Semillas de cambio en tiempos de crisis

Por Claudia Flisfisch Cortés

En el contexto de la pandemia de COVID-19, muchas organizaciones de Estados Unidos y Latinoamérica que trabajan en la conservación, producción y comercialización de semillas han percibido importantes cambios en la demanda de semillas criollas y nativas. Esta situación está originando diferentes reacciones y desafíos.

Motivados por conocer más acerca de este fenómeno, Valeria García López, investigadora en agroecología en Colombia y México y David Greenwood-Sánchez, politólogo especializado en el trasfondo político de la regulación de los transgénicos en Latinoamérica, iniciaron un pequeño proceso de investigación.  Ambos son investigadores autónomos y durante los últimos años han acompañado diferentes procesos organizativos en defensa de las semillas en Latinoamérica y Estados Unidos de América.  Ambos creen que este fenómeno, en el contexto de la actual crisis económica, alimentaria y sanitaria, entrega muchas luces respecto a los desafíos que enfrentan los sistemas locales de semillas en un contexto post pandemia.

Para conocer más de su trabajo, su amor por las semillas y la diversidad biocultural, así como las motivaciones para hacer esta investigación, nos reunimos a conversar con ellos.

Una historia de amor hacia las Semillas y la Diversidad Biocultural

David es originario de Minnesota y de madre peruana. Hizo un bachillerato en economía y luego una maestría en políticas públicas. Durante sus estudios tenía que hacer una pasantía y decidió hacerla en Perú, buscando sus raíces.  Investigando, descubrió que Cusco se había declarado una región libre de transgénicos, gracias a un impulso hecho por los productores de papa y que en Perú se había hecho una moratoria contra los transgénicos. Curioso por saber más, se puso a investigar y terminó haciendo la pasantía en el Parque de la Papa, una asociación de 5 comunidades indígenas que maneja más de 1000 variedades de papa, donde además se realiza una importante labor en temas relacionados con la biodiversidad, propiedad intelectual y registros bioculturales.  Ahí descubre la agrobiodiversidad y su vínculo con la cultura, las tradiciones, y cómo a través de su cultura y su vida cotidiana las personas promueven esta gran agrobiodiversidad.  Luego decidió iniciar un doctorado en políticas públicas en la Universidad de Wisconsin, Madison.  Su investigación ha sido sobre la construcción de los sistemas que regulan los transgénicos en América Latina, usando México y Perú como casos de estudio. En México se pueden sembrar ciertos cultivos transgénicos y en Perú hay una moratoria a los transgénicos. Su investigación se centra en los distintos grupos que se reúnen por la defensa de la biodiversidad, en cómo el estado, la sociedad y los mercados globales establecen de manera conjunta ciertas dinámicas que se cristalizan en políticas para regular el uso de los transgénicos.  Esto está íntimamente relacionado con la identidad de los países, de las personas que los habitan y de qué manera esa identidad está conectada con su biodiversidad, como es el caso del maíz, en México o la papa, en Perú.

David sembrando papas en Minnesota

David sembrando papas en Minnesota

Valeria es colombiana y vive hace 5 años en México. Desde hace 6 años trabaja con redes de guardianes de semillas, principalmente en Antioquia, su región de origen. Estudió biología y luego hizo su práctica en temas de agrobiodiversidad y huertos en el sur de Colombia, cerca de la frontera con Ecuador. Ahí descubre la maravilla del mundo de la agrobiodiversidad y la enorme riqueza de las distintas facetas de la Agroecología. Enamorada de la región Alto Andina, se va a Ecuador, donde hace una maestría en conservación del páramo y su relación con el cambio climático. Una vez de regreso en Colombia descubre la Red de Semillas Libres de Colombia (RSLC).  Como en Antioquia, su región natal, no había una red local, fue convocada junto a otras personas para trabajar para la conformación de un nodo de la red ahí. Fue así como, desde fines del 2014, trabajó apoyando la creación de casas comunitarias de semillas y dando los primeros pasos para la creación de un Sistema Participativo de Garantía de Semillas (SPG), que permitiera una certificación de las semillas agroecológicas bajo criterios establecidos internamente por los propios territorios, por las organizaciones indígenas y campesinas y no por entidades externas, sean privadas o estatales. Al conversar con ella, destaca lo original de este proceso, que también ha avanzado en la declaración de Territorios Libres de Transgénicos, aprovechando los resguardos indígenas, que, al ser sitios protegidos, se eximen de cumplir con las obligaciones instaladas por los Tratados de Libre Comercio, generando una grieta para prohibir el uso de transgénicos y favorecer la conservación de las semillas nativas.  Valeria acaba de terminar su Doctorado en Ecología y Desarrollo Rural en el Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR), México. El tema de su investigación fueron las distintas estrategias por la defensa de las semillas de las redes de guardianes de semillas, con estudios de casos en México y Colombia, observando que tanto en el caso de Colombia, como el de México, la defensa de las semillas nativas y criollas se ha intensificado y aglutinado ante las amenazas, que han actuado como verdaderos catalizadores, haciendo que procesos que ya existían y trabajaban de manera aislada y anónima, unieran fuerzas y se visibilizaran en torno a un objetivo común.

