Día Mundial de las Abejas: sin polinización no hay vida
El día 20 de mayo se celebra el día mundial de las abejas. Las abejas cumplen, como los demás polinizadores, un rol fundamental en hacer posible la vida en nuestro planeta.
Sin polinización no hay vida
Es sabido que el 75 por ciento de los cultivos del mundo dependen de los polinizadores. Sin ellos, la mayoría de los frutos, flores y semillas que conocemos no existirían. Tampoco podríamos ser testigos de una diversidad como la que todavía podemos disfrutar, a pesar de los grandes daños que los seres humanos hemos causado en los paisajes y ecosistemas. El servicio ecosistémico derivado de la polinización que las abejas y otros polinizadores llevan a cabo es inconmensurable.
Existen aproximadamente unas veintemil especies de abejas silvestres polinizadoras repartidas por todo el mundo -a excepción de Antártica- y aproximadamente unas mil ochocientas habitan en México, lo que posiciona a este país en el segundo lugar mundial en términos de cantidad de abejas silvestres, después de los Estados Unidos 1.
Las prácticas de apicultura con abejas “domesticadas” varían de región en región y son tan diversas como las de las abejas sin aguijón de México y Guatemala como la de los Gurung, recolectores de miel alucinógena del Himalaya.
No todas las abejas, sin embargo, son melíferas. De las veinte mil especies de abejas silvestres mencionadas, muchas de ellas son solitarias o gregarias y de hecho no producen miel, sino que recolectan polen y néctar para su progenie.
La vida amenazada
La vida de los polinizadores en general, y de las apis mellifera en particular, que es la especie más conocida por los seres humanos por darnos miel, polen, propóleo y otros derivados de la colmena, está bajo amenaza.
El deterioro de la apicultura está directamente relacionado con las prácticas agrícolas degenerativas.
La agricultura industrial que lleva a la pérdida de hábitats por deforestación, la práctica de monocultivos que atentan contra la biodiversidad, el uso de pesticidas y la crisis climática derivada en gran medida de estos factores está afectando su supervivencia. Un fenómeno que es cada vez más común es el síndrome de colapso de las colmenas, que vulnera tanto a abejas melíferas como silvestres, pero que es aún más notorio en el caso de las primeras.
Para los apicultores, la evidencia del colapso es visible al abrir un cajón: son colmenas con cada vez menos población, deshabitadas, como si se hubiera producido en ellas un gran exilio. Es posible ver también a las abejas obreras, en particular a aquellas que desempeñan el rol de pecoreadoras, regresar a la entrada de la colmena – la piquera- perdidas y desorientadas,caminando en círculos, en algunos casos hasta confundiendo su casa.
En el polen y en las propias colmenas se encuentran cada vez más rastros de pesticidas, en particular de neonicotinoides,que actúan afectando el sistema nervioso central de los insectos y causan esta desorientación.
Las abejas se contaminan directamente de estos pesticidas y sus sistema inmunológico se debilita, haciéndolas más susceptibles a patógenos como ácaros, bacterias, hongos y virus, que si bien siempre han existido, crecen en cantidades alarmantes.
Continúa leyendo para saber más acerca de la miel adulterada, el rol de China y las acciones que podemos tomar para defender a los polinizadores
¿Miel real o adulterada?
Junto con el café y el aceite de oliva, la miel es uno de los productos alimenticios que más se adulteran en el mundo. Los apicultores en México que practican una apicultura natural y regenerativa, respetando los ciclos del organismo colmena y sus etapas vitales, se ven enfrentados por una caída feroz en el precio de la miel producto de la comercialización de mieles adulteradas, lo que provoca una competencia desleal y un derrumbe del precio de la miel tanto en el mercado interno como de exportación, que afecta particularmente a quienes practican la apicultura de acuerdo a prácticas agroecológicas y regenerativas. La miel adulterada se elabora a partir de jarabes hechos con maíz y caña.
Esta “miel”(el entrecomillado obedece a que dista mucho de ser una miel) carece de los nutrientes y propiedades de la miel real, alta en minerales, vitaminas y oligoelementos, con propiedades antibacterianas, antiinflamatorias, antisépticas y calmantes.
Detrás de esta adulteración de la miel -en México y en todo el mundo- se encuentra implicado directamente China. Según la FAO, en los últimos quince años China ha aumentado en un 88 por ciento la producción de miel debido al aumento de la demanda externa, pero el número de colmenas en China en el mismo periodo solo aumentó un 21 por ciento.[1] Es llamativo el gran aumento de la producción de miel y el mucho más modesto aumento en la cantidad de colmenas.
El etiquetado de la miel es muchas veces poco transparente. Salvo que entre sus componentes aparezca escrito glucosa o jarabe de fructosa, aditivos utilizados para estirar la miel, evitar que se solidifique y producir mayor cantidad, estirando su rendimiento, es difícil reconocer el proceso de adulteramiento a simple vista y sin realizar un test de calidad.
Otra forma de adulterar la miel y confundir al consumidor es mezclar diferentes tipos de miel (distintos en su procedencia, no en su floración) y no especificar su origen, o directamente mentir acerca del origen real.
Existen sin embargo algunas pruebas caseras que pueden ayudar: si pones la miel en una cuchara o sobre tu dedo y ésta se escurre, entonces seguramente estará adulterada. Si la colocas en un vaso con agua y se diluye, también, la miel real debería irse al fondo del vaso. Con el pasar del tiempo, la miel real se cristalizará y no permanecerá líquida, razón de más para comprobar que ha sido adulterada.
La solución empieza al entender y actuar en consecuencia
En primer lugar, hay que entender que la miel es un producto caro. Lo es por todo el esfuerzo y dedicación que implica producir miel de una manera honesta y regenerativa para el apicultor, pero lo es aún más en realidad, por todo el esfuerzo que implica para la abeja producir miel.
En promedio, para producir un kilo de miel se necesitará del trabajo de unas dos mil quinientas abejas. Cada abeja deberá realizar aproximadamente unos 60 kilómetros diarios de vuelos para encontrar flores para pecorear y lo hará durante unos veintiún días, libando néctar de unas seiscientas flores.
Es importante comprender las dimensiones de este esfuerzo y energía y entender que comprar un kilo de miel por un dólar es absurdo. El precio de la miel en México y en otras partes del mundo ha disminuido, y esto es debido a la proliferación de mieles adulteradas, como analizamos antes. Comprar miel directamente de productores locales, de colectivos de apicultores o mieles certificadas y entender que el precio que se paga es directamente proporciaonal al beneficio real en términos nutritivos de esa miel y que de esa manera se apoya al apicultor que lleva a cabo prácticas apícolas justas y regenerativas es clave.
Deben promoverse también regulaciones más estrictas no solamente en lo que respecta al etiquetado, sino también al control de calidad y la trazabilidad de la miel a través de su polen.
Es fundamental también ser conscientes del impacto que tiene el uso de pesticidas sobre las abejas y apoyar campañas que apuntan a su prohibición, generando un impacto positivo para la conservación y recreacioón de ecosistemas para las abejas y otros polinizadores.
Los invitamos a seguir explorando sobre este tema. Podrán encontrar más acciones concretas en la información a continuación de la campaña Ponte Abeja, una iniciativa de la Asociación de Consumidores Orgánicos.
1 https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0960982220315967
Ercilia Sahores es la directora de América Latina de RI. Para suscribirse al boletín de RI haga clic aquí.