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Se acumulan pruebas sobre el origen de laboratorio del COVID-19

Traducción por Regeneration International, artículo original por Independent Science News

 

Si la sociedad aprendió una lección de la pandemia del COVID-19 es que la ciencia no genera certeza. ¿Los cubrebocas caseros funcionan? ¿Cuál es la tasa de mortalidad del COVID-19? ¿Qué tan precisas son las pruebas? ¿Cuántas personas no tienen síntomas? Etcétera. Prácticamente la única aseveración sin cuestionar hecha hasta ahora es que todos los parientes genéticos conocidos de su causante, el virus Sars-CoV-2, se encuentran en murciélagos rinolófidos (Zhou et al., 2020). Por lo tanto, la reserva viral probable fue un murciélago.

Sin embargo, la mayoría de estos coronavirus aparentemente ancestros de murciélago no pueden infectar a los humanos (Ge et al., 2013). Por lo tanto, desde su inicio, una pregunta clave que se cierne sobre la pandemia ha sido: ¿Cómo es que un virus de RNA de murciélago evolucionó a un patógeno humano que es tanto virulento como mortal?

La respuesta que ha sido acogida casi universalmente es que hubo una especie intermediaria. Algún animal, tal vez una serpiente, tal vez una civeta de las palmeras, tal vez un pangolín, sirvió como un huésped temporal. Este animal de vinculación probablemente tendría un receptor celular ACE2 (la molécula que permite la entrada celular del virus) intermedio en la secuencia de proteína (o por lo menos estructura) entre el murciélago y el humano (Wan et al., 2020).

En la prensa y la literatura científica, los escenarios en los cuales esta transferencia zoonótica podría haber sucedido han sido meditadas sin fin. La mayoría fueron avivadas por los primeros descubrimientos de que muchos de los primeros casos de COVID-19 parecen haber ocurrido en y alrededor del mercado de animales vivos Huanan de Wuhan. (La última información dice que 14 de los 41 primeros casos, incluyendo al primero, no tenían conexión con el mercado animal (Huang et al. 2020))

Desde las dos últimas casi pandemias por coronavirus del SARS (2002-3) y MERS (2012) ambas probablemente salieron de murciélagos y se piensa que ambas (pero no se ha probado) transicionaron a humanos vía animales intermedios (civetas y dromedarios, respectivamente), un camino zoonótico natural es una primera suposición razonable (Andersen et al., 2020).

La idea, como se aplicó con el primer brote original de SARS (2002), es que el virus de murciélago original infectó a una civeta. El virus después evolucionó brevemente en esta especie animal, pero no lo suficiente para causar una epidemia de civetas, y después fue recogido por un humano antes de que se muriera en las civetas. En este primer humano (paciente cero) el virus sobrevivió, tal vez apenas, pero fue transmitido, marcando el primer caso de transmisión de humano a humano. Mientras se pasaba sucesivamente en unos cuantos humanos de sus primeros huéspedes el virus rápidamente evolucionó, adaptandose para infectar mejor a nuevos huéspedes. Después de unas cuantas transmisiones tentativas de esa manera la verdadera pandemia comenzó.

Tal vez este escenario es aproximado a cómo inició la pandemia COVID-19 actual.

Pero otra preocupante posibilidad debe ser suprimida. Viene del hecho de que la ciudad epicentro, Wuhan (pob. 11 millones), es el epicentro global de la investigación del coronavirus de murciélago (e.g. Hu et al., 2017).

Incitados por esta proximidad, varios investigadores y medios de noticias, prominentemente el Washington Post, y con mucha más información Newsweek, han diseñado un caso con indicios razonables de que un origen de laboratorio es una posibilidad fuerte (Zhan et al., 2020, Piplani et al., 2020). Es decir, uno de los dos laboratorios en Wuhan que ha trabajando con coronavirus accidentalmente dejó que un virus natural escapara; o, el laboratorio estaba haciendo ingeniería genética (o de otra manera manipulando) un virus parecido al Sars-CoV-2 que después escapó.

Desafortunadamente, por lo menos en los EU, la pregunta sobre el origen de la pandemia se ha convertido en un fútbol político; ya sea en una oportunidad para la sinofobia o en un “juego de culpas” partisano.

Pero el potencial de una catastrófica liberación de laboratorio no es un juego y problemas sistémicos de competencia y opacidad ciertamente no están limitados a China (Lipsitch, 2018). El Departamento de Seguridad Nacional estadounidense (DHS, por sus siglas en inglés) actualmente está construyendo una sede nueva y expandida nacional de Bio y Agro-defensa en Manhattan, Kansas. DHS ha estimado que el riesgo de 50 años (definido como tener un impacto económico de $9-50 mil millones de dólares) de una liberación de su laboratorio en 70%.

Cuando un comité del Consejo de Investigación Nacional inspeccionó estas estimaciones del DHS concluyeron “El comité encuentra que los riesgos y costos podrían ser significativamente mayores a eso”.

Un reporte subsecuente del comité (NAP, 2012) continuó:

“el comité recibió instrucciones de juzgar la idoneidad y validez del uSSRA (Evaluación de Riesgo de un Sitio específico actualizado, por sus siglas en inglés). El comité ha identificado serias preocupaciones sobre (1) mala aplicación de métodos usados para valorar el riesgo, (2) el fracaso en aclarar si y cómo es que la evidencia usada para apoyar las valoraciones de riesgo había sido revisada a fondo y evaluada adecuadamente, (3) el alcance limitado de la literatura citada y la malinterpretación de alguna de la literatura de apoyo significativa, (4) el fracaso en explicar los criterios usados para seleccionar suposiciones cuando la literatura de apoyo es contradictoria, (5) el fracaso de considerar caminos de riesgo importantes, y (6) el tratamiento indadecuado de la incertidumbre. Esas deficiencias no son igualmente problemátcias, pero ocurren con suficiente frecuencia para levantar dudas sobre su idoneidad y validez de los resultados de riesgos presentados. En la mayoría de las ocasiones (actividades operativas en la NBAF), los problemas identificados llevan a una subestimación de riesgo; en otras ocasiones (peligros naturales catastróficos), los riesgos podrían ser sobrevalorados. Como resultado, el comité concluye que la uSSRA es inadecuada técnicamente en aspectos críticos y es una base insuficiente sobre la cual juzgar los riesgos asociados con la NBAF propuesta en Manhattan, Kansas.”

Mientras tanto China está planeando ampliar una red nacional de laboratorios BSL-4 (Zhiming,2019). Como muchos otros países, está invirtiendo de manera significativa en vigilancia de enfermedades y recolección de virus desde poblaciones de animales silvestres y en investigación de virus recombinante de alto riesgo con Patógenos de Potencial Pandémico (PPPs).

El 4 de mayo, distintas naciones y fundaciones filantrópicas globales se reunieron en Bruselas para asegurar $7.4 mil millones de dólares para la preparación contra pandemias futuras. Pero la pregunta que flota sobre todas estas inversiones es esta: la responsabilidad del laboratorio de Wuhan en el centro de las afirmaciones de liberación accidental es preparación para pandemias. Si la pandemia del COVID-19 comenzó ahí entonces necesitamos repensar radicalmente las ideas actuales para la preparación contra las pandemias globales. Muchos investigadores ya creen que deberíamos, por el bien de tanto la seguridad como de la efectividad (Lipsitch y Galvani, 2014, Weiss et al, 2015, Lipsitch, 2018). El peor resultado posible sería para aquellos que donaron miles de millones para acelerar la llegada de la siguiente pandemia.

Liberaciones de laboratorios históricas, un breve recuento

Una liberación de laboratorio accidental no es una simple posibilidad teórica. En 1977 un laboratorio en Rusia (o posiblemente en China), mientras desarrollaba una vacuna contra la gripe, accidentalmente liberó el extinto virus de la influenza H1N1 (Nakajima et al., 1978). H1N1 se convirtió en un virus de pandemia global. Una larga proporción de la población mundial se infectó. En este caso, las muertes fueron menos porque la población mayor de 20 años tenían inmunidad histórica al virus. Este episodio no es muy conocido porque hasta hace poco esta conclusión fue reconocida formalmente por la literatura científica y la comunidad de la virología ha sido renuente a discutir tales incidentes (Zimmer y Burke, 2009, Wertheim, 2010). Aún así, las fugas de laboratorio de patógenos que llevan a muertes humanas y animales (viruela en Bretaña; encefalitis equina en Sudamérica) son tan comunes que deberían ser mucho más conocidas (resumidos en Furmanski, 2014). Sólo raramente estas se han convertido en una pandemia de verdad en la escala del H1N1, la cual, incidentalmente, volvió a expandirse en el 2009/2010 como “Gripe porcina” causando un número de muertes estimado de 3,000 a 200,000 muertes en esa ocasión (Duggal et al., 2016).

Muchos científicos han advertido que los experimentos con PPPs, como la viruela y Ébola y virus de influenza, son peligrosas inherentemente y deberían ser sujetos a límites estrictos y supervisión (Lipsitch y Galvani, 2014; Klotz y Sylvester, 2014). Aún en el caso limitado de coronavirus parecidos al SARS, desde el aplacamiento del brote original de SARS en el 2003, ha habido seis brotes de enfermedad SARS documentados originados en laboratorios de investigación, incluyendo cuatro en China. Estos brotes causaron 13 infecciones individuales y una muerte (Furmanski, 2014.) En respuesta a tales preocupaciones los EU prohibieron cierto tipo de experimentos, llamados experimentos de ganancia de función (GOF, por sus siglas en inglés), con PPPs en 2014, pero la prohibición (de hecho una moratoria de financiamiento) fue levantada en el 2017.

Por estas razones, y también para asegurar la efectividad de los esfuerzos de preparación para futuras pandemias, es una cuestión de importancia vital internacional establecer si la hipótesis de fuga de laboratorio tiene evidencia creíble para apoyarla. Esto debe ser hecho sin importar el problema – en los EU – de políticas partisanas tóxicas y nacionalismo.