Valeria y su asombro ante la belleza de la cosecha

El COVID-19 como un gran catalizador del movimiento agroecológico

La pandemia que atravesamos ha dejado en evidencia la fragilidad del sistema agroalimentario convencional, basado en la agroindustria y en largas cadenas de abastecimiento, tanto de los alimentos como de los insumos externos en que se basa la agricultura convencional.  Problemas de abastecimiento de alimentos, sobre todo en los centros urbanos, así como un aumento en sus precios y la especulación han sido parte de los síntomas de esta fragilidad.  Hoy son los pequeños agricultores, las y los campesinos, los que en muchos lugares están manteniendo el abastecimiento local. En Brasil, por ejemplo, los campesinos del MST están donando alimentos a las ciudades.  Los movimientos organizados del campo están movilizando mucho alimento, mediante lazos comunitarios, evidenciando la capacidad de respuesta de los movimientos alternativos al estado o al sistema económico.

La relación entre la alimentación y la salud ha sido otro de los grandes temas que han salido a la luz en el contexto de la pandemia. Las personas con enfermedades crónicas, como diabetes, obesidad, hipertensión y colesterol alto, relacionadas con los hábitos alimenticios, son una población más vulnerable en el actual escenario. A su vez, la fortaleza o debilidad del sistema inmunológico, tiene una íntima relación con nuestra alimentación.  Hipócrates, padre de la medicina moderna, ya lo dijo hace más de 2.500 años: “Que tu alimento sea tu medicina, y tu medicina tu alimento”. Es así como hoy muchas personas han comenzado a poner más atención a sus alimentos.  Hoy, saber de dónde viene el alimento que comemos es una garantía de salud, lo que se ha visto reflejado en un aumento de interés por la alimentación sana, por tener huertos, por sembrar, por comprar alimentos de proximidad, directamente a las y los productores.

La pandemia ha servido como un catalizador, acelerando reflexiones sobre la necesidad de promover sistemas agroalimentarios locales, que han demostrado ser más resilientes y cómo la agroecología ofrece un camino lleno de propuestas y soluciones ante los vacíos que la agroindustria ha evidenciado.  Dentro de esta reflexión, los sistemas locales y resilientes de semillas cobran una importante relevancia, pues son el primer eslabón y base fundamental desde donde se construye la Soberanía Alimentaria.

Ante la Pandemia, ¿Pánico o Esperanza?: Buscando las Semillas de Cambio

Motivados por mostrar una faceta más esperanzadora de la crisis actual, más allá de la sensación de inseguridad que promueven los medios de comunicación masiva, mediante noticias alarmistas que generan pánico, Valeria y David quisieron indagar, de primera mano, acerca de qué era lo que estaba pasando con las y los productores, en particular las iniciativas relacionadas con la defensa, reproducción, intercambio y comercialización de semillas nativas, con el ánimo de rescatar reflexiones y aprendizajes en tiempos marcados por la necesidad de creatividad para impulsar cambios hacia sistemas de vida más resilientes y regenerativos.

Para concretar su investigación, realizaron un seguimiento de noticias, así como una serie de encuestas y entrevistas personales, en el formato no presencial que imponen los tiempos que corren. Participaron más de 25 iniciativas, de 6 países de América: EE.UU., México, Colombia, Chile, Argentina y Perú. Empresas medianas y familiares, iniciativas individuales, comunitarias, rurales y urbanas, tomaron la palabra.

