Tag Archive for: Food Production

The Regenerative Revolution in Food

Low lying and layered with clay, the soils of Molescroft Farm in East Yorkshire have never been the easiest to cultivate. Driven by ever-dwindling productivity, the land was pushed to its limits for decades – more passes with machinery, more fertilisers, more pesticides. These intensive agricultural practices kept the farm afloat; but beneath the surface, the soil was dying.

“The land had been farmed very conventionally, so the ground was overworked and had lost its organic matter,” recalls managing director Tamara Hall, who joined the estate in 2003. “We had to change, for environmental reasons as well as profitability.”

And so, bit by bit, Molescroft was reworked with sustainability in mind. The farm’s main crops – wheat, peas, beans and barley – had their rotation widened, drainage was improved and fewer chemicals were sprayed. Cultivation was also dialled down, with far less ploughing and tilling to keep soil disturbance at a minimum.

For the health of the land and its long-term yield potential, Hall believes her interventions have been resoundingly positive. But in the short-term, these regenerative practices were expensive as yields fell, carrying the risk of financial shortfall. The solution, Hall realised, was resting beneath her feet: soil carbon.

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Los desafíos invisibles de una agricultura verde en Europa

La pandemia nos ha enseñado que el medio ambiente tiene un papel fundamental en la salud mundial. La biodiversidad y el buen estado de los ecosistemas no solo son un seguro para la sostenibilidad y habitabilidad del planeta. Ambos protegen nuestra nuestra salud, poniendo barreras naturales a los virusLa agricultura es medio ambiente, forma agroecosistemas, y las prácticas sostenibles en agricultura sirven tanto a la salud de la población como a la del planeta.

Los agroecosistemas producen mucho más que alimentos. Cuando están bien mantenidos y en armonía con la naturaleza, sus diversas funciones sirven al bienestar humano, generan servicios ecosistémicos. Por ejemplo:

  • filtran el agua en los suelos y fijan el propio suelo en su lugar,
  • disminuyen inundaciones y coladas de barro,
  • atraen polinizadores,
  • retienen carbono en suelos y vegetación, que no se incorpora a la atmósfera disminuyendo los gases de efecto invernadero,
  • y albergan paisajes que son herencias culturales de territorios, preservando su memoria colectiva.

La agricultura dentro del Pacto Verde europeo

El Pacto Verde europeo, que propone conseguir una Europa climáticamente neutra en 2050, y ser el primer continente climáticamente neutro, pone uno de sus focos en la agricultura. Pretende cambiar progresivamente la forma en que se practica hoy en día. Actualmente, es el segundo sector en emisiones de gases de efecto invernadero (11 %) de la Unión Europea (UE), por delante del sector industrial.

El sistema agroindustrial intensivo actual de producción de alimentos y consumo no es sostenible. Es, en gran parte, responsable de desastres ambientales como la degradación de suelos sobreexplotados y formas de paisaje artificiales que propician inundaciones. Flujos cargados de nutrientes que contaminan ríos, lagunas interiores, acuíferos subterráneos y el mar.

Para poder realizar esta transición hacia una agricultura más verde y sostenible, en un plazo de tiempo corto, se ha diseñado dentro del Pacto Verde la estrategia “De la granja a la mesa”. Se trata de una amplia declaración de intenciones que abarca todo el sistema alimentario, desde la producción de alimentos, a la distribución y el consumo.

Esta estrategia quiere respetar los límites del planeta tanto al producir como al consumir; alimentos sanos en un mundo sano. La agricultura es, asimismo, un elemento clave en otro gran pilar del Pacto Verde: la estrategia de Biodiversidad, que entiende que un planeta sano pasa por una agricultura sostenible.

Plantación de tomillos alternando entre filas de almendros en campos de secano, extremadamente áridos y con suelos pobres, en el sureste español. La diversificación de cultivos con aromáticas es una alternativa de manejo de agroecosistemas de secano con potenciales beneficios medioambientales: mejora de los suelos, control de la erosión, secuestro de carbono atmosférico en suelos y vegetación, que contribuye a mitigar el cambio climático. Además, favorece el aumento de polinizadores y de la biodiversidad, con potenciales beneficios económicos. Ejemplo del proyecto Diverfarming. Carolina Boix FayosAuthor provided

La estrategia “De la granja a la mesa” propone alcanzar un mínimo de un 25 % de agricultura ecológica en territorio europeo, reducir un 50 % el uso de pesticidas y un 20 % el uso de fertilizantes, todo ello en menos de una década (2030). Estos cambios son un importante reto para nuestra sociedad.

Pero, dada la complejidad de los sistemas de producción y distribución de alimentos y sus efectos, nos preguntamos:

Los desafíos de la estrategia europea

Una cosa parece clara: una transición viable hacia una agricultura más verde no puede basarse solo en la producción sostenible, sino también en el consumo responsable. Los cambios, frecuentemente, no son tan fáciles y directos. Bajo la estrategia “De la granja a la mesa” subyacen una serie de desafíos invisibles:

¿La producción será suficiente?

No existe consenso científico sobre si un aumento importante de la producción en ecológico podrá alimentar a la población mundial. Según la cumbre de la FAO de 2008 en Roma sobre Seguridad Alimentaria Mundial, la producción de alimentos debe aumentar un 50 % para 2030, y duplicarse para 2050 para alimentar a 9 mil millones de personas en el planeta. Pero no toda la comunidad científica está completamente de acuerdo en estas previsiones.

En este contexto, la UE pretende convertir un mínimo del 25 % del terreno agrícola a agricultura ecológica, a pesar de que algunos estudios indicaron una disminución de la producción entre el 20 % y el 35 % en agricultura ecológica comparada con la agricultura convencional. La clave podría estar en combinar esta medida con otras.

¿Qué ocurre con las restricciones de fertilizantes?

La adición limitada de fertilizantes minerales en agricultura ecológica, como por ejemplo nitrógeno, provoca su búsqueda en otras fuentes alternativas, como la plantación de leguminosas. Para compensar este déficit de nitrógeno sintético, se debe utilizar más superficie para plantar leguminosas, que fijan biológicamente el nitrógeno, y sirve para suministrar nitrógeno a cultivos no leguminosos. Esto implica menor superficie disponible para otros cultivos. La fijación de nitrógeno por leguminosas propuesta por la agricultura ecológica necesitaría 2,6 unidades de tierra más para producir el mismo rendimiento que la agricultura convencional.

Monocultivo de mandarinos diversificado con cebada y veza. Tanto la cebada como la veza son fijadoras de nitrógeno en el suelo. Su cultivo en calles anteriormente desnudas, aumenta la biodiversidad y mejora la calidad del suelo: favorece la infiltración y previene la erosión, al mismo tiempo que mejora su estructura y potencialmente el secuestro de carbono. Ejemplo del proyecto Diverfarming. Carolina Boix FayosAuthor provided

¿Cambiaremos nuestra dieta?

La agricultura ecológica combinada con una reducción de la ganadería es una solución prometedora para avanzar en sistemas alimentarios sostenibles. La reducción de la ganadería implicaría una reducción de la demanda de tierra para alimentar al ganado.

Esta solución pasa necesariamente por un cambio en la dieta, reduciendo el consumo de productos animales, con implicaciones positivas para el medio ambiente y la salud de la población. Aquí desempeñan un papel importante, de nuevo, las leguminosas. Además de fijar nitrógeno en el suelo, necesario para los cultivos, el consumo de legumbres como fuente de proteínas compensaría el descenso del consumo de proteínas de origen animal.

¿Reduciremos el desperdicio alimentario?

Junto con la reducción de la ganadería y el aumento de la agricultura ecológica, la reducción del desperdicio alimentario es clave. Hay varias causas de desperdicio de alimentos: problemas de procesamiento y falta de planificación adecuada, pérdidas tras las cosechas para control de precios, y el desperdicio que hacemos en nuestras propias casas. Por ejemplo, un consumidor estadounidense medio desperdicia una cuarta parte de la comida diaria disponible para el consumo y un 7 % de la tierra de cultivo anual.

De aproximadamente un tercio de los alimentos producidos a nivel mundial que no se consumen, alrededor de un 14 % corresponde a pérdidas tras las cosechas. Esta es una práctica principalmente utilizada en países relativamente ricos para controlar los precios de mercado, evitando que los precios bajen por debajo de los costes de producción. Tiene un elevado impacto ambiental, y además consume recursos naturales que finalmente no aportan alimentos al mercado.

¿Externalizaremos los impactos negativos?

El riesgo de externalizar el daño de la agricultura intensiva a otros países que no ponen limitaciones al uso de pesticidas, herbicidas, fertilizantes y deforestación para uso agrícola, pero suministran alimentos a la UE, es uno de los peligros de esta estrategia. La misma estrategia reconoce que el sistema alimentario de la UE debe acompañarse de políticas similares a nivel mundial, para evitar que Europa importe alimentos producidos en otros países en condiciones no sostenibles.

Respetar la naturaleza y los derechos sociales

La estrategia deja abiertas diferentes vías para la consecución de sus objetivos, sin concretar de momento más allá. Prevé utilizar algunos instrumentos legales, entre ellos:

  • El Fondo Europeo Agrario de Desarrollo Rural (FEADER).
  • Diferentes directivas y planes de acción (Plan de Acción para la Economía Circular, Gestión Integrada de Plagas, etc.).
  • La Política Agraria Común (PAC) adaptada a cada estado miembro.

La estrategia da especial importancia a los derechos sociales, con foco en los trabajadores precarios, estacionales y no declarados, mano de obra demasiado frecuente en la agricultura intensiva. Y apoya el impulso de diferentes estrategias de manejo agrícola sostenible. Actualmente, conviven, y se solapan, variadas prácticas agrícolas verdes. Buscan compatibilizar la producción de alimentos, modos de vida sostenible y dignos con:

Paisaje con almendros y cubierta verde

Cubierta verde en almendro de secano en Almería, Sierra María-Los Vélez. El manejo de cubiertas verdes en monocultivos de secano aporta variados servicios ecosistémicos: mantiene la humedad del suelo y la fijación de nutrientes, aumenta la biodiversidad dentro del suelo y sobre el mismo, aumenta la infiltración de agua en el suelo, reduciendo la erosión, y mejora la calidad del paisaje. Este paisaje es ejemplo de inspiración para iniciativas pioneras que promocionan los valores del entorno rural, a través de personas y asociaciones dedicadas como Dietmar Roth y la asociación Alvelal. Joris de VenteAuthor provided

Algunas de estas prácticas pueden ser similares, aunque con diferentes matices. Distintos sistemas agrícolas, con enfoques desde más intensivos a más extensivos. Algunos poniendo el acento en la productividad, optimizando recursos (agricultura de precisión, vertical) hasta los que tienen como finalidad dejar una herencia medioambiental y cultural limpia y en buenas condiciones a futuras generaciones (agricultura regenerativa).

Generalizando, podemos agruparlos en dos grandes modelos. Ambos coinciden en algunos aspectos y discrepan en otros:

  1. La intensificación sostenible. Se centra en optimizar la agricultura a gran escala mientras se reducen sus impactos medioambientales negativos. Su lema podría resumirse en “alimenta al mundo de forma sostenible”.
  2. La agroecología. Aplica principios ecológicos y de sostenibilidad a todo el sistema alimentario, poniendo el foco en promover los procesos naturales del ecosistema para producir alimentos, basándose en el conocimiento tradicional y local. Busca la justicia social y la soberanía alimentaria, empoderando a los productores. Su lema podría resumirse en “ayuda al mundo a alimentarse de forma sostenible”.

La polémica y los conflictos entre enfoques están servidos, desde los que acusan al primer modelo de seguir sometido al sistema neoliberal y realizar green washing hasta los que acusan al segundo de ser poco realista y no poder aplicarse a gran escala.

El foco en la agricultura del Pacto Verde es enormemente ambicioso, pero necesario. Nos saca de la inacción. Es probablemente mejorable, pero puede significar un cambio en la concepción de los sistemas alimentarios y en la utilización de la naturaleza al servicio de la humanidad. Aprovechemos esta oportunidad, busquemos la equidad y trabajemos con la naturaleza, no contra ella.

Publicado con permiso de The Conversation

Bill Gates Should Stop Telling Africans What Kind of Agriculture Africans Need

Africans have long been told that our agriculture is backward and should be abandoned for a 21st-century version of the Green Revolution that enabled India to feed itself. Western science and technology, in the form of seeds modified by science and technology, synthetic fertilizers and pesticides, petroleum-fueled machinery and artificial irrigation were key to that miracle, we are informed, and we too need to tread that path.

A primary proponent of this view is the Cornell Alliance for Science (CAS), founded in 2014 to “depolarize the charged debate” around genetically modified (GM) seeds. With $22 million in funding thus far from the Bill and Melinda Gates Foundation, the CAS in fact consistently defends GM seeds, arguing that they are healthy, productive and environmentally friendly, while attacking agroecology as economically and socially regressive.

In contrast,the Alliance for Food Sovereignty in Africa (AFSA), which represents more than 200 million farmers, fishers, pastoralists, indigenous peoples, women, consumers and others across all but five African countries, holds that agroecology is what our continent needs. Small-scale, ecofriendly cultivation methods using indigenous knowledge and inputs and cutting-edge science increase the variety, nutritive value and quantity of foods produced on farms while stabilizing rural economies, promoting gender equity and protecting biodiversity.

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Regenerative Farming Is Vital to Ensure Food Security

The past year has shown us the importance of health as the world battles the Covid-19 pandemic. But, it is crucial to also not forget the health of our planet which is in crisis caused by climate change and the collapse of biodiversity as a result of exploitation of our natural resources.

One of the major culprits regardinging biodiversity loss is the agricultural industry. The production of food erodes soil, damages the natural environment and is responsible for 24% of greenhouse gas emissions, according to the Regenerative Agriculture Association of South Africa.

Globally, more than a quarter of the carbon emissions that contribute to climate change come from growing and processing food. Considering that the United Nations predicts the population to increase to 9.7-billion in 2050 from 7.9-billion currently, it is vital that farming practices change, otherwise feeding the world in 30 years will require an 87%  increase in carbon emissions.

Climate change is already wreaking havoc, which also affects the agricultural industry.

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Ditching Meat Isn’t the Answer for Climate Change. Better Farming Is.

Suddenly, meat is out in the high-end food world. Eleven Madison Park, a New York City restaurant with three Michelin stars, recently announced that when it reopens after a pandemic-forced hiatus, the menu will be vegan. The cooking site Epicurious is no longer publishing new beef recipes, and the San Francisco restaurants run by another three-Michelin-starred chef, Dominique Crenn, went meatless a little over a year ago. Meat-substitute brands like Impossible Foods (which raised $200 million its latest round of venture capital funding last year) and rival Beyond Meat (which recently struck high-profile deals with Subway and KFC) are booming.

At first glance, this seems like good news. Many of these restaurants cite boosting sustainability and reducing their carbon footprint as reasons for their decisions; forcing the food system to reckon with how commercial meat production contributes to greenhouse gas emissions is a noble goal. But rejecting meat outright is unlikely to bring anywhere near enough consumers on board to solve the underlying environmental problems plaguing our food system.

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We Should All Be Worried About The United Nations Food Systems Summit

Later this year, the United Nations is set to hold a historic Food Systems Summit, recognizing the need for urgent action to disrupt business-as-usual practices in the food system. But far from serving as a meaningful avenue for much-needed change, the summit is shaping up to facilitate increased corporate capture of the food system. So much so, that peasant and indigenous-led organizations and civil society groups are organizing an independent counter-summit in order to have their voices heard.

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Bill Gates: Let Them Eat Fake Meat!

EDITOR’S NOTE: Below is an excerpt from “Bill Gates & His Fake Solutions to Climate  Change,” a 23-page report coordinated by Navdanya International which sheds light on the dangers of philanthrocapitalism.

One of [Bill] Gates’ most recent promotions is his prescriptions of synthetic foods for developed countries as a means to combat climate change. In a recent interview with MIT Technology Review, Gates says he thinks “all rich countries should move to 100% synthetic beef.”

Fake food replaces animal products with highly processed food grown in labs, like fake meat, fake dairy products or fake eggs. It is made possible by technical innovations such as synthetic biology, which involves reconfiguring the DNA of an organism to create something entirely new.

For instance, plant-based meat companies like Beyond Meat and Impossible Foods use a DNA coding sequence from soybeans or peas to create a product that looks and tastes like real meat. Some companies are also investing in cell-based meat, grown from real animal cells, but it has yet to reach the market.

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Young Urban Farmer Plots Growth of Regenerative Agriculture Endeavor

Chander Payne digs dirt.

The budding farmer’s fondness for linking humans to the promise of the oft-disregarded ground beneath their feet spurred him to launch a social — and earthy — enterprise as a high schooler in metropolitan Washington, D.C.

Chander Payne headshot

Chander Payne

His hands-on effort to connect farming with homeless shelters and schools in underserved communities has thus far delivered 3,600-plus pounds of fresh vegetables to residents of local food deserts.

Payne, now in college, named his city-centric endeavor Urban Beet. The ambitious effort to connect students with gardening, families with real food and everyone with the soil was awarded a Gloria Barron Prize for Young Heroes in 2020, the year he graduated from Bethesda-Chevy Chase, a top-ranked high school in Montgomery County, Maryland. The Colorado-based nonprofit affiliated with the prize annually recognizes 25 young, inspiring and public-spirited leaders across the United States and Canada who have made a significant difference to people, their communities and the environment.

Payne was introduced to the concept of regenerative agriculture at a summer job where he learned how pesticides and tilling had severely disrupted the natural carbon-capturing ability of plants and soil microorganisms. Reversing those modern trends can mitigate climate change in at least a couple of ways. Healthy replenished soil can store carbon underground, offsetting some of the emissions from fossil fuel power plants and vehicles. Urban gardens can also reduce what’s known as the heat island effect when they replace asphalt and other heat-absorbing hard surfaces.

These lessons led him to see his surroundings as a garden that needs tending. Beyond food, he wants his farms to offer joy, empowerment and healing to children.

“My work has led me to see the world as a regenerative farmer, to be perceptive and empathetic,” said Payne, now a freshman at Williams College in Massachusetts, leaning toward a major in environmental studies. “I envision a world where I walk into underserved neighborhoods and see colorful beets and tomatoes growing — a world where every kid has a close relationship with living soil and fresh food.”

Chemistry teacher Christopher Knocke was part of the team that nominated Payne for a Barron Prize. Author T.A. Barron established the prize two decades ago to honor his mother, Gloria, who labored for years to create a nature museum at the Colorado School for the Blind.

Payne’s idea for Urban Beet sprouted as a single raised bed filled with soil, compost and seeds in his high school’s courtyard. It’s still thriving and has expanded to 200 square feet, with an additional solar-powered vertical farm.

Now, the 18-year-old is executive director of what’s evolved into an LLC fueled by donations. His team of young go-getters has constructed farms at three high schools in suburban Maryland and five at homeless shelters and related facilities in the nation’s capital and Delaware. Urban Beet plans to create 10 additional farms in Virginia and elsewhere around the region later this year.

“I am eager to continue investigating the relationship between the well-being of soil microbiomes, families and farming communities,” he said.

In an interview with the Energy News Network, Payne explained how and why food insecurity, urban heat islands and soil degradation in his own backyard inspired his passion for global soil health and the climate fight. The interview has been edited for length and clarity.

Q: What prompted your interest in growing vegetables?

A: It all started when I noticed food inequality at my high school when I was a sophomore. My classmates who ate in the cafeteria, typically those without extra money to eat off campus, had french fries as their only vegetable. That motivated me to ask to see the school kitchen. When I looked into the vegetable refrigerator, it was empty. I took a photo to remember.

Three labeled shelves for fruits, vegetables and dairy; the veggie shelf is empty.

Credit: Chander Payne / Courtesy

Q: The photo evidently had an impact on you. What did you do next?

A: I wanted to address the disparity in access to nutritious food, so I created a partnership between a local rooftop garden and my school’s food pantry in 10th grade. Previously, the pantry provided families with canned food. Soon, needy families had access to 20 pounds of fresh produce weekly. Besides lettuce and tomatoes, the harvests include beets, kale, corn, chard, okra and spinach.

Q: Then, you decided to get your hands dirty. How did that work out?

A: I spent the summer of 2017 building vegetable gardens around the District of Columbia for Love & Carrots, a local company. That’s where I learned the practice of regenerative agriculture, farming techniques that build healthy soil by sequestering carbon in the ground.

Q: And that, literally, laid the groundwork for what is now Urban Beet?

A: Yes. As the school year began, my aspiration was to make urban farming accessible. I wanted to help marginalized young people grow food regeneratively while sharing the soothing mental escape that gardening provides.

Q: How did you find like-minded classmates to work in that courtyard garden at your high school?

A: It was challenging because soil is not the most thrilling topic to all 16-year-olds. But I eventually assembled a dedicated team of nine. We called ourselves the Avengers of Urban Farming.

One of our first partnerships was with the Homeless Children’s Playtime Project, a nonprofit. I invited them to receive produce by joining us on summer field trips to our regenerative farm. When we host community workdays at our farms, children enjoy their harvest as farm-fresh meals made by True Food Kitchen.

Q: You refer to soil as the silent hero beneath our feet. Why?

A: I have found the magic of soil. It connects everything, capturing carbon from the air and nourishing families. My love for soil is why my initial intention to fight food deserts through produce deliveries has transformed into a project connecting people with their environment and each other.

Q: You mentioned that your mentor from Paraguay at Love & Carrots, Manuel Rojas, showed you how to read plants as closely as scholars read texts. What does that mean?

A: I learned to relate the tiniest detail to the whole. For instance, a single wilted leaf on a sunflower can reveal a garden-wide need for water. Manuel’s lessons opened my heart and eyes as he inspired me to act with the compassionate vigilance of a regenerative farmer in other areas of my life.

Urban Beet’s Free Little Farms offered relief to struggling families during the coronavirus pandemic by offering portable container gardens. Credit: Chander Payne / Courtesy

Q: What are Free Little Farms, another offshoot of Urban Beet? 

A: These windowsill planters, complete with soil, seeds and a note of support, are created for families and people experiencing homelessness during the COVID-19 pandemic. We partnered with homeless shelters and food pantries to distribute these portable container gardens and have donated 205 so far throughout the region.

Q: Does gardening or farming run in your family?

A: My “Namma,” or grandma, was my family’s original urban farmer. She grew up on a farm in Southern India where she grew food in harmony with the Earth. When she immigrated to America, she started growing a thriving garden.

Q: Lastly, you refer to yourself as a natural introvert. Did that make it hard for you to act on this project?

A: Nourishing young people with education and complete meals has taught me the beauty of courageous openness when communicating with others.

Reposted with permission from

Ethical Meat Standards Need to Be about More than Just the Animals

Most discussions around the ethics of meat center on the animal—raising, processing, carbon footprints, and packaging—while so often neglecting the people behind that process. Even Whole Foods’ widely popular quality meat standards focus on everything but the farmer and the workers.

If we are to reimagine the way we eat meat, and do so in a way that’s truly humane, we must apply ethical standards to all aspects of food production and acknowledge what is required to meet them.

The People

As COVID-19 laid bare, inhumane conditions in large meatpacking plants extend to employees. Forced to stand elbow to elbow in a pandemic, line workers fell ill in record numbers. Sick workers without benefits had to choose between infecting their colleagues or forfeiting their already low pay. Plants shut down one after another, halting the food production that people relied on, while leaving both sick and healthy workers without the means to survive. Meanwhile, big meat companies looked to replace jobs with automation, rather than address animal and employee abuse.

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Aguacate: ¿amigo o enemigo?

Los aguacates son uno de los alimentos más saludables que se pueden consumir. Rico en grasas monoinsaturadas, fibra, magnesio, potasio, vitaminas B, vitamina K, vitamina E y carotenoides. Además, los aguacates no solo reducen el hambre y combaten la obesidad, sino que también contienen avocatina B, que es una molécula con propiedades que combaten el cáncer.

Los estudios han encontrado que la avocatina B combate la leucemia mieloide aguda al atacar las células madre de la leucemia.

Pero, un documental del año 2018, titulado: “El aguacate – El lado oscuro del superalimento”, el cual fue realizado por el canal alemán DW, revela el lado desconocido de los aguacates que provoca la destrucción del medioambiente. Y es que este superalimento que ha ganado tanta popularidad en las últimas décadas es un gran acaparador del agua.

Para cultivar un solo aguacate se requiere de 70 litros (18.49 galones) de agua, mientras que para cultivar una naranja se necesita un promedio de 22 litros (5.8 galones) y 5 litros (1.32 galones) para un tomate.

En áreas propensas a la sequía, como la provincia de Petorca en la región de Valparaíso, en Chile, tales requerimientos para el cultivo de aguacate a gran escala han causado la destrucción del medioambiente y la pobreza de los agricultores.

Mientras que muchos países se han enamorado del aguacate, el documental mencionado anteriormente muestra el lado poco ético y ambientalmente perjudicial que puede cambiar nuestra forma de pensar sobre los aguacates.

Los aguacates que disfruta Europa son el resultado de la sequía forzada en Chile

La provincia chilena de Petorca en la región de Valparaíso siempre ha sido una zona con sequías. Durante el verano la sequía es tan severa que a menudo se declara un estado de emergencia. Aun así, los agricultores podían sobrevivir al cultivar la tierra y mantener el ganado, pero, eso cambió cuando llegó el cultivo masivo de cientos de hectáreas de aguacates por parte de los exportadores millonarios. (Una hectárea equivale a 2.47 acres).

Desde que las grandes plantaciones de aguacate invadieron esta región chilena, comenzaron las sequías de las corrientes que utilizaban los granjeros y la población rural, lo que les obligó a depender de pipas de agua para sobrevivir, según el documental.

¿Cómo es que los exportadores acaudalados lograron quitarle el agua a los pobres? Lo hicieron de dos maneras, explica el documental. Primero, Carlos Estévez, director de Recursos Hídricos de Chile, admite que las licencias emitidas por el estado se subastan y “pueden venderse nuevamente a quien ofrezca la mayor cantidad de dinero”. Y son derechos de por vida.

Segundo, además de la subasta autorizada por el estado, los magnates desvían el agua de los canales subterráneos de manera ilegal. Se encontraron cerca de 65 canales subterráneos para extraer el agua de los ríos hacia las plantaciones de aguacate. Pero, las sanciones son insignificantes para estos infractores, explica el documental.

Para demostrar esta práctica ilegal, Rodrigo Mundaca, un activista de conservación del agua, ingresó en un área donde se encuentra uno de los canales ilegales. Es posible observar una tubería que fluye directamente hacia los cultivos de aguacate.

Alcalde chileno se opone al robo de agua

Gustavo Valdenegro Rubillo, el alcalde de Petorca, explica que la industria del aguacate que se estableció inicialmente parecía ser algo beneficioso, pero no por mucho tiempo:

“A partir del 2006, el “oro verde” que cultivaron los grandes productores fue considerado como una gran oportunidad para Petorca. Era la solución a todos los males. Nuestra vida iba a mejorar, así como los trabajos… Pero los residentes explican que los más beneficiados son los productores de aguacate, mientras que muchos de los empleos creados son a corto plazo y no a largo plazo como esperaban”, explicó el alcalde.

El alcalde apoya a los activistas locales de conservación del agua, pero explica su incapacidad cuando se trata de mediar con los grandes productores de aguacate. En una reunión, les explicó a los ciudadanos de Petorca que los productores se rehusaron a compartir el agua en tiempos de sequía. Se negaron inequívocamente, ya que las ganancias son su único interés.

Mientras tanto, los activistas reciben amenazas y, según Mundaca, son tildados de “ecoterroristas” y “revolucionarios”. Verónica Vilches, presidenta de una organización sin fines de lucro que proporciona agua a 1000 personas de un pozo cercano a los cultivos, explica que su grupo ha experimentado represalias de parte del gobierno.

“Sucedió cuando nos rehusamos a entregar nuestra agua a una empresa privada”, y añade: “Nuestra agua es para la gente y la comunidad”.

El lado oscuro de la agricultura

Las imágenes que se muestran en el documental de una tierra estéril y asolada por la sequía, junto a exuberantes cultivos de aguacate, causan un gran impacto ya que esta es un área donde en algún momento fluyeron corrientes de agua y que se convirtió con el tiempo en un desierto desolador.

En el año 2019, el ministerio de agricultura chileno informó que 106 000 animales fallecieron por la falta de agua y alimentos, mientras que cerca de 37 000 agricultores se encontraban en riesgo por la sequía. Mientras los plantíos de aguacate florecen, las áreas circundantes están desoladas, según el KCET:

“Como no se han cumplido las demandas de los residentes, muchos se han visto obligados a depender del agua de las pipas que se entregan dos veces por semana. Cada persona tiene derecho a 13 galones al día y, según Mundaca, más del 60 % de la población depende de tales entregas, que a menudo están sucias o fuertemente cloradas.

Carolina Vilches, quien administra la división de recursos hídricos del gobierno municipal de Petorca, considera que la solución radica en abordar la raíz del problema en lugar de disiparlo con medidas a corto plazo: ‘Es importante monitorear los niveles del agua, así como democratizar la gestión de recursos y priorizar el uso’”.

Antes de la llegada de las gigantescas plantaciones de aguacate, Zoila Quiroz, una agricultora, contaba con 300 árboles de aguacate, manzana y albaricoque, así como con suficiente agua para criar vacas y cabras. Ahora, su tierra es estéril. Con el agua que se entrega en las pipas, darse un baño es un lujo en el verano, mientras que la lavandería solo puede hacerse una vez al mes.

Verónica Vilches concuerda con las dificultades, al afirmar que “las personas se enferman a causa de la sequía, ya que tienen que elegir entre cocinar, lavar y hacer sus necesidades en agujeros en la tierra o en bolsas de plástico, mientras que las grandes empresas continúan ganando mucho dinero”.

Además de la abrogación del agua, existen otros efectos ambientales negativos de la popularidad del aguacate. Los aguacates se envían en contenedores especiales con aire acondicionado, los cuales tienen un costo ambiental adicional.

Y dado que los consumidores buscan aguacates listos para su consumo, estos se maduran en “enormes depósitos con una temperatura controlada que simula la humedad y el calor de su entorno natural”.

Las imágenes de las grandes filas de aguacates maduros muestran una de las trampas de la industria del aguacate, junto con el hecho de que no existe nada natural en el cultivo de cientos de hectáreas de un solo fruto, en una práctica conocida como monocultivo.

La tendencia en Instagram

Los aguacates han pasado de ser un alimento muy popular y saludable, a ser casi un culto. Las ventas se han disparado en Europa, Estados Unidos y China. Así es como el canal culinario Munchies de la compañía Vice describe esta obsesión, especialmente entre los jóvenes:

“¿Es posible recordar la vida antes del exceso de aguacate? Desde los montones de guacamoles que coronan nuestros nachos hasta los panes tostados que abarrotan nuestro Instagram, esta seductora fruta se ha vuelto tan omnipresente en nuestras cocinas como los huevos y la leche.

Las personas incluso utilizan el aguacate para proponer matrimonio a su pareja; solo para aclarar, son personas que no conocemos y con las que no nos gustaría fraternizar voluntariamente”.

En la actualidad, existen restaurantes temáticos en donde todos los platillos se realizan con esta fruta popular. Uno de los primeros, el cual es dirigido por expertos en mercadotecnia, se encuentra en Amsterdam, según el documental. “No queríamos abrir otra hamburguesería o pizzería”, explica Ron Simpson, propietario de la nueva cadena de restaurantes The Avocado Show.

Pero, el portal de noticias The Independent desaconseja culpar a una cierta moda, alimento o hábito alimenticio por la destrucción ambiental que se observa con los aguacates:

“Esto nos recuerda a un debate que existió en el año 2013 sobre la quínoa, cuando surgieron informes de que la demanda de quínoa estaba incrementando los precios en la región andina, lo que genera ciertas dudas sobre si los peruanos y bolivianos pobres podían permitirse el lujo de consumirla.

‘¿Los veganos pueden soportar la verdad desagradable sobre la quínoa?’, exigió un artículo de opinión indignado, pero las críticas no siempre resisten el escrutinio. Más tarde, los estudios encontraron que el aumento de los precios de la quínoa no estaba afectando de esa manera a los agricultores pobres”.

Resulta claro que la mayor parte de esta falla radica en las prácticas agrícolas poco éticas.

Los productores y comerciantes de aguacate defienden su negocio

Cuando los realizadores del documental le preguntaron si sus operaciones estaban causando escasez de agua entre los pobres, Matias Schmidt, uno de los mayores exportadores de aguacate, explicó que desconoce “en qué medida” existe una escasez de agua. También admite que tiene que perforar 120 metros (393.7 pies) para obtener agua para sus cultivos.

Francisco Contardo-Sfeir, gerente de mercadotecnia de la industria del aguacate, lleva las negaciones un paso más allá. Los productores siempre se esfuerzan para que haya suficiente agua “de sobra”, explica.

“Por un lado, ahorran dinero cuando utilizan una menor cantidad de agua por plantación y por árbol”. El mito de que los productores de alimentos se interesan en la población es un arma de muchas industrias indignantes, incluyendo a las operaciones concentradas de alimentación animal (CAFO, por sus siglas en inglés).

El documental termina en una feria de productos en Alemania. Los compradores y comerciantes éticos de aguacate, como Jan Willem Verloop de Nature’s Pride, les explican a los realizadores del documental que evitan los productos que provienen de Petorca debido a los problemas de agua.

Pero el exportador Diego Torres de ProChile en Alemania, se equivoca cuando los realizadores le preguntan sobre la sustentabilidad de exportar aguacates desde Petorca, después de afirmar que todas las exportaciones son sustentables y éticas. “Desconozco el tema”, explica despectivamente.

Problemas del cultivo de aguacate en otros países

Chile no es el único país donde el cultivo de aguacates ha producido sufrimiento social. El primer episodio en la segunda temporada de la serie titulada Rotten en Netflix gira en torno a la industria del aguacate. Este episodio se titula “La Guerra del Aguacate” y demuestra cómo el éxito de las plantaciones de aguacate en México (el principal productor mundial), condujo a una práctica del crimen organizado.

Esta es una parte de la historia de un periodista canadiense:

“Durante mucho tiempo, el incremento de los aranceles mantuvo a los aguacates mexicanos fuera de los Estados Unidos. Pero con la aprobación del acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos, Canadá y México a principios de 1990, comenzaron a llegar toneladas de aguacate al mercado de los Estados Unidos.

Cuando un cartel de drogas trató de involucrarse en este comercio, el gobierno mexicano intervino de manera ineficaz. Los delincuentes obligaron a los agricultores a establecer fuerzas de autodefensa, pero la lucha continúa y Michoacán continúa siendo un área peligrosa. Como resultado, el Departamento de Estado de los Estados Unidos aconseja evitar las visitas a este estado”.

En el estado de Michoacán, donde se produce el 80 % de los aguacates en México, los carteles se roban hasta cuatro camiones de aguacate todos los días porque lo consideran tan lucrativo como las drogas.

El episodio “La Guerra del Aguacate” de la serie Rotten muestra cómo los agricultores se han visto obligados a establecer sus propias fuerzas de protección para defenderse de los carteles y revela que sus esfuerzos no siempre han sido exitosos.

Los locales no logran distinguir entre los “buenos” y los “malos”, ya que la diferencia entre la policía y los delincuentes no es clara. Es triste pensar que un alimento tan saludable y delicioso pueda generar tanto sufrimiento y daño ambiental. En mi opinión, es importante mantener nuestros hábitos en función de la información de estos documentales.

Al comprar aguacate, se recomienda buscar fuentes de cultivo responsable y alentar a los demás a hacer lo mismo. Lo mejor sería plantar un árbol de aguacate en nuestro hogar.

Publicado con permiso de Mercola.com