La tesis de la fuga del COVID-19 de un laboratorio de Wuhan

La esencia de la teoría de le fuga del laboratorio es que Wuhan es el lugar donde está el Instituto de Virología de Wuhan (WIV, por sus siglas en inglés), la primera y única instalación de Bioseguridad Nivel 4 (BSL-4, por sus siglas en inglés). (BSL-4 es el nivel de seguridad de patógenos más alto). El WIV, que añadió un laboratorio BSL-4 apenas en el 2018, ha estado recolectando grandes números de coronavirus de muestras de murciélagos desde el brote original de SARS del 2002-2003; incluyendo la recolección de más en el 2016 (Hu, et al., 2017; Zhou et al., 2018).

Liderado por la investigadora Zheng-Li Shi, científicos del WIV también han publicado experimentos en los cuales coronavirus de murciélagos vivos fueron introducidos en células humanas (Hu et al., 2017). Además, de acuerdo a un artículo del 14 de abril en el Washington Post, personal de la Embajada de EU visitó el WIV en el 2018 y “tenían preocupaciones de seguridad importantes” sobre la bioseguridad en el sitio. El WIV está a sólo ocho millas del mercado de animales vivos Huanan, el cual se pensó inicialmente que era el lugar de origen de la pandemia del COVID-19.

Wuhan también es hogar de un laboratorio llamado los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Wuhan (WCDPC, por sus siglas en inglés). Es un laboratorio BSL-2 que está a sólo 250 metros del mercado Huanan. Los coronavirus de murciélagos han sido mantenidos en el pasado en el laboratorio WCDPC de Wuhan.

Además, la teoría de la fuga de laboratorio es que los investigadores de uno o ambos laboratorios podrían haberse contagiado del coronavirus similar al de murciélagos Sars-CoV-2 en uno de sus viajes de recolección (alias “vigilancia de virus”). O, alternativamente, un virus que estaban estudiando, pasando, haciendo trabajo de ingeniería, o de otra manera manipulando, escapó.

Valoraciones científicas de la teoría de la fuga de laboratorio

 El 17 de abril el Centro Mediático de Ciencia Australiano le preguntó a cuatro virólogos australianos: “¿El COVID-19 vino de un laboratorio en Wuhan?

Tres (Edward Holmes, Nigel McMillan and Hassan Vally) desestimaron la sugerencia de la fuga de laboratorio y Vally simplemente la etiquetó, sin detallar, una “conspiración”.

El cuarto virólogo entrevistado fue Nikolai Petrovsky de la Universidad Flinders. Petrovsky primero abordó la pregunta si el camino de zoonosis natural era viable. Le dijo al Centro Mediático:

ningún virus natural compatible con el COVID-19 ha sido encontrado en la naturaleza a pesar de una búsqueda intensiva para encontrar sus orígenes.”

Es decir, la idea de un animal intermediario es especulación. De hecho, no hay ningún huésped intermediario viral o animal, ya sea en forma de un huésped animal confirmado o un virus intermediario pausible, ha surgido hasta ahora para explicar la transferencia zoonótica natural del Sars-CoV-2 a humanos (Zhan et al., 2020).

 

Sumándole al punto de Petrovsky, hay otras dos dificultades con la tesis de la transferencia zoonótica natural (además de la débil asociación epidemiológica entre los primeros casos y el mercado “húmedo” de Huanan).

La primera es que los investigadores del laboratorio de Wuhan viajaron a cuevas en Yunnan (1,500 km de distancia) para encontrar murciélagos de heradura que tuvieran coronavirus similares al SARS. A la fecha, el pariente vivo más cercano al Sars-CoV-2 encontrado hasta ahora viene de Yunnan (Ge et al., 2016). Por lo tanto, ¿por qué ocurriría un brote del virus de murciélago en Wuhan?

Además, China tiene una población de 1.3 mil millones. Si los contagios del comercio de vida silvestre fueran la explicación, entonces, si otras cosas fueran parecidas, la probabilidad de que inicie una pandemia en Wuhan (pob. 11 millones) es menor a 1%.

Zheng-Li Shi, líder de la investigación con coronavirus de murciélago en WIV, le dijo a Scientific American tanto como esto:

“Nunca hubiera esperado que sucediera esto en Wuhan, en el centro de China.” Sus estudios han mostrado que las provincias sureñas, subtropicales de Guangdong, Guangxi y Yunnan tienen un mayor riesgo de coronavirus saltando a humanos provenientes de animales – particularmente murciélagos, una reserva común. Si los coronavirus fueron los responsables, ella recuerda haber pensado, “podrían haber venido de nuestro laboratorio?”

Wuhan, en resumen, es un epicentro muy poco probable para una transferencia zoonótica natural. En contraste, para sospechar que el Sars-CoV-2 podría provenir del WIV es tanto razonable como obvia.

¿El Sars-CoV-2 fue creado en un laboratorio?

En su declaración, Petrovsky continúa describiendo el tipo de experimento que, en principio, si se hubiera sido realizado en un laboratorio, obtendría el mismo resultado que la hipótesis formulada de la transferencia zoonótica natural de rápida adaptación de un coronavirus de murciélago a un huesped humano.

“Agarra un coronavirus de un murciélago que no es infeccioso para los humanos, y fuerza su selección al cultivarlo con células que expresan el receptor humano ACE2, tales células habiendo sido creadas hace muchos años para cultivar coronavirus SARS y tú puedes forzar al virus de murciélago a adaptarse para infectar células humanas por medio de mutaciones en su proteína S, la cual podría tener un efecto de aumentar la fuerza de su vinculación al ACE2 humano, e inevitablemente reducir la fuerza de su vinculación al ACE2 de murciélago.

El cultivo prolongado de virus también desarrollará otras mutaciones aleatorias que no afectan su función. El resultado de estos experimentos es un virus que es altamente virulento para humanos pero es lo suficientemente diferente para ya no parecerse al virus de murciélago original. Debido a que las mutaciones son adquiridas aleatoriamente por selección no hay firma de un elemento jockey, pero esto claramente sigue siendo un virus creado por intervención humana.”

En otras palabras, Petrovsky cree que los métodos actuales de experimentación podrían haber llevado a un virus alterado que escapó.

Pase, investigación de GOF, y fugas de laboratorio

El experimento mencionado por Petrovsky representa una clase de experimentos llamados de pase. El pase es colocar un virus vivo dentro de un animal o cultivo de células al cual no está adaptado y después, antes de que el virus se muera, transferirlo a otro animal o célula del mismo tipo. El pase es hecho generalmente iterativamente. La teoría es que el virus evolucionará rápidamente (dado que los virus tienen niveles de mutación altos) y se adaptará a su nueva situación, creando un nuevo patógeno.

El experimento más famoso de este tipo fue conducido en el laboratorio del investigador holandés Ron Fouchier. Fouchier tomó un virus de influenza aviar (H5N1) que no infectó hurones (u otros mamíferos) y lo pasó serialmente a los hurones. La intención del experimento fue específicamente evolucionar un PPP. Después de diez pasadas los investigadores descubrieron que el virus sí había evolucionado, no sólo para infectar hurones sino para transmitirlo a otros en jaulas vecinas (Herfst et al., 2012). Habían creado un virus de hurones aéreo, un Patógeno con Potencial de Pandemia, y una tormenta en la comunidad científica internacional.

Los experimentos de segunda clase que han sido blanco de críticas frecuentes son los experimentos GOF. En la investigación GOF, un nuevo virus es creado deliberadamente, ya sea por una mutación in vitro o al cortar y pegar dos (o más) virus. La intención de tales reconfiguraciones es hacer a los virus más infecciosos al añadirles nuevas funciones como una infectividad o patogenicidad aumentada. Después se experimenta con estos virus nuevos, ya sea en cultivos de células o en animales entereos. Esta clase de experimentos fueron prohibidos en los EU del 2014 al 2017.

Algunos investigadores incluso combinaron experimentos GOF y de pase al usar virus recombinantes en experimentos de pase (Seahan et al., 2008).

Todos esos experimentos requirieron técnicas recombinantes de ADN y experimentos animales o de cultivo de células. Pero la hipótesis más simple de cómo es que el Sars-CoV-2 podría haber sido causado por investigacion es simplemente suponer que un investigador del WIV o del WCDCP se infectó durante una expedición de recolección y le pasó su virus de murciélago a sus colegas o familia. El virus natural después evolucionó, es estos primeros casos, en el Sars-CoV-2. Por esta razon, aún los viajes de recolección tienen a sus críticos. El epidemiólogo Richard Ebright los llamó “la definición de locura”. Manejar animales y muestras expone a los recolectores a múltiples patógenos y regresar a sus laboratorios después trae esos patógenos de regreso a lugares densamente poblados.

¿El WIV estaba haciendo experimentos que podrían liberar PPPs?

Desde el 2004, un poco antes del brote original de SARS, investigadores del WIV habían estado recolectando coronavirus de murciélagos en una búsqueda intensiva de patógenos similares al SARS (Li et al., 2005). Dese el viaje de recolección original, muchos más han sido realizados (Ge et al., 2013; Ge et al., 2016; Hu et al., 2017; Zhou et al., 2018).

Petrovsky no lo menciona pero el grupo de Zheng-Li en el WIV ya había estado realizando experimentos muy similares a los que él describe, usando estos virus recolectados. En el 2013 el laboratorio de Shi reportó aislar un clon infeccioso de un coronavirus de murciélago que llamaron WIV-1 (Ge et al., 2013). WIV-1 fue obtenido al introducir un virus de coronavirus de murciélago en células de mono, con el pase, y después probar su inefectividad en líneas celulares humanas (HeLa) diseñadas para expresar el receptor humano ACE2 (Ge et al., 2013).

En el 2014, justo antes de que la prohibición de investigación Gde de EU entrara en efecto, Zheng-Li Shi del WIV co-redacto un trabajo con el laboratorio de Ralph Baric en Carolina del Norte que realizaba investigación GOF en coronavirus de murciélagos (Menachery et al., 2015).