Hallazgos

A continuación, les compartimos algunas de los hallazgos que salieron a la luz.

  • Importancia de volver a valorar lo esencial, los bienes comunes, aquello que sostiene la vida. La crisis pone en evidencia la necesidad de saber de dónde vienen nuestros alimentos, la importancia del suelo, del agua, la justicia alimentaria. Nos hace volver a lo esencial, a replantearnos lo que es verdaderamente importante: qué es lo que sostiene la vida.
  • Mayor interés por sembrar los propios alimentos. Muchas personas y organizaciones se están animando a comenzar por primera vez sus propias huertas para el autoconsumo, pues han sido concientizados respecto a la importancia de sembrar los propios alimentos en este momento.
  • Mayor valorización de la labor de guardianes y guardianas de semillas. Este escenario ha generado mayor conciencia respecto a la importancia de los alimentos, lo que hay detrás de ellos.  Se ha puesto en evidencia la importancia de las y los campesinos, así como el rol de las y los guardianes de semillas que han conservado la agrobiodiversidad de manera tradicional y que, en estos momentos de crisis, además de las semillas, también tienen los conocimientos sobre sus usos y cultivo.
  • Revitalización del intercambio o trueque por semillas y alimentos.  Muchas prácticas que pueblos originarios han practicado desde siempre, como el Ayni en el mundo andino, hoy cobran más sentido e inspiran nuevas formas de colaboración, mediante redes de confianza y de apoyo solidario.
  • Necesidad de desplegar la creatividad ante el alza de la demanda. Muchas iniciativas y emprendimientos se han visto sobre demandados, superando su capacidad de respuesta y han tenido que reestructurar sus labores de manera creativa para poder atender la explosión de pedidos.

Siembra colectiva, fotografía de Valeria García López

¿Quiénes son los que están detrás de esta alza en la demanda en las semillas?

Más que instituciones, empresas o el estado, lo que Valeria y David han visto es que son las mismas personas, las mismas comunidades las que se han estado auto organizando para acceder a las semillas y sembrar.  Rescatan iniciativas creativas de grupos y personas que tienen mucho interés por buscar soluciones y ayudar a otras personas, con buena voluntad.

David comparte, por ejemplo, una iniciativa que impulsaron junto a un grupo de amig@s, que hoy reúne a cerca de 700 personas, “Twin Cities Front Yard Organic Gardeners Club” que consiste en plantar alimentos en el frontis de las casas. Lo tradicional en las ciudades de Estados Unidos, fue siempre hacer las huertas en el patio trasero, costumbre que se instaló aún con más fuerza luego de la segunda guerra (Victory Gardens). Por lo general el frontis de la casa tiene que ser perfecto, de sólo pasto y este movimiento está cambiando esta idea para reemplazar el pasto por alimentos.

Frontis de una casa siendo transformado en huerta. Foto de David Greenwood-Sánchez

 

Otro ejemplo de Saint Paul Minnesota, donde vive, es la campaña “Outplant the Outbreak”, impulsada por una mujer, que consiste hacer paquetes de semillas y ponerlos gratis dentro de cajas donde normalmente se ponen libros, de uso público. Hoy ponen semillas y es totalmente auto gestionado de manera creativa.

Sobres con semillas como ofrenda, foto de David Greenwood-Sánchez

 

 

 

 

 

 

 

En Perú, frente a la crisis, el gobierno está impulsando una campaña llamada “Hay que papear”, con el objetivo de impulsar el consumo de la papa, como un alimento completo y nutritivo, barato, que las y los peruanos deben comer, porque la tendencia es a desvalorizar ese cultivo e invisibilizar a sus productores.

Algunos desafíos identificados

  • Aumentar la Oferta de Semillas Nativas y Criollas. La mayor demanda de semillas de polinización abierta exige un necesario aumento de la oferta, lo cual plantea desafíos de carácter organizacional, cambios estructurales que faciliten el crecimiento y desarrollo de este sector, junto a desafíos de carácter técnico, formativo, económicos y legislativos.
  • Parar las leyes y tratados que amenazan a las semillas nativas y criollas. En este momento hay leyes de semillas y tratados internacionales que favorecen a las transnacionales semilleras y la promoción de los transgénicos, amenazando los sistemas locales de semillas, que son la base de la Soberanía Alimentaria. Algunos ejemplos son la UPOV 91, la Ley de Producción, Certificación y Comercialización de Semillas o las Reformas a la Ley Federal de Variedades Vegetales, en México. Para fortalecer la Soberanía Alimentaria de los pueblos, el primer paso debería ser frenar estos tratados y leyes y promover aquellos que fortalezcan los sistemas locales de semillas, que han demostrado ser mucho más resilientes ante los cortes de las cadenas de abastecimiento y la crisis climática.  Afortunadamente, la mayor toma de conciencia respecto a la importancia de la agricultura y la alimentación que ha despertado la pandemia, así como el mayor interés por sembrar los propios alimentos, aunque sea en un par de macetas, contribuyen a despertar una reflexión respecto a la importancia de estas leyes y tratados de semillas, pues son las que estructuran todas estas dinámicas de mercado.
  • Fomentar la creación de políticas públicas y leyes que estimulen y fortalezcan los sistemas locales de semillas. Impulsar reformas estructurales a nivel de mercado para dar un espacio a estas iniciativas de comercialización – intercambio de semillas que no pueden someterse a los mismos criterios de certificación que las grandes transnacionales.
  • Generar alternativas a la certificación externa de semillas, ya sean estatales o empresas privadas, mediante modelos participativos.  Uno de los grandes argumentos del Estado y leyes de semillas para regular y la fiscalizar la producción de semillas nativas y criollas ha sido que éstas no son ni estables, ni únicas, ni homogéneas.  Los Sistemas Participativos de Garantía (SPG) buscan rescatar criterios propios. En el caso de las semillas nativas y criollas, de polinización abierta, justamente su valor y riqueza radica en su diversidad genética, que les da una enorme capacidad de respuesta y adaptación a nuevas condiciones geográficas y climáticas.  En el caso de Colombia, a lo largo de un período de 3 años, se levantaron varios talleres, foros y protocolos a nivel local y nacional, de manera de identificar cuáles eran los principios que eran importantes para las y los guardianes y guardianas de semillas, hasta llegar a un total de 7 principios.  Cabe destacar que uno de los criterios para la venta de semillas dentro de la Red de Semillas Libres de Colombia es que no se venden las semillas, sino todo el trabajo que hay detrás de ellas y que hace posible su existencia; el conocimiento, la trazabilidad, la diversidad. Eso es lo que se paga, no la semilla en sí. Eso es un gran avance, pues reconoce las semillas como un bien común, que no puede ser mercantilizado.
  • Respetar los procesos autónomos. Es necesario promover y proteger la autonomía de las comunidades que llevan practicando por miles de años la agricultura, el cuidado, selección y multiplicación de las semillas. Ellos y ellas no necesitan una validación externa, porque son prácticas que han hecho desde hace mucho tiempo.  El desafío, más que imponer reglas externas, es preguntarnos cómo los podemos apoyar, cómo podemos ser útiles para que su labor prospere.
  • Huertas Educativas. Como hay muchas personas que se animan a sembrar sus alimentos por primera vez, es fundamental generar y promover espacios educativos, huertas educativas, donde se enseñe cómo se siembra, en qué cantidades y cuáles son los cuidados necesarios para los cultivos.  Más vale comenzar por pocos cultivos y hacerlo bien, antes de integrar nuevas especies y variedades.  Las semillas son para sembrarlas, no para acumularlas. Usarlas, multiplicarla, intercambiarlas, donarlas es el camino.

Próximos pasos

Una vez terminado el análisis de los datos, Valeria y David harán una devolución de los resultados y reflexiones obtenidas a todas las personas que participaron de la investigación. También harán una nota libre de términos académicos, cercana a todo público, para evidenciar los desafíos que enfrentan los sistemas locales de semillas frente a este creciente interés que se ha despertado por las semillas nativas y criollas.

¿Te gustaría saber más acerca del trabajo que realizan Valeria y David?

Escríbeles un mensaje: vagarcialopez@gmail.com, davidgreenwoodsanchez@gmail.com

 

Claudia Flisfisch es técnica en agroecología y forma parte de la comisión de semillas y la comisión articuladora de la RIHE (Red Chilena de Huertas Educativas). Para mantenerse al día con las noticias de Regeneration International, suscríbase a nuestro boletín.