultores y pastores pueden restaurar la salud del suelo, mejorar la nutrición del suelo y aumentar las cosechas, y al mismo tiempo fortalecer los sistemas locales de alimentos y prácticas tradicionales (como guardar las semillas y cría de animales a pequeña escala), empoderando a mujeres y jóvenes, y restaurando o mejorando la seguridad alimentaria comunal.

Participantes en la Cumbre de Migrantes en Guatemala discutieron cómo un programa de becas o préstamos impulsado comunitariamente a través de fronteras de “tres por uno”,  apoyado por migrantes, deportados, ciudadanos y municipalidades locales podrían potencialmente proveer los recursos para una transformación grande de las prácticas de alimentos, agricultura y uso de tierra de la región.

Líderes de la recién formada alianza, Regeneración Guatemala, explicaron que la restauración del carbono en el suelo y fertilidad, conservación de agua, captura de agua de lluvia y la utilización de prácticas de producción de grano orgánico y “más que orgánico”, agro-reforestación y ganadería regenerativa (especialmente de pollos), podrían hacer de Guatemala un líder agrícola en la región. Al regenerar el sistema agrícola de Guatemala, el país podría eventualmente proveer a sus 16 millones de habitantes con alimentos accesibles, de alta calidad y densos en nutrientes, y también podría dar empleo y un desarrollo económico bastante necesitado en la zona rural y áreas urbanas adyacentes, donde la pobreza y crimen son los mayores impulsores de la migración forzada.

Guatemala es una nación predominantemente rural, indígena y agrícola, similar a otras naciones en África, Asia y el Medio Oriente, donde la migración forzada se ha convertido en un peligro crítico. Un 67 por ciento de los ciudadanos de Guatemala, así como la mayoría de los más de dos millones de migrantes guatemaltecos en los E.U.A. (75 por ciento de los cuales potencialmente serán sujetos a deportación por la administración de Trump) vienen de comunidades rurales donde la pobreza, desnutrición y degradación ambiental son la norma. Una situación similar en la región ha llevado a millones de mexicanos, salvadoreños y hondureños durante las últimas décadas al exilio forzado en los E.U.A. y Canadá.

Como los participantes señalaron en la cumbre Xela una y otra vez, muchos de sus compatriotas en exilio forzado en El Norte serían felices de regresar con sus familias y comunidades de origen, si sólo hubiera trabajos y estabilidad social.

Los más de 1,500 delegados reunidos en Quetzaltenango aplaudieron entusiastamente cuando ponentes señalaron que la llamada Revolución Verde de Guatemala, la cual incluye el uso intensivo de pesticidas tóxicos, fertilizantes químicos, producción de monocultivo, OGMs y el modelo de agro-exportación, ha tenido un efecto desastroso en sus comunidades de origen y naciones. La reacción fue la misma cuando ponentes hablaron del modelo de comida chatarra/rápida, representada por Coca-Cola, McDonald’s, KFC y Burger King, y los llamados Acuerdos de Libre Comercio, incluyendo al Tratado de Libre Comercio de América del Norte y a los Tratados de Libre Comercio de Centroamérica.

Asistentes a la conferencia, representando una sección representativa de comunidades indígenas, pequeños agricultores, cooperativas agrícolas, estudiantes, activistas de iglesia, defensores de derechos de migrantes, y “retornados” (migrantes que han regresado o han sido deportados de los E.U.A.), entusiastamente han respaldado la idea de usar prácticas agrícolas tradicionales y regenerativas para restaurar la seguridad alimentaria, salud pública, estabilidad climática y prosperidad rural en las zonas empobrecidas de México y Centroamérica donde la migración forzada se ha vuelto la norma.

De origen guatemalteco, Reginaldo Haslett-Marroquin del proyecto con base en Minnesota Main Street Project y Regeneration International dice, al desarrollar sistemas agrícolas regenerativos piloto, como las Granjas Regenerativas a través de E.U.A. y México “puede traer una revolución de ideas y un flujo de capital” en comunidades rurales empobrecidas donde las prácticas agrícolas de la supuesta Revolución Verde con uso intensivo químico – y energía – han fallado. (Periódico La Hora 21 de octubre del 2017).

Más allá de la discusión del muro de Trump, las deportaciones masivas y la discriminación racista enfrentada por millones de Latinos en los E.U.A., los asistentes a la Cumbre de Migrantes respondieron con entusiasmo a la idea de que las comunidades “aquí y allá” se pueden unir y juntar el “dinero semilla” para un nuevo sistema sano, amigable con el clima y económicamente viable de alimentos y agricultura.

Aprendí en la Cumbre que los migrantes guatemaltecos en los E.U.A. ya habían enviado de regreso casi $7 mil millones al año en transferencias de dinero a sus familias y comunidades de origen – el doble de la cantidad de dinero que los exportadores agrícolas reciben por todas sus exportaciones de productos como el café y plátanos. Migrantes salvadoreños enviaron de regreso una cantidad similar, mientras que los migrantes mexicanos enviarán más de $70 billones de dólares a sus comunidades de origen este año. Canalizar un porcentaje estratégico de estas remesas en proyectos agrícolas regenerativos comunitarios, junto con presionar a gobiernos locales y federales a igualar estas “remesas” migrantes, podría no sólo restaurar la esperanza y vitalidad a estas comunidades rurales, sino también reducir dramáticamente el número de migrantes forzados. Hasta los fanáticos de la deportación masiva de Donald Trump podrían tener problemas en rechazar este tipo de financiamiento de “arranque” cruza-fronteras para el desarrollo económico local.

Como expliqué a los asistentes de la conferencia durante la sesión de plenaria final, la agricultura regenerativa no es una invención nueva de agricultores orgánicos y ganaderos en el Norte global. Es la adaptación de prácticas agrícolas antiguas, como el sistema tradicional maya de agro-reforestación, multi-cultivo “milpa” (maíz, frijoles, calabacita y otros vegetales), composta natural y manejo holístico de gallinas y ganado.

Una forma de lo que ahora es llamado agricultura regenerativa, o agricultura regenerativa orgánica, fue practicada desde hace miles de años por la gente maya e indígena a través de América. Los mayas sobrevivieron y prosperaron en armonía con la Tierra – sin pesticidas, fertilizantes químicos, OGMs, o confinamiento animal concentrado. Se alimentaban a sí mismos mientras que también mantenían un ciclo de carbono adecuado (un balance entre CO2 en la atmósfera y carbono en el suelo y bosques) y un ambiente sano biológicamente y diverso.

Nuestra misión hoy como “regeneradores” a través de América y el mundo es recapturar, reestablecer y escalar a gran nivel estas prácticas tradicionales. Debemos modificarlas para que coincidan las condiciones ecológicas y de mercado específicas en nuestras áreas locales y regiones. De esta manera podemos regenerar al suelo, mejorar las cosechas dramáticamente y calidad de la comida, restaurar la salud pública, eliminar las presiones que causan la migración forzada, y por último pero no menos importante, reducir y reabsorber suficiente exceso de carbono de la atmósfera a través de fotosíntesis mejorada de plantas y reforestación para revertir el calentamiento global y disrupción climática.

Más allá del sueño aún utópico de fronteras abiertas, guatemaltecos y comunidades indígenas han comenzado a discutir en términos prácticos lo que podemos hacer ahora para mitigar y eventualmente parar la migración forzada. Se lo debemos a ellos y a nosotros mismos cambiar la discusión en la “crisis de inmigración” de muros y deportación a una de solidaridad a través de las fronteras y regeneración.

 
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