Resiliencia en la COP22

Resiliencia en la COP22

Por: Ercilia Sahores 

Cada año diferentes términos son utilizados una y otra vez en las reuniones de las Conferencias de las Partes (COP) que organiza las Naciones Unidas sobre cambio climático. Generalmente estos términos están ligados a los estadios de planeamiento y desarrollo de las COP. Lima en 2014 fue la COP de la negociación, París en diciembre del año pasado fue la COP de decisiones. En la primera se habló de compromisos e intenciones, en la segunda, de iniciativas y propuestas. En la COP22, que ha comenzado el 7 de noviembre en Marrakech, Marruecos, se habla mucho de implementación y puesta en práctica, por aquello de que ésta es la COP de la acción.

En la zona verde de la COP, donde se reúnen, exponen y tienen stands múltiples organizaciones de la sociedad civil, hay un espacio dedicado a la iniciativa triple A. Esta iniciativa: “Adaptación de la Agricultura Africana al cambio climático”, busca poner a África, la agricultura y la adaptación como ejes dentro de las negociaciones internacionales de la COP y convertir ese continente en receptor de numerosos fondos destinados a mitigar el cambio climático.

En muchas de las conferencias que tienen lugar en la zona de la AAA, se escuchan también términos y definiciones recurrentes. Se habla, por ejemplo, de evitar la agricultura de minería, meramente extractivista; se usa como un mantra el término seguridad alimentaria; se insiste en la necesidad de acompañar a la naturaleza en sus procesos y dejar de lado la arrogancia del ser humano de creer que puede anticiparse al dinamismo propio de la misma.

Uno de los términos a los que más he prestado atención, en la COP en general, pero en el contexto de AAA en particular, es resiliencia. La palabra resiliencia tiene su origen en el idioma latín; etimológicamente, resilio significa volver de un salto, rebotar. En el campo de la sociología, la ciencia política y la psicología, se ha aplicado a aquellas personas que habiendo pasado por situaciones de vulnerabilidad, riesgo o trauma, tienen la capacidad de sobreponerse, pueden, de alguna manera, “rebotar”.

En el contexto de la agricultura, un suelo resiliente es aquel que tiene la capacidad de sobreponerse mejor a situaciones climáticas adversas, que en el contexto actual de cambios y desastres climáticos puede ir desde una sequía prolongada a una inundación inesperada. Existen múltiples maneras de aumentar la resiliencia del suelo, del mismo modo que existen múltiples maneras de incrementar la resiliencia de la sociedad.

En esto pensaba ayer, ya al mediodía de Marruecos, donde la noticia de la victoria de Trump nos había agarrado casi despertando. Pensaba acerca de la necesidad de construir una mayor resiliencia social y ecológica. En la importancia de crear redes, unirnos y protegernos ante la adversidad.

Es posible que lo que venga sea como un huracán, que afecte no sólo a Estados Unidos, sino que a su paso haga daño al mundo entero. Pero la medida en que pueda afectarnos estará dada por nuestra capacidad de defendernos y construir resiliencia, nuestra capacidad de salir del trauma y volver, plenos, a reconstituirnos como sociedad.

Espero que en la COP22 haya mucho más que palabras y que la implementación y la acción favorezca realmente a quienes tiene que hacerlo: a quienes son más vulnerables y están más expuestos. Entretanto y en el albor de un nuevo orden mundial, nos corresponde mirarnos a los ojos, tender manos y puentes solidarios, es ahora que tenemos que crear resiliencia, para poder salir del trauma.