Un Gran Día: Salvando al Mundo de un Cambio Climático Catastrófico

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Autor: Courtney White
Traducción por: Equipo Regeneration International

“El primero de diciembre de 2015, será uno de los días más importantes en la historia humana. Será recordado como el punto de inflexión en el que el mundo se salvó de un cambio climático catastrófico.” André Leu, Presidente IFOAM (Organics International)

Uno de los eventos más significativos en la Cumbre Climática Mundial de las Naciones Unidas en París pasó en gran medida desapercibido.

Conocemos los titulares: En los esfuerzos para reducir el potencial peligro causado por el cambio climático, representantes de 197 naciones concluyeron un maratón de dos semanas de negociaciones al firmar un acuerdo que compromete a los gobiernos a una reducción de gases de efecto invernadero comenzando en 2020.

Esto fue sin lugar a dudas una gran noticia. Luego de 20 años de intentos fallidos de crear un consenso internacional de acción climática, el más memorable en Copenhague en 2009, el mundo tenía que poner manos a la obra. Así lo hizo, con un buen merecido aplauso, el 12 de diciembre de 2015.

¿Pero entonces qué  fue lo que pasó el primero de Diciembre? Ese es el día en que el gobierno francés lanzó la Iniciativa 4 por 1000: Tierras por el Clima y la Seguridad Alimentaria, un plan para combatir el cambio climático con el carbono del suelo. La meta de la iniciativa es la siguiente: incrementar las reservas de carbono en el suelo a nivel global en un 0.4 por ciento anual bajando dióxido de carbono de la atmósfera (CO2) por medio del aumento de fotosíntesis en el uso de suelo y la agricultura regenerativa.

A primera vista eso no suena a mucho carbono, (se captura anualmente hasta 10 billones de toneladas de carbono en los suelos del planeta), pero los científicos franceses dicen que es suficiente para frenar los aumentos anuales en CO2 a nivel global causados por los humanos.

¡Ahora si, este es un titular para primera plana! ¿Cómo va a tener éxito la iniciativa? La clave es la  agricultura regenerativa. Francia, por ejemplo, pretende alcanzar su meta de 4/1000 usando prácticas agro- ecológicas en 50 por ciento de sus granjas en el 2020.

Las prácticas agro- ecológicas restauran suelos dañados y producen biológicamente suelos sanos por el uso de cultivos de cobertura, plantas perenes, agricultura de no labranza, y pastoreo rotativo que copia lo que ocurre en la naturaleza.  Si se manejan bien, estas prácticas basadas en la naturaleza no sólo incrementan las reservas de carbono en la tierra, también pueden reducir dramáticamente la cantidad de gases de efecto invernadero que se producen por el uso de combustibles fósiles en la agricultura industrial, uno de los contaminantes más grandes en el mundo.

Las prácticas de agro- ecología también aumentan la resistencia al cambio climático.  En el artículo de opinión publicado días después del aviso francés en París, Michael Pollan y Deborah Barker escribieron:

La agricultura regenerativa también aumentaría la fertilidad del suelo, haciéndolo más productivo y aumentando su capacidad para absorber y retener agua,  una función crítica especialmente en tiempos de inundaciones relacionadas al clima y las sequías. Los campos ricos en carbono requieren menos fertilizantes de nitrógenos sintéticos y generan más cultivos productivos, cortando gastos de producción.

Son declaraciones osadas, pero como ya veremos,  realistas. Pero aquí está la mejor noticia: La agricultura Regenerativa  es una solución simple y ya probada para combatir el cambio climático.

Las prácticas agro-ecológicas son prácticas, provechosas y han sido puestas a prueba por agricultores y rancheros en todo el mundo por décadas. Esta es una de las razones por la cual más de 100 naciones, organizaciones sin fines de lucro  internacionales y organizaciones de productores firmaron la iniciativa 4 por 1000- y la razón por la cual muchos más la han firmando desde entonces.

Después de años de negligencia, el carbono del suelo ahora es vista como la clave para combatir el cambio climático. “Se ha vuelto una iniciativa global,” afirma el Ministro de Agricultura francés

Stéphane Le Foll. “Tenemos que movilizar a más inversionistas en una transición para lograr tanto la seguridad alimenticia como la mitigación climática gracias a la agricultura.”

“El tiempo de hablar se acabó”, dice André Leu, presidente de IFOAM. “Ahora es el tiempo de hacer. La tecnología está al alcance de todas las personas. Está en nuestras manos movilizarnos a tiempo. Empecemos a trabajar para hacer esto y darle a nuestro mundo un mejor futuro.”

Pagando para la regeneración

Un paso crítico será crear una economía de carbono viable en la cual agricultores y rancheros regenerativos puedan recibir dinero por crear carbono en el suelo. Este ha sido un reto difícil hasta ahora, pero gracias al acuerdo de París, 197 naciones ahora tienen un gran incentivo para disminuir sus emisiones y para cumplir con las metas oficiales.

La agricultura regenerativa los puede ayudar a alcanzar esa meta. Desde la perspectiva de las emisiones de carbono, compensando las emisiones de dióxido de carbono con aumentos verificables de carbono en el suelo, validado ahora por la Iniciativa 4/1000 del gobiernos francés, seguramente estimulará a otras naciones a crear mecanismos basados en el mercado que a su vez incentivarán a los agricultores y rancheros para adoptar prácticas regenerativas.

Desde la perspectiva de la sociedad, esta es una maravillosa noticia, crear mercados de carbono no es una idea nueva. En los últimos 20 años, se han hecho una variedad de esfuerzos para estimular un crédito de carbono voluntario con sistema de trueque, incluyendo programas en Europa, Australia, Nueva Inglaterra, California y Vancouver, British Columbia, cada uno con diferentes grados de éxito.  En Nuevo México, en dónde yo vivo, la legislatura del estado consideró un proyecto de ley en 2015 que hubiera creado un encuadre de norma para crear un sistema de crédito de carbono – el primero de su tipo en el estado.

Nuevo México intentó establecer un crédito de carbono como derecho de contrato y crear un consejo de cinco miembros para revisar y otorgar los créditos como compensación para emisores de carbono.  El consejo identificó específicamente el quitar los gases de efecto invernadero de la atmósfera y acumularlos en plantas, suelos y formaciones geológicas como una manera legítima en la cuál un crédito puede ser creado  ( un crédito de carbono fue equiparado a una tonelada métrica de CO2 o su equivalente).

Desafortunadamente, el proyecto no se convirtió en ley. Si bien no es el único modelo que trata maneras de cobrar por regenerar el suelo, este proyecto de ley representa un paso importante para incentivar una respuesta del mercado ante el cambio climático.

Existen preocupaciones serias sobre las fallas que existen en los mercados de compensaciones de carbono (también conocidos como comercio de derechos de emisión). Estas preocupaciones son particularmente importantes para la agricultura orgánica, regenerativa y a escala familiar, que fácilmente podría ser desplazada por los productores industriales.

La realidad es que lo que hace falta es muy claro: se necesitan leyes estatales y federales que hagan que los que contaminan paguen, que creen fondos monetarios controlados públicamente, y necesitamos que se pague a los agricultores y rancheros regenerativos por crear reservas de carbono en el suelo.

 La ciencia está de nuestro lado

Los mercados y sus reguladores requerirán de cifras claras, estadísticas y números- creíbles y verificados- para trabajar eficazmente. Esto es un reto, porque entender el carbono en el suelo involucra química, biología, ecología, hidrología y agronomía – lo que significa que la ciencia se puede fácilmente volver compleja, para investigadores y para amateurs.

Afortunadamente ha ocurrido una verdadera explosión en la ciencia de carbono de suelo recientemente, creando un encuadre más claro de los potenciales del carbono.

Un investigador cuyo trabajo ha ofrecido información emocionante para la agricultura regenerativa es el Dr. David Johnson, un biólogo molecular de la Universidad Estatal de Nuevo México. Johnson cree que “entender a la biología” es crítico para crear incrementos significativos de las reservas de carbono en el suelo.

Es esencialmente un proceso de dos pasos, de acuerdo a Johnson: (1) regresar vida a los suelos que han sido despojados de su fertilidad biológica por la agricultura industrial; y (2) utilizar prácticas que produzcan un cambio en el suelo de ser dominado por las bacterias a ser dominado por comunidades de hongos. Lo segundo es importante porque los hongos son los “intermediarios del carbono” entre las raíces de las plantas y los microbios del suelo. Este proceso también involucra la estructura del suelo la cual mejora su habilidad para resistir a la erosión – igualmente crucial para el almacenamiento de carbono a largo plazo.

Claramente, toda esta reconstrucción del suelo puede destruirse con el arado, que expone a los microbios a los efectos destructivos del calor y la luz. Es por eso que no rotar completamente la tierra es un componente clave de la agricultura regenerativa.

Las investigaciones de Johnson también demuestran que “entender a la biología” reduce la cantidad de carbono que se “eructa” de regreso a la  atmósfera (como CO2) por los microbios como producto de desecho. Esto es importante porque la viabilidad de retención de carbono a largo plazo en el suelo – y por lo tanto la cantidad de pagos monetarios a agricultores y rancheros de los mercados – depende de que haya más flujo de carbono que entra al suelo de lo que sale hacia fuera.

No sólo es dinero. Más carbono mejora la productividad de las plantas, mejora la infiltración de agua y la capacidad del suelo para retenerla, reduce el uso de aditivos sintéticos, y promueve un ambiente sano para la polinización y otros insectos benéficos.

En este contexto todos ganamos. Johnson nota que la naturaleza es tres a cuatro veces más productiva que cualquier sistema agrícola inventado por los humanos.  La naturaleza logra esa productividad sin pesticidas, modificaciones sintéticas, irrigación o monocultivos.

“Debiéramos preguntarnos qué es lo que estamos haciendo mal” dijo Johnson en una entrevista. “La naturaleza ha tenido a lo largo de la historia la capacidad de incrementar el carbono en el suelo. Nuestra tarea es averiguar cómo se hizo y replicarlo en nuestras prácticas agrícolas actuales.”

Una fertilidad de suelo mejorada, mejores alimentos, mejor y más eficiente uso del agua,  reducir la contaminación, menos necesidad de energía, mejor salud en los animales, incremento en la biodiversidad, y mantener al calentamiento global en jaque. Lograr todo esto es posible si aplicamos anualmente el plan de  4 por 1000.

Para más información vea:   

El Potencial de Secuestro de Carbono en Tierras Agrícolas, por Daniel Kane, Coalición Nacional de Sustentabilidad

Restauración de Carbono en el Suelo: ¿Puede la Biología Hacer el Trabajo? , por Jack Kittredge, Asociación de Agricultura Orgánica del Noreste

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Courtney White, co-fundador y ex director ejecutivo de la coalición Quivira, es autor de múltiples ensayos y libros, incluyendo “Pasto, Suelo, Esperanza: Un viaje por el País del Carbono” y “La Època de las Consecuencias.”

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