En este set de experimentos en particular los investigadores combinaron “el pico del coronavirus de murciélago SHC014 en una columna vertebral de ratón adaptada al SARS-CoV” en un solo virus vivo diseñados. El pico fue suministrado por el laboratorio Shi. Pusieron este virus de murciélago/humano/ratón en células de vías respiratorias humanas cultivadas y también en ratones vivos. Los investigadores observaron “patogénesis notable” en los ratones infectados (Menachery et al. 2015). La parte adaptada en ratón de este virus viene de un experimento del 2007 en el cual el laboratorio de Baric creó un virus llamado rMA15 al hacer un pase (Roberts et al., 2007). Este rMA15 fue “altamente virulento y letal” para los ratones. De acuerdo a esta investigación, los ratones sucumbieron a una “infección viral abrumadora”.

En el 2017, de nuevo con la intención de identificar virus de murciélagos con capacidades vinculantes del ACE2, el laboratorio de Shi en el WIV reportó infectar de manera exitosa las líneas celulares humanas (HeLa) diseñadas para expresar el receptor humano ACE2 con cuatro coronavirus de murciélago distintos. Dos de estos fueron virus de murciélago recombinante (quiméricos) hechos en laboratorio. Tanto los virus silvestres y recombinantes fueron brevemente pasados en células de monos (Hu et al., 2017).

Juntos, lo que estos trabajos mostraron fue que: 1) El laboratorio de Shi recolectó numerosas muestras de murciélagos con un énfasis en recolectar cepas de coronavirus similares al SARS, 2) cultivaron virus vivos y realizaron experimentos de pase en ellos, 3) miembros del laboratorio de Zheng-Li Shi participaron en experimentos GOF realizados en Carolina del Norte en coronavirus de murciélago, 4) el laboratorio de Shi produjo coronavirus de murciélago recombinantes y los colocó en células humans y de monos. Todos estos experimentos fueron realizados en células que contenían receptores ACE2 humanos o de monos.

El propósito general de tal trabajo fue ver si un patógeno mejorado podría surgir de la naturaleza al crear uno en un laboratorio. (Para un resumen técnico muy informativo de la investigación del WIV de los coronavirus de murciélago y de sus colaboradores les recomendamos esta publicación, escrita por el empresario de la biotecnología Yuri Deigin).

También parece que el laboratorio de Shi en el WIV tenía la intención de hacer más que sólo investigación. En el 2013 y de nuevo en el 2017 Zheng-Li Shi (con la ayuda de una asociación sin fines de lucro llamada la Alianza EcoHealth) obtuvo un subsidio de los Institutos Nacionales de Salud de los EU (NIH, por sus siglas en inglés). El subsidio más reciente de esos proponía que:

“rango de huésped (potencial de emergencia) será probado de manera experimental usando genéticas inversas, pseudovirus y ensayos de vinculación de receptor, y experimentos de infección de virus a través de un rango de cultivos de células de especies distintas y ratones humanizados” (proyecto NIH #5R01Al110964-04).

Es difícil exagerar que la lógica central de este subsidio fue probar el potencial pandémico de estos virus de murciélago similares al SARS haciendo unos con potencial pandémico, ya sea a través de la modificación genética o pase, o ambos.

Además de las descripciones en sus publicaciones todavía no sabemos exactamente con cuáles virus estaba experimentando el WIV pero ciertamente es intrigante que numerosas publicaciones que aprecieron primero a partir del Sars-CoV-2 han desconcertado por el hecho de que la proteína S del SARS-CoV-2 se enlaza con una afinidad excepcionalmente alta al receptor humano ACE2 “por lo menos diez veces más fuerte” que el SARS original (Zhou et al., 2020; Wrapp et al., 2020; Wan et al., 2020; Walls et al., 2020; Letko et al., 2020).

Esta afinidad es mucho más notable debido a la relativa falta de ajuste en estudios de modelización del pico de SARS-CoV-2 a otras especies, incluyendo los intermediaros postulados como serpientes, civetas y pangolines (Piplani et al., 2020). En esta prepublicación estos modeladores concluyeron “Esto indica que el SARS-CoV-2 es un patógeno altamente adaptado a los humanos”.

Dada la historia de investigación y recolección del laboratorio de Shi en el WIV es por lo tanto enteramente pausible que un ancestro del coronavirus de murciélago similar al SARS o del Sars-CoV-2 fue entrenado en el receptor humano ACE2 al pasarlo en células expresando ese receptor.

¿Cómo se fugan los virus de laboratorios de alta seguridad?

Las fugas de patógenos de los laboratorios toman varias formas. De acuerdo a la Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno de EU, un laboratorio del Departamento de Defensa de los EU una vez “envió inadvertidamente Bacillys anthracis viva, la bateria que causa el ántrax, a casi 200 laboratorios en todo el mundo durante el transcurso de 12 años. El laboratorio creyó que las muestras habían sido desactivadas.” En el 2007, Gran Bretaña experimentó un brote de una enfermedad del pie y boca. Su origen fue un sistema de desecho de desperdicios que no funcionaba de un laboratorio BSL-4 filtrándose en un río del cual las vacas vecinas bebían. El sistema de desecho no había recibido el mantenimiento adecuado (Furmanski, 2014). En el 2004, un brote de SARS con origen del Instituto Nacional de Virología (NIV) en Beijing, China, comenzó, de nuevo, con la inactivación inadecuada de una muestra de virus que después fue distribuida a partes no seguras del edificio (Weiss et al., 2015).

Escribiendo para el Boletín de Científicos Atómicos en febrero del 2019, Lynn Klotz concluyó que el error humano estaba detrás de la mayoría de los incidentes de laboratorio causando exposiciones a patógenos en los laboratorios de alta seguridad de los EU. Mientras que el fallo del equipo también fue un factor de los 749 incidentes reportados al Programa de Agente Selecto Federal de los EU entre el 2009-2015, Klotz concluyó que 79% fueron resultado de error humano.

Pero presumiblemente la mayor preocupación es que los incidentes que suceden no son reportados porque la fuga de patógenos no se detecta. Es bastante alarmante que un número significativo de eventos de fuga de patógenos fueron descubiertos sólo porque investigadores estaban en el proceso de examinar un incidente completamente distinto (Furmanski, 2014). Tales descubrimientos representan fuerte evidencia de que la fuga de patógenos son muy poco reportados y que todavía se necesitan aprender lecciones importantes. (Weiss et al., 2015).

El registro de seguridad del WIV

El último punto importante es la historia de bioseguridad del WIV. El WIV fue construido en el 2015 y se convirtió en un laboratorio BSL-4 encomendado en el 2018. De acuerdo a Josh Rogin del Washington Post, oficiales de la embajada de EU visitaron el WIV en el 2018. Subsecuentemente le advirtieron a sus superiores en Washington de una “seria escasez de técnicos e investigadores apropiadamente entrenados y necesarios para operar de manera segura este laboratorio de alta contención”.

Y de acuerdo a las Noticias VOA, un año antes del brote, “una revisión de seguridad realizada por un equipo nacional chino encontró que el laboratorio no alcanzó los estándares nacionales en cinco categorías.”

Reportes creíbles provenientes de China también cuestionan la bioseguridad de laboratorios y su manejo. En 2019, Yuan Zhiming, especialista en bioseguridad del WIV, citó los “retos” de la bioseguridad en China. De acuerdo a Zhiming: “varios BSLs de alta seguridad tienen fondos operativos insuficientes para procesos rutinarios pero vitales” y “Actualemnte, la mayoría de los laboratorios carecen de gerentes e ingenieros de bioseguridad especializados.” Él recomienda que “Deberíamos revisar a la brevedad las regulaciones, guías, normas y estándares de bioseguridad existentes de la bioseguridad” Sin embargo, también destaca que China tiene la intención de construir de “5-7” laboratorios BSL más (Yuan, 2019)

Y en febrero del 2020, Scientific American entrevistó a Zheng-Li Shi. Acompañando la entrevista había una fotografía de ella liberando un murciélago capturado. En la foto ella está vistiendo una capa superior casual sin abrochar de color rosa, guantes delgados y sin cubrebocas u otra protección. Aún así esta es la misma investigadora cuyas pláticas dan advertencias “escalofriantes” sobre los riesgos del contacto humano con murciélagos.

Todo lo cual tiende a confirmar el análisis original del Departamento Estatal. Como le dijo a Rogin un “oficial de administración con antigüedad” anónimo.

“La idea de que era un hecho completamente natural es circunstancial. La evidencia que se filtró de un laboratorio es circunstancial. Ahora mismo, por otra parte, el que se filtre del laboratorio está cargado de puntos de enumeración y casi no hay nada del otro lado.”

La hipótesis principal es un brote de laboratorio 

Por todas estas razones, una fuga de laboratorio es por mucho la principal hipótesis para explcar los orígenes de Sars-CoV-2 y la pandemia de COVID-19. La proximidad de los laboratorios WIV y WCDCP al brote y la naturaleza de su trabajo representa evidencia que difícilmente puede ser ignorada. La larga historia internacional de fugas de laboratorio y las preocupaciones de bioseguridad provenientes de todas las direcciones sobre los laboratorios en Wuhan reforzan el caso bastante. Especialmente desde que la evidencia para la hipótesis alternativa, en forma de una conexión con la exposición a animales silvestres o el comercio de vida salvaje, permanece extremadamente débil, que está basado primariamente en la analogía con el SARS uno (Bell et al,. 2004, Andersen et al., 2020).

Sin embargo, el 16 de abril Peter Daszak, quien es el Presidente de la EcoHealth Alliance, le dijo a Democracy Now! en una larga entrevista que la tesis de fuga del laboratorio eran “puras patrañas”. Le dijo a los oyentes.

“No había ningún virus aislado en el laboratorio. No había ningún virus cultivado que tuviera nada que ver con el SARS coronavirus 2. Así que simplemente no es posible.”

Daszak hizo aseveraciones bastante similares en Sixty Minutes de CNN. “No hay evidencia de que este virus saliera de un laboratorio en China.” En su lugar, Daszak animó a los espectadores a culpar “la caza y el comerse vida silvestre”.

La certeza de Daszak es altamente problemática por varias razones. Los coronavirus más cercanamente emparentados con el Sars-CoV-2 son los que se encuentran en el WIV así que bastante depende de lo que a él se refiere con “emparentado a”. Pero también es deshonesto en el sentido de que Daszak debe de saber que cultivar en el laboratorio no es la única manera en la que los investigadores de WIV podrían haber causado un brote. Tercera, y esta no es culpa de Daszak, los medios de comunicación están preguntando la respuesta correcta a la persona incorrecta.

Como fue aludido arriba, Daszak es el llamado investigador principal de múltiples subsidios estadounidenses que fueron al laboratorio de Shi en WIV. También es un co-autor de varios trabajos con Zheng-Li Shi, incluyendo la publicación del 2013 en Nature anunciando el aislamiento del coronavirus WIV-1 usando el método del pase (Ge et al., 2013). Uno de sus co-autores está en la investigación de la recolección en la cual sus colegas del WIV colocaron los cuatro coronavirus de murciélago completamente funcionales en células humanas que contenían el receptor ACE2 (Hu et al. 2017). Esto quiere decir, Daszak y Shi, ambos son colaboradores y co-responsables por la mayoría de la recolección de alto riesgo y experimentación publicada en el WIV.

Se necesita una investigación, ¿pero quién la hará?

Si el laboratorio de Shi tiene algo que esconder, no sólo el gobierno chino será reacio a ver que una investigación parcial proceda. La mayoría del trabajo fue financiado por los contribuyentes estadounidense, canalizado ahí por Peter Daszak y la EcoHealth Alliance. Virtualmente cada organización internacional creíble que podría en un principio realizar tal investigación, la ONU, la CDC de los EU, la FAO, la NIH estadounidense, incluyendo a la Fundación Gates, es ya sea asesora o socia de la EcoHealth Alliance. Si el brote de Sars-CoV-2 se originó del trabajo con coronavirus de murciélagos en el WIV entonces casi cada institución grande en la comunidad de salud pública está implicada.

Pero para resolver muchas de estas preguntas no requieren necesariamente de una investigación cara. Probablemente sería suficiente para inspeccionar los cuadernos de notas de los investigadores de los laboratorios del WIV. Todos los científicos investigadores mantienen notas detalladas, por propiedad intelectual y otras razones, pero especialmente en laboratorios BSL-4. Como Yuan Zhiming le dijo a la revista Nature en un artículo marcando la abertura de una sede en Wuhan: “Les decimos (staff) que la cosa más importante es que reporten lo que han o no han hecho.”

Registros de laboratorio meticulosos más los registros del personal de salud y reportes de incidentes de accidentes y casi-accidentes son todos componentes esenciales (o deberían serlo) del trabajo de BSL. Su propósito principal es permitir el rastreo de incidentes actuales. Bastante especulación podría ser finalizada con la liberación pública de esa información. Pero el WIV no la ha entregado.

Esto es desconcertante dado que el gobierno chino tiene un incentivo bastante fuerte para producir esos registros. La transparencia total podría dispersar potencialmente la tormenta de culpa que viene hacia ellos; especialmente sobre la pregunta de si el Sars-CoV-2 tiene un origen de diseño o pase. Si Zheng-Li Shi y Peter Daszak tienen la razón acerca de que nada similar al Sars-CoV-2 estaba siendo estudiado ahí, entonces esos cuadernos definitivamente deberían exonerar al laboratorio de haber creado de manera consciente un Patógeno Verdadero de Pandemia.

Dada la simplicidad y utilidad de este paso esta falta de transparencia sugiere que hay algo que esconder. Si lo hay, debe ser importante. Pero entonces la pregunta es: ¿Qué?

Una investigación exhaustiva del WIV y su investigación de coronavirus de murciélago es un primer paso importante. Pero las preguntas verdaderas no son los accidentes específicos y disimulos de la Dra Shi o Daszak, no del WIV, ni siquiera del gobierno chino.

En su lugar, la pregunta más grande tiene que ver con la filosofía actual de la predicción y prevención de la pandemia. Consultas profundas deberían hacerse acerca de la sabiduría general de recolectar y contar virus de la naturaleza y después realizar investigación recombinante peligrosa “que tal si” en laboratorios de alta tecnología pero falibles de bioseguridad. Este es un enfoque reduccionista, asimismo, que hasta ahora ha fallado en predecir o protegernos de pandemias y tal vez jamás lo haga.

Pie de nota: Este artículo fue actualizado el 3 de junio para ampliar las estimaciones de muertes por la “gripe procina”, de 3,000 a 3- a 200,000.

 

 

 

 

 

 

El largo historial de fugas accidentales de posibles patógenos pandémicos de laboratorios no es ni mencionado en la cobertura que los medios de comunicación dan al COVID-19

Traducción por Regeneration International. Link a artículo original

 

Muchas personas descartan la posibilidad de que la pandemia de COVID-19 venga de un laboratorio. Es posible que desconozcan la frecuencia en la cual hay fugas biológicas peligrosas de los laboratorios.

El 11 de febrero, le pregunté a Anne Schuchat, subdirectora principal de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) en el National Press Club si era una “total coincidencia” que el brote del nuevo coronavirus ocurriera en Wuhan, un centro de guerra biológica y biodefensa en China. Su respuesta fue muy evasiva. Ella no respondió mi siguiente pregunta sobre si el supuesto “origen zoonótico” descartaba que el brote fuera causado por patógenos de la naturaleza que en ese momento podrían haberse fugado accidentalmente de los laboratorios.

Sin embargo estos datos no siempre son proporcionados al público. Una búsqueda en “Democracy Now” muestra que la primera vez que el programa mencionó “Wuhan” y “laboratorio” fue el 6 de abril, para reconocer el trabajo de “el laboratorio de Wuhan que identificó el coronavirus que causa COVID-19″. Los principales medios de comunicación al menos informaron de la existencia del laboratorio a su audiencia de manera oportuna, aunque hubieran distorcionado la información.

Y efectivamente manipularon la información.

Forbes (17/03/20) publicó el artículo “No, el coronavirus COVID-19 no fue creado con bioingeniería. Aquí está la investigación que lo desmiente”, que se basa en una interpretación errónea de un artículo extraño y engañoso de Nature Medicine para descartar la idea de que salió de un laboratorio. Bruce Y. Lee, colaborador principal de salud de Forbes, escribió: “es mucho más fácil filtrar una bolsa de aire a través de tu trasero que un virus de una instalación BSL-4″. Se suponía que esto tenia que ser tranquilizador.

Del mismo modo, la CNN (6/6/20) se burló de la idea de una fuga de laboratorio al reevaluar la fuente de la pandemia, describiendo la posibilidad de que “se filtró, como el genio de la botella, de un laboratorio por accidente. ”

Pero incluso echando un vistazo rápido a los registros, muestran que estos laboratorios, donde sea que estén, tienen muchos accidentes, apenas en 2019, el New York Times (8/8/19) informó: “Se cierra la investigación de gérmenes mortales en el laboratorio militar por preocupaciones sobre la seguridad “, un artículo sobre Fort Detrick en Maryland:” Los problemas con la eliminación de materiales peligrosos llevaron al gobierno a suspender la investigación en el principal centro militar de biodefensa”. (El periódico local, Frederick News-Post ha proporcionado cierta cobertura, incluida la publicación de cartas del activista local Barry Kissin).

USA Today tenía una reportera enfocada en esta cuestión, Alison Young, pero dejó el periódico. Una muestra de su trabajo:

“Cientos de accidentes de laboratorio de bioterrorismo se mantienen en secreto” (17/8/14)

“Trabajador en Tulane posiblemente expuesto a bacterias bioterroristas” (11/03/15)

“Los CDC no informaron de incidentes en laboratorios con patógenos bioterroristas al Congreso” (23/06/16):

“La Oficina de Fiscalización Superior de los EE.UU. (GAO) encuentra falta de datos en la supervisión de los gérmenes bioterroristas estudiados en los Estados Unidos”:

“Los reguladores gubernamentales no tienen idea de la frecuencia con la que los laboratorios que trabajan con algunos de los virus y bacterias más peligrosos del mundo no logran matar por completo los viales de las muestras antes de enviarlas a otros investigadores que carecen de equipos críticos para protegerlos contra la infección, según un nuevo informe de la Oficina de Responsabilidad del Gobierno “. (21/09/16)

“El Congreso exige detalles de los incidentes en laboratorios del CDC mantenidos en secreto que USA TODAY reveló” (17/1/17)

Incluso desde el comienzo del brote de COVID-19, Nature informó: “Los institutos chinos investigan los brotes de patógenos en los trabajadores de laboratorio”. (17/12/19)

Luego, el 16 de abril, “Democracy Now” entrevistó a Peter Daszak de EcoHealth Alliance. Daszak es una parte interesada. Ha trabajado y ayudado a financiar los experimentos de coronavirus en el Instituto de Virología de Wuhan. Descartó totalmente la posibilidad de fuga del virus del laboratorio. El episodio se tituló: “‘Puro engaño’: el zoólogo desacredita la teoría del origen del COVID-19 de Trump, y explica la transmisión animal-humana”.

A los oyentes de “Democracy Now” no se les dio la información básica sobre el historial de accidentes de laboratorio. Tampoco se les dijo que entre los asesores de políticas de EcoHealth Alliance se encuentran David Franz, un ex comandante de Fort Detrick, la principal instalación de biodefensa / guerra biológica del gobierno de EE. UU., y Thomas Geisbert, que está haciendo trabajos de biodefensa / guerra biológica en el Laboratorio Nacional de Galveston. Los socios de EcoHealth Alliance incluyen universidades pero también grandes corporaciones como Johnson & Johnson y Colgate Palmolive. Y lo más importante es que EcoHealth Alliance ha trabajado con USAID (La Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional) para financiar trabajos de colaboración peligrosos entre científicos en los EE. UU. y en Wuhan.

Según Daszak, simplemente intentan defenderse contra las pandemias. Esto requiere recolectar e incluso crear patógenos peligrosos con el propósito manifiesto de defenderse de ellos.

Pero, para Richard Ebright de la Universidad de Rutgers en Nueva Jersey, un científico eminente y uno de los pocos que analizan las redes bien financiadas de biodefensa / guerra biológica, todo esto es extremadamente peligroso: Ebright lo llama “No es ‘investigación de vacunas’. No es investigación que proporciona información útil para prevenir o combatir brotes. Simplemente es una temeridad pseudocientífica y aventurara a lo Indiana-Jones con un alto riesgo de infección de la persona que colecta el virus y, a partir de ahí, infección a toda la población”. También acusa que recolectar miles de estos virus es la “definición de locura”.

Curiosamente, incluso la investigadora que tiene el apoyo de la organización de Daszak en el Instituto de Virología de Wuhan dice que inicialmente estaba bastante preocupada de que el laboratorio fuera el origen. Shi Zhengli fue protagonista de un articulo en Scientific American, (11 de marzo de 2020) titulado “cómo la ‘mujer murciélago’ de China cazó virus desde el SARS al nuevo coronavirus”: “Si los coronavirus fueran los culpables, recuerda haber pensado, ‘podrían haber venido de nuestro laboratorio?’… Shi suspiró aliviada cuando volvieron los resultados: ninguna de las secuencias coincidía con la de los virus que su equipo había tomado de las cuevas de murciélagos. ‘Eso me quitó una carga de encima’, dice ella. “No había dormido nada durante días”.

Parece más reflexiva que Daszak, pero ¿por qué el mundo debería creer lo que dice? Como dice Ebright en Rutgers: “Una negación no es un rebatimiento”.

De hecho, no hay duda de que el canal de Fox News, el senador Tom Cotton y otros claramente están tratando de demonizar a China y presentar a los laboratorios chinos como particularmente peligrosos. La replica de los liberales a esto es que los laboratorios chinos son geniales, igual que los laboratorios estadounidenses. Se excluye de esta “discusión” la verdad obvia: todos estos laboratorios son peligrosos y no hay una distinción significativa entre guerra biológica y biodefensa. Efectivamente, Estados Unidos ha estimulado una carrera armamentista con armas biológicas, como lo documenta Francis Boyle en su Guerra biológica y terrorismo (2005).

Al no abordar el tema de la guerra biológica, la izquierda está cediendo esta cuestión a la derecha favorable a la guerra, y ellos lo están usando de arma contra China. La mejor táctica, seguramente, es adoptar un enfoque integral para garantizar que una carrera armamentista con armas biológicas no continúe amenazando a la humanidad.

En la Fox, el senador Cotton declaró que los laboratorios de EE. UU. Realizan un trabajo “en gran parte realizado con fines preventivos”, como “tratar de encontrar vacunas”. Por el contrario, “China obviamente es muy reservada sobre lo que sucede en el laboratorio de Wuhan”. (FNC 16/02/20) De hecho, todos los países que hacen este trabajo son reservados. Gran parte de la cobertura de la derecha en los EE. UU. sobre este tema ha sido liderada por los informes de Bill Gertz en el Washington Times cuyos libros incluyen La amenaza de China: cómo la República Popular apunta a América y, desde 2019: Encendiendo el cielo: dentro de la campaña de la China comunista para conseguir la supremacía global.

Del mismo modo, según informa Josh Rogin en el Washington Post, “los informes del Departamento de Estado advirtieron sobre problemas de seguridad en el laboratorio de Wuhan que estudia los coronavirus de murciélago” provienen de partes interesadas del gobierno de los Estados Unidos.

Si la dinámica actual continúa, la derecha utilizará el tema de los laboratorios biológicos para demonizar a China, y tal vez a otros estados, sin que haya un escrutinio serio aplicado al trabajo de armas biológicas por parte de los EE. UU. y sus aliados (Israel ni siquiera ha firmado la Convención de Armas Biológicas).

Mientras que algunos buscan demonizar a China, otros como David Ignatius del Washington Post piden que los gobiernos de EE. UU. y China trabajen juntos. Igual que lo hacen algunos funcionarios chinos. Esa también puede ser una propuesta muy peligrosa. Considere la dinámica de las otras armas principales que amenazan a la humanidad: las armas nucleares. Estados Unidos y Rusia están efectivamente conspirando para mantener su poder geopolítico manteniendo sus reservas de armas nucleares. Han bloqueado los movimientos hacia una prohibición de armas nucleares, un esfuerzo respaldado en la ONU por 122 países. Se ha discutido muy poco sobre este tema a pesar de que el grupo detrás de este movimiento, la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares, una vez ganó el Premio Nobel de la Paz. Desafié esta conspiración preguntando sobre todo esto en la cumbre Trump-Putin en Helsinki, pero fui arrastrado fuera del pasillo, encadenado, arrojado a la parte trasera de un vehículo policial y detenido durante seis horas.

Después de los ataques con ántrax del 11 de septiembre, que probablemente se originaron en los laboratorios del gobierno de los EE. UU., el gobierno de los EE. UU. aumentó de forma perversa y dramáticamente el gasto en “biodefensa”, construyendo más laboratorios en todo el país, capacitando a cientos, si no miles de científicos más para trabajar con los patógenos más peligrosos del planeta. Este gasto se aproxima a unos cinco mil millones de dólares cada año desde los ataques con ántrax.

El 21 de abril, el Times publicó el artículo “Cómo los científicos podrían detener la próxima pandemia antes de que comience”, sobre Daszak y sus amigos, acompañado de elaborados gráficos, en el que el Times afirma: “Los investigadores creen que podrían crear vacunas y medicamentos de manera preventiva para luchar contra una amplia gama de amenazas virales, si pueden obtener fondos suficientes “.

Entonces, si bien aún no sabemos si la causa de la pandemia no fue este peligroso trabajo de laboratorio, las personas que lo llevan a cabo, que ya están bien financiadas, están mandando artículos en el New York Times pidiendo aún más dinero.

Y Fort Detrick está a punto de conseguir lo que parece ser el laboratorio de “biodefensa” más grande y costoso jamás construido.

Todavía es tan optimista sobre los laboratorios? En 2018, el Programa Federal de Agente Selecto “recibió ocho informes de pérdida y 193 informes de liberación de un agente o toxina selectiva biológica”.

O intente leer este excelente artículo de 2014 – “Fugas de laboratorio y epidemias de ‘profecía autocumplida’” – por Martin Furmanski del Grupo de Trabajo de Científicos sobre Armas Químicas y Biológicas y el Centro para el Control de Armas y la No Proliferación (se publicaron versiones del mismo en el Boletín de los Científicos Atómicos y Slate):

En este artículo, advirtió sobre “el peligro para la salud pública mundial o regional por la fuga de patógenos de los laboratorios de microbiología capaces de causar pandemias, o Patógenos Potencialmente Pandémicos (PPP)”.

Furmanski documentó las fugas accidentales de viruela en Gran Bretaña en la década de 1970, lo que eventualmente llevó al jefe del laboratorio a suicidarse, la encefalitis equina venezolana en 1995, la fiebre aftosa en Gran Bretaña en 2007 que comenzó a “4 kilómetros de un laboratorio de nivel 4 de bioseguridad . ”

Más recientemente, señala: “El SARS no ha reaparecido naturalmente, pero ha habido seis ‘fugas’ diferentes de los laboratorios de virología que lo estudian: uno en Singapur y Taiwán, y en cuatro ocasiones distintas en el mismo laboratorio en Beijing. …

“Debe enfatizarse que estos ejemplos son solo la ‘punta del iceberg’ porque representan accidentes de laboratorio que realmente han causado enfermedades fuera del laboratorio en el entorno público general. …

“La ciudadanía prácticamente no tuvo ningún conocimiento sobre la pandemia de H1N1 de 1977 y sus probables orígenes de laboratorio. Los virólogos y los funcionarios de salud pública se dieron cuenta rápidamente de que la fuga del laboratorio era el origen más probable, pero simplemente no dieron a conocer esta información, conscientes de que unas acusaciones tan vergonzosas probablemente terminarían con la naciente cooperación de los virólogos rusos y chinos, que fue vital para el control mundial de la influenza. …

“No es nada tranquilizador que, a pesar de que poco a poco ha habido mejoras técnicas en las instalaciones de contención y han aumentado las demandas de políticas para los procedimientos de bioseguridad en el manejo de patógenos peligrosos, se produzcan fugas de estos patógenos y causen brotes en el entorno general”. Tomando una visión pragmática del problema, la pregunta no es si estas fugas ocurrirán en el futuro, sino más bien cuál puede ser el patógeno y cómo se contendrá esa fuga, si es que se puede contener.

“Los avances en la manipulación genética ahora permiten el aumento de la virulencia y la transmisibilidad en patógenos peligrosos, y estos experimentos se han financiado y realizado, especialmente en el virus de la gripe aviar H5N1. La conveniencia de realizar experimentos como estos está claramente en duda, particularmente en laboratorios ubicados en universidades en áreas urbanas muy pobladas, donde el personal de laboratorio que está potencialmente expuesto está en contacto diario con una multitud de ciudadanos susceptibles e inconscientes. Si este tipo de manipulaciones debieran permitirse, parecería prudente llevarlas a cabo en laboratorios aislados donde el personal es aislado de la población general y debe pasar un período de “cuarentena de salida” antes de volver a entrar en la vida ciudadana “.

What Climate Change and the Coronavirus Have in Common

At its best, each day lately is full of some degree of uncertainty. Stay-at-home orders. Lockdowns. Economic plunges. None of this is normal. Yet, it oddly shares commonality with a different kind of drawn-out pandemic—climate change. Hurricanes, wildfires, extreme temperature shifts are not normal either. These events, unlike the current coronavirus peak, are spread out geographically and seasonally, with the most ravaged effects often occurring beyond our sight.

What if we could stop the next pandemic before it starts? What if we could curtail climate change before it sweeps us aside? Incidentally, both crises share a common cause: our food system.

Repair our food system, repair our health

The Centers for Disease Control and Prevention (CDC) estimates that three out of four infectious diseases in people come from animals. That’s 75 percent, of which COVID-19 is one. Others, like SARS, Ebola, swine flu, and bird flu, have similar animal origins.

Until recently, virtually no one was searching for the infamous Spanish Flu of 1918, which killed nearly 50 million people—far more than in World War I. Suddenly, 102 years later, mass Googling began. Why? Like the virus we’re experiencing now, the Spanish Flu originated in an animal—the commonly consumed pig. This is not just a problem of earlier, less medically-advanced eras. In 2009, the swine flu returned, taking between 151,000 and 675,000 lives. Similarly, COVID-19 is suspected to have originated in bats, jumping to humans from another mammal.

While COVID-19 may seem like a foreign disease that we have fallen victim to, it’s just one of many viruses that stem from the extreme confinement of animals being raised for food. In the U.S. alone, 9 billion animals are raised each year on factory farms, posing a massive pandemic risk.

Add to that the risk of antibiotic-resistant bacteria, attributed to the overuse of antibiotics to promote the growth of animals raised for food. The World Health Organization (WHO) estimates that 700,000 people die each year from drug-resistant diseases. They have been warning us that zoonotic diseases are transferred from animals to humans through exposure to animals and/or their products. The guidance is clear. We need to end factory farming or be prepared for an unhealthy future of pandemonium.

Repair our food system, repair the planet

Alongside our current crisis looms the seemingly obscure threat of climate change. There have been glimmers of hope that skies and waterways around the world are clearing, as flights and rush hour traffic all but halted. But pausing human activity for a few weeks is not going to stop the tide of climate change.

While curbing global warming requires change on many levels, one most obvious one is that of animal agriculture. It’s estimated that 14.5% of greenhouse gas emissions—not including water and soil pollution—are caused by animal agriculture. More than planes, trains, and motor vehicles combined.

The time couldn’t be more opportune for us to reevaluate our relationship with our planet and the billions of factory-farmed animals who inhabit it against the laws of nature. Crammed into tiny cages. Packed into giant sheds. Instantly taken away from their mothers at birth. Treated like pure products being manufactured for profit. Except, like us, they have heartbeats, emotions, and curiosity. Like us, they get sick, that sickness spreads—through our soil, our water, and directly to humans.

Repair our future

At a time when many of us are looking to regain control of our lives, we can start by taking control of our plates, by reducing our consumption of animal products. Because the truth is—virtually all animals raised for food come from unhealthy factory farms.

We’re lucky to live in an era of plant-based burgers that bleed like meat and latte-foaming milk made from liquified oats. Innovations that allow us to experience food like many have grown accustomed to, with less risk and more benefit.

According to the Journal of the American Medical Association (JAMA), substituting plant protein in lieu of animal protein is associated with lower mortality. Just the dose of health we could all use right now.

If you want to transform the health of people and our planet in one shot, stand up against factory farming, and fight for a better food system, by taking action with organizations who are doing just that. It’s time to take control of our health and our future. To define the new normal before our quarantines define us.

Posted with permission from Common Dreams

Un mensaje de Vandana Shiva para el Día de la Trabajadora y el Trabajador

Estamos viviendo 3 pandemias simultáneamente. La primera es la Pandemia del coronavirus. La segunda es la Pandemia del Hambre. La tercera es la Pandemia de Destrucción de los Medios de Vida. La pandemia del coronavirus ha infectado a 3.19 millones de personas y ha matado a 228,000 personas. El Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas ha advertido a la comunidad mundial de la «pandemia de hambre» que se aproxima, que puede llegar a afectar a más de 250 millones de personas cuyas vidas y medios de vida se verán sumidos en un peligro inmediato.

Según el programa mundial de alimentos, más de un millón de personas están al borde de la hambruna, y 300.000 podrían morir de hambre cada día durante los próximos tres meses. [1] [2]

También hay una pandemia de pérdida de medios de vida. Según la OIT «como resultado de la crisis económica creada por la pandemia, casi 1.600 millones de trabajadores de la economía informal (que representan los más vulnerables en el mercado laboral), de un total mundial de 2.000 millones y una fuerza de trabajo mundial de 3.300 millones, han sufrido un daño masivo en su capacidad para ganarse el sustento». Esto se debe a las medidas de bloqueo y/o porque trabajan en los sectores más afectados».

“Para millones de trabajadores, sin ingresos no hay alimentos, ni seguridad, ni futuro. […] A medida que la pandemia y la crisis del empleo evolucionan, la necesidad de proteger a los más vulnerables se hace aún más urgente». Guy Ryder, ILO director general. [3]

Las tres pandemias tienen sus raíces en un modelo económico basado en las ganancias, la codicia y el extractivismo, que ha acelerado la destrucción ecológica, agravado la pérdida de los medios de subsistencia, el aumento de la desigualdad económica, y polarizado y dividido la sociedad en el 1% y el 99%.

En este Día de la trabajadora y el trabajador, en tiempos de la crisis del coronavirus imaginemos y construyamos nuevas economías basadas en la Democracia de la Tierra y en la democracia económica para proteger a la Tierra y a la humanidad. Abordemos las tres crisis a través de la participación democrática y la solidaridad. A través de la compasión asegurémonos de que nadie pase hambre. A través de la solidaridad y la democracia participemos en la creación de las economías futuras para asegurarnos de que ninguna mano se quede sin trabajo, ninguna persona se quede sin voz.

La crisis múltiple es una llamada de alerta de que la economía regida por el 1% no está funcionando para las personas y la naturaleza. El 1% está hablando de que el 99% es «gente inútil» en su idea del futuro basada en la agricultura digital y la agricultura sin agricultores, fábricas automatizadas y producción sin trabajadores.

Tenemos la obligación de crear economías que no destruyan la naturaleza, que no destruyan los medios de vida y los derechos de los trabajadores, economías que no destruyan nuestra salud propagando enfermedades y pandemias, que no destruyan los medios de vida y la libertad, la dignidad y el derecho al trabajo, y que no creen hambre. Vamos a crear economías #CeroHambre protegiendo los medios de subsistencia de los pequeños agricultores que proporcionan el 80% de los alimentos. Pasemos a la agricultura orgánica libre de veneno para proteger la salud humana y la biodiversidad, creemos economías locales solidarias circulares que apoyen los medios de vida de los vendedores y los pequeños comerciantes, creemos comunidad y reduzcamos la huella ecológica. Después de Covid 19, regeneremos la economía con la conciencia de que todas las vidas son iguales, que somos parte de la Tierra, que somos seres ecológicos y biológicos, que el trabajo es nuestro derecho y está en el corazón del ser humano, y que el cuidado de la Tierra y de los demás es el trabajo más importante. No hay personas desechables o inútiles. Somos una sola humanidad en un solo planeta. Autonomía, significado, dignidad, trabajo, libertad, democracia, son nuestros derechos de nacimiento.

 

[1] https://www.washingtonpost.com/opinions/2020/04/22/covid-19-could-detonate-hunger-pandemic-with-millions-risk-world-must-act/

[2] https://insight.wfp.org/covid-19-will-almost-double-people-in-acute-hunger-by-end-of-2020-59df0c4a8072

[3] https://www.ilo.org/global/about-the-ilo/newsroom/news/WCMS_743036/lang–en/index.htm

 

Publicado con permiso de Navdanya

Murder Most Foul: The Perps Behind COVID-19

“I am not saying that China deliberately released this, shooting itself in the foot. But it was clear they were developing an extremely dangerous unknown biological weapon that had never been seen before, and it leaked out of the lab… I personally believe that until our political leaders come clean with the American people, both at the White House and in Congress and our state government, and publicly admit that this is an extremely dangerous offensive biological warfare weapon that we are dealing with, I do not see that we will be able to confront it and to stop it, let alone defeat it.”—Dr. Francis Boyle, International Bioweapons Expert, April 15, 2020

According to Johns Hopkins University, as of today, COVID-19 has infected more than 3 million people and killed at least 210,000 worldwide.

Those are big numbers, considering the fact that six short months ago, few members of the general public had ever heard of the coronavirus. And almost no one was harboring fears of a looming and deadly global pandemic.

But here we are. As our new reality sinks in, as we adjust to lockdowns and home schooling and long lines at grocery stores, as we look for ways to protect ourselves and our families—and as some grieve for lost loved ones—most of us are also seeking answers.

Why does this virus cause so many mysterious symptoms? Why are some cases mild, others deadly? How can we protect ourselves? Whose advice should we follow?

But the biggest questions of all are these: Where did COVID-19 come from? And how can we prevent this from ever happening again?

The answers to these questions may be too disturbing to ponder, especially while we’re still grappling with the impact of the virus on nearly every aspect of our lives.

But our failure to investigate, and directly address, the origins of COVID-19 almost certainly guarantees our failure to protect ourselves from future, possibly even more deadly, pandemics.

Science most foul

Thousands of dangerous viruses and other pathogens, such as the bat coronavirus and the avian flu, are being collected in the wild by Chinese, U.S. and international researchers. These viruses are then analyzed and weaponized (i.e. genetically engineered, manipulated, recombined) in secretive, accident-prone, labs like the Wuhan Virology Lab in China or the U.S. Army Lab in Fort Detrick, Maryland.

Coronaviruses typically have a narrow host range, infecting one or just a few species, such as bats. However, using targeted RNA recombination, gene engineers can manipulate viruses such as COVID-19 for “gain of function” to enable them to infect other species (i.e. human cells), interfere with immune system response and readily spread through the air.

A growing arsenal of synthetic viruses have been lab-engineered, despite U.S. and international laws banning biowarfare weapons and experimentation. A disturbing number of these so-called “dual use” Biowarfare/Biodefense labs have experienced leaks, accidents and thefts over the past three decades.

As the well-respected Bulletin of the Atomic Scientists recently warned:

“A safety breach at a Chinese Center for Disease Control and Prevention lab is believed to have caused four suspected SARS cases, including one death, in Beijing in 2004. A similar accident caused 65 lab workers of Lanzhou Veterinary Research Institute to be infected with brucellosis in December 2019 . . . In January 2020, a renowned Chinese scientist, Li Ning, was sentenced to 12 years in prison for selling experimental animals to local markets.”

China is hardly the only place to experience such accidents. A USA Today investigation in 2016, for instance, revealed an incident involving cascading equipment failures in a decontamination chamber as U.S. Centers for Disease Control and Prevention (CDC) researchers tried to leave a biosafety level 4 lab. The lab likely stored samples of the viruses causing Ebola and smallpox, according to the report.

In 2014, the CDC revealed that staff had accidently sent live anthrax between laboratories, exposing 84 workers. In an investigation, officials found other mishaps that had occurred in the preceding decade.

In 2019, the U.S. Army Fort Detrick, Maryland Biological Weapons Lab was temporarily shut down for improper disposal of dangerous pathogens, according to a New York Times report. Officials refused to provide details about the pathogens or the leak, citing “national security” concerns.

As Sam Husseini recently reported in Salon magazine, biowarfare engineers in labs such as Wuhan or Fort Detrick are deliberately and recklessly evading international law:

“Governments that participate in such biological weapon research generally distinguish between ‘biowarfare’ and ‘biodefense,’ as if to paint such ‘defense’ programs as necessary. But this is rhetorical sleight-of-hand; the two concepts are largely indistinguishable. ‘Biodefense’ implies tacit biowarfare, breeding more dangerous pathogens for the alleged purpose of finding a way to fight them. While this work appears to have succeeded in creating deadly and infectious agents, including deadlier flu strains, such ‘defense’ research is impotent in its ability to defend us from this pandemic.”

Activist critics of genetic engineering and biological warfare experiments, including myself, Dr. Mercola and GM Watch, joined now by independent voices in the mass media, are reporting, albeit in some cases reluctantly, that mounting evidence indicates that the deadly COVID-19 virus may have accidentally leaked out of one of the supposedly high-security biowarfare labs (the Wuhan Institute of Virology and the Chinese Center for Disease Control) that were analyzing and manipulating bat coronaviruses in Wuhan, China.

In order to conceal their scientific malpractice and criminal negligence, to protect their “right” to carry out dangerous, unregulated research, and to safeguard billions of dollars in annual Biopharm and GMO industry profits (Monsanto/Bayer, among others, is now conducting its own biowarfare research), Chinese and U.S. officials, Big Pharma, Facebook, Google and an arrogant and unscrupulous network of global scientists are frantically trying to cover up the lab origins and diabolical machinations of the COVID-19 pandemic.

A widely-cited paper, published in the journal Nature on February 3, 2020, claims to establish that SARS-CoV-2 is a coronavirus of bat origin that naturally jumped the species barrier between bats and humans and was not synthetically constructed in a lab. However, as Mercola.com reports one of the Chinese authors of this article, Dr. Shi Zhengli from the Wuhan Virology Lab, actually worked previously on weaponizing the SARS virus (the progenitor of COVID-19) and has published peer-reviewed articles on the procedures involved in this genetic manipulation.

Another oft-cited but problematic article in Nature Medicine (March 17, 2020), co-authored by a bio-entrepreneur industry scientist, has been repeatedly cited by the mass media as offering “proof” that the COVID-19 virus arose “naturally” as opposed to being lab-derived.

But recent critiques offered by independent scientists, including the London-based molecular geneticist Dr. Michael Antoniou, a long-time critic of genetic engineering, argue convincingly that the computer-modeling “proof” cited by Nature Medicine offers no proof at all. As GM Watch reports:

“Dr. Antoniou told us that while the authors [of the March 17 Nature Medicine article] did indeed show that SARS-CoV-2 was unlikely to have been built by deliberate genetic engineering from a previously used virus backbone, that’s not the only way of constructing a virus. There is another method by which an enhanced-infectivity virus can be engineered in the lab. . .”

Antoniou told GM Watch that this method, called “directed iterative evolutionary selection process,” involves using genetic engineering to generate “a large number of randomly mutated versions of the SARS-CoV spike protein receptor,” and then to select those protein receptors most effective at infecting human cells.

As Antoniou points out, the inventors of this technique received the Nobel Prize for chemistry in 2018, a fact the authors of the Nature Medicine article surely knew. Did the authors of the Nature Medicine article deliberately leave this more plausible hypothesis out, in order to bolster their questionable thesis that COVID-19 arose naturally—even though biowarfare labs in Wuhan were engineering bat viruses years before the fatal outbreak?

If lab technicians in the Wuhan lab did use the directed iterative evolutionary selection process to engineer a “gain of function” (weaponized) bat coronavirus, and the virus subsequently leaked, infected one or more lab technicians, then spread to people outside the lab, including people from the Wuhan Seafood Market, there would be no trace of the virus having been genetically engineered or manipulated.

Peer-reviewed, published articles, going back more than a decade, indicate that researchers at the Wuhan Labs (Dr. Shi Zhengli and others) have been carrying out experiments to manipulate and weaponize deadly bat coronavirus so that they can readily infect human cells. In a 2008 article in the Journal of Virology, Zengli and other scientists report on how they have genetically engineered SARS-like viruses from horseshoe bats to enable the viruses to gain entry into human cells.

The powers that be, in Beijing and Washington, like to reassure us that researchers in places like the Wuhan Virology Lab, the Wuhan Center for Disease Control, or the U.S. Army Biological Weapons Lab at Fort Detrick, Maryland are only “studying” (not manipulating or weaponizing) dangerous pathogens like bat coronaviruses, and that security in these government/WHO/NIH-monitored labs is so strict that accidents could never happen.

But a number of well-respected scientific critics of genetic engineering and biological warfare have been sounding the alarm for decades.

Critics including Francis Boyle (author of the 1989 U.S. Bioterrorism law banning bioweapons research) and Dr. Richard Ebright of Rutgers University’s Waksman Institute of Microbiology, have warned that experiments and manipulations of viruses and pathogens are inherently extremely dangerous, (not to mention that they violate international law), given human error and the fact that security has been dangerously lax in the world’s biowarfare/biodefense laboratories.

Almost too incredible to believe, funding for the reckless germ war experiments in Wuhan have included more than $3 million from Dr. Anthony Fauci’s National Institute of Allergy and Infectious Diseases (NIAID), a division of the U.S. National Institutes of Health (NIH), with apparent collaboration, according to Boyle, from scientists at the universities of North Carolina, Wisconsin, Harvard and other institutions.

In 2014, the Obama White House Office of Science and Technology Policy put a hold or “funding pause” on “gain of function” experimentation on dangerous viruses in U.S. labs due to “biosafety and biosecurity risks.”

Yet experimentation apparently continued uninterrupted (with U.S. funding) in China at the Wuhan lab. Then in 2017, the Trump Administration reversed this “funding pause,” essentially allowing illegal germ warfare research to continue.

Longtime anti-GMO activists at GM Watch in the UK recently published an article entitled “COVID-19 Could Be a Wake-Up Call for Biosafety.” The article explains how, below the public radar, secretive and reckless research on genetically engineering and weaponizing coronaviruses has been going on for decades:

“Stuart Newman, professor of cell biology and anatomy at New York Medical College in Valhalla, New York, editor-in-chief of the journal Biological Theory, and co-author of Biotech Juggernaut, adds crucial historical context that shows exploring whether COVID-19 could have been genetically engineered should not be dismissed as a subject fit only for conspiracy theorists.

“[Newman] points out that the genetic engineering of coronaviruses has been going on for a long time. According to Newman, ‘Even most biologists are not aware that virologists have been experimentally recombining and genetically modifying coronaviruses for more than a decade to study their mechanisms of pathogenicity.’ Indeed, Newman points to papers on engineering coronaviruses that go back a full 20 years.”

Dr. Peter Breggin points out that in 2015, researchers from the U.S. and China’s Wuhan Institute of Virology collaborated to transform an animal coronavirus into one that can attack humans. Breggin’s provocative essay includes a direct link to the original study  which was published in the British journal, Nature.

Recent investigative reporting, including an explosive April 14 Washington Post article by Josh Rogin, followed by more muted coverage by CBS News, CNN, the Wall Street Journal, Newsweek and others, have alerted millions of people to the fact that the official Chinese/Big Pharma/WHO/NIH “bat in the market” story about the origins of COVID-19 may no longer be credible.

As Rogin’s article points out, officials from the U.S. embassy in Beijing visited the Wuhan Institute of Virology numerous times in early 2018, and tried to warn the Trump Administration that there were serious safety violations in the lab’s handling of bat coronaviruses. The officials were especially concerned that inadequately trained staff and lax security procedures at lab, jointly funded by the Chinese and U.S., posed a serious risk of unleashing a “new SARS-like pandemic.”

In fact, in 2004, foreshadowing the current disaster, there were two serious accidents at the high-security Beijing Virology lab, infecting two researchers with the dangerous SARS virus.

Ebright, who has been speaking out on lab safety since the early 2000s, said this about the dangerous security procedures at the Wuhan labs:

“ . . . bat coronaviruses at Wuhan [Center for Disease Control] and Wuhan Institute of Virology routinely were collected and studied at BSL-2 {Biosecurity Level 2), which provides only minimal protections against infection of lab workers. Virus collection, culture, isolation, or animal infection at BSL-2 with a virus having the transmission characteristics of the outbreak virus would pose substantial risk of infection of a lab worker, and from the lab worker, the public.”

Politics most foul

The Trump Administration did nothing about the repeated warnings from the U.S. Embassy in Beijing in 2018, concerning the dangerous practices at the at the Wuhan Lab. Nor scientists at the NIH and the World Health Organization (WHO) who were supposedly monitoring the lab’s coronavirus experiments. After the outbreak happened, the Chinese Communist Party (CCP) silenced or “disappeared” scientists and journalists who had earlier published research or news articles indicating that the COVID-19 virus leaked from a government lab and infected researchers.

As the Canadian journalist Andrew Nikiforuk wrote:

“Faced with the coronavirus threat, Chinese authorities, according to comprehensive reports by the Wall Street Journal and the New York Times, suppressed whistleblowers, ignored critical evidence and responded so tardily to the outbreak that they moved to compensate for their failures with a draconian lockdown . . .”.

Frantically covering their tracks, the CCP removed every scientific article and news report from the internet and public record which contradicted their official story. Aiding and abetting the CCP/Biopharm cover-up were the gatekeepers at Facebook (now heavily invested in Big Pharma), who censored and removed an article by Steve Mosher, published by the NY Post on Feb. 22, which called the official story into question. Facebook finally unblocked the NY Post article after it was revealed that Facebook’s objective “fact checker,” Danielle E. Anderson, was in fact previously a paid researcher at the same Wuhan lab whose lax security so alarmed State Department officials.

Trying hard to cover up the fact that they ignored the repeated warnings of the State Department and intelligence officials, the Trump Administration and the entire U.S. Biopharm and Vaccine Establishment are doing their utmost to uphold the official Chinese-scripted story. Especially troubling to the powers that be is the fact that the criminally negligent Wuhan Lab bat experiments were being funded, at least in part, by Dr. Fauci’s National Institute of Allergy and Infectious Diseases, along with the Galveston National Laboratory at the University of Texas Medical Branch—even after these types of germ warfare experiments had been banned in the U.S.

Commander-in-Chief Trump himself, in between suggesting people might want to ingest or inject some disinfectants for COVID-19 protection, goes back and forth on the “bat in the market” theory, torn between rousing his populist base by denouncing the “Chinese Virus,” and siding with his good friend, and Corporate America’s most important business partner, Xi Jinping, the Chinese Dictator, who just happens to control not only trillions of dollars in U.S. Treasury Bonds and exports, but the medical equipment, Pharma drugs and lab chemicals that are in such short supply in the U.S.

Trump also has millions of dollars in real estate loans coming due from Chinese banks next year.

In an Instagram post, Robert Kennedy Jr. exposes the complicity of Dr. Anthony Fauci, the supposed “rational voice” of the Trump Administration on COVID-19, in the Wuhan disaster:

“The Daily Mail today reports that it has uncovered documents showing that Anthony Fauci’s NIAID gave $3.7 million to scientists at the Wuhan Lab at the center of Coronavirus leak scrutiny. According to the British paper, ‘the federal grant funded experiments on bats from the caves where the virus is believed to have originated.’ Background: following the 2002-2003 SARS coronavirus outbreak, NIH funded a collaboration by Chinese scientists, U.S. military virologists from the bioweapons lab at Ft. Detrick & NIH scientists from NIAID to prevent future coronavirus outbreaks by studying the evolution of virulent strains from bats in human tissues. Those efforts included ‘gain of function’ research that used a process called ‘accelerated evolution’ to create COVID Pandemic superbugs: enhanced bat borne COVID mutants more lethal and more transmissible than wild COVID. Fauci’s studies alarmed scientists around the globe who complained, according a Dec. 2017 NY Times article that ‘these researchers risk creating a monster germ that could escape the lab and seed a pandemic.’ Dr. Mark Lipsitch of the Harvard School of Public Health’s Communicable Disease Center told the Times that Dr. Fauci’s NIAID experiments ‘have given us some modest scientific knowledge and done almost nothing to improve our preparedness for pandemic, and yet risked creating an accidental pandemic.’ In October 2014, following a series of federal laboratory mishaps that narrowly missed releasing these deadly engineered viruses, President Obama ordered the halt to all federal funding for Fauci’s dangerous experiments. It now appears that Dr. Fauci may have dodged the federal restrictions by shifting the research to the military lab in Wuhan. Congress needs to launch an investigation of NIAD’s mischief in China.”

Kennedy also calls out two of the other supposed “health experts” on the Trump team, Robert Redfield and Deborah Birx:

“Redfield, Birx & Fauci lead the White House #coronavirus task force. In 1992, two military investigators charged Redfield & Birx with engaging in ‘a systematic pattern of data manipulation, inappropriate statistical analyses & misleading data presentation in an apparent attempt to promote the usefulness of the GP160 AIDS vaccine.’ A subsequent Air Force tribunal on Scientific Fraud and Misconduct agreed that Redfield’s ‘misleading or, possibly, deceptive’ information ‘seriously threatens his credibility as a researcher and has the potential to negatively impact AIDS research funding for military institutions as a whole. His allegedly unethical behavior creates false hope and could result in premature deployment of the vaccine.’ The tribunal recommended investigation by a ‘fully independent outside investigative body.’ Dr. Redfield confessed to D.O.D. interrogators and to the tribunal, that his analyses were faulty and deceptive. He agreed to publicly correct them. Afterward, he continued making his false claims at 3 subsequent international HIV conferences, & perjured himself in testimony before Congress, swearing that his vaccine cured HIV. Their gambit worked. Based upon his testimony, Congress appropriated $20 million to the military to support Redfield/Birx’s research project.  Public Citizen complained in a 1994 letter to the Congressional Committee’s Henry Waxman that the money caused the Army to kill the investigation & ‘whitewash’ Redfield’s crimes. The fraud propelled Birx & Redfield into stellar careers as health officials. Docs obtained via Tom Paine.”

Although the Chinese government and most of the U.S. political establishment continue to support the official “bat in the market” story, the majority of Americans, do not. As reported in the UK’s Sunday Times:

“According to a Pew Research poll, only 43 percent think the virus came about naturally, while a sizeable 29 percent  believe it was made in a laboratory.”

Journalism most foul

It is frustrating, and indeed alarming, that so few independent journalists, scientists, activists, and public officials have thus far been willing to question the “official story.”

For 30 years now, myself and others have warned about the dangers of genetically engineered foods and crops and genetically modified organisms (GMOs) in general, including gene-altered bioweapons, gene drives, and the new CRISPR gene-editing technologies.

Now it appears that our worst fears have materialized.

We need a global public inquiry, led by independent scientists, to gather the evidence on what really happened with COVID-19, followed by an International Biowarfare Crimes Tribunal, so that we can bring the Chinese, U.S. and other perpetrators of this pandemic to justice, and prevent this type of disaster from ever happening again.

It’s time to shut down every Biosafety/Biowar lab in the world (including Bayer and Monsanto’s lab) and implement a true global ban on weapons of mass destruction (WMDs), including all atomic, chemical and biological weapons and WMD experimentation.

Until we do this, none of us will ever be safe again.

The so-called progressive media in America, with a few exceptions, have up until now failed to investigate the real causes of the COVID-19 pandemic, partly out of ignorance of the machinations and arrogant recklessness of the gene engineers and bio-warfare scientists, partly out of fear of appearing to agree with Trump’s racist rantings, or even worse, being branded a “conspiracy theorist” by Establishment Democrats and mass media outlets.

And speaking of conspiracies and murder most foul, almost everyone seems to have forgotten about the nationwide panic surrounding the post-9/11 2001 anthrax bioterrorist attacks—used to help justify the invasion of Iraq—against liberal members of the media and the U.S. Congress. Then and now, it was clear that these attacks were carried out not by Arab terrorists, nor a single crazed individual, but by a yet unidentified cabal who engineered and deployed weaponized spores from the U.S. military biowarfare lab at Fort Detrick, Maryland.

But perhaps you think we shouldn’t worry so much, since a blockbuster lineup of anti-COVID vaccines are on the way, funded by the Chinese government, Big Pharma and the Bill and Melinda Gates Foundation, likely including some of the same gene engineers who weaponized COVID-19?

Never mind that Bill Gates, Monsanto, the Gene Giants and Big Pharma appear quite willing to join up with Facebook and Google to implement a 24/7 totalitarian medical surveillance state, with everyone injected with a mandatory and expensive COVID-19 vaccine, while the world’s dictators, corporate criminals and billionaires hunker down in their underground mansions and bunkers.

Never mind that most flu vaccines up until now don’t work that well, especially against constantly mutating viruses like COVID-19, or that they’re routinely laced with aluminum adjuvants and mercury preservatives.

Never mind that perhaps our only real defense against biowarfare is to stop eating Big Ag and Big Food’s poison products, and instead strengthen our health and our immune systems, clean up the world’s air, water and environment, shut down factory farms, stop destroying wildlife habitat and pray that herd immunity eventually stops the spread of COVID-19, since so many of us have already been infected, but are asymptomatic.

In the meantime, please don’t believe everything you read in the corporate mass media, Facebook or even the progressive press. Stay in touch with and support those of us determined to seek and defend the truth, fight for freedom and justice, and organize for a regenerative future and climate.

Don’t forget to eat healthy, organic, regenerative foods, take your immune-boosting supplements, get as much exercise, fresh air and sunshine as possible, wash your hands frequently, stay safe, and stay out of the way of those most vulnerable.

Venceremos. We shall overcome.

Ronnie Cummins is co-founder of the Organic Consumers Association (OCA) and Regeneration International, and the author of “Grassroots Rising: A Call to Action on Food, Farming, Climate and a Green New Deal.” To keep up with OCA’s news and alerts, sign up here.

El crimen más infame: Los perpetradores detrás del COVID-19

“No estoy diciendo que China liberó esto deliberadamente, disparándose a sí misma en el pie. Pero era claro que estaban desarrollando un arma biológica desconocida, extremadamente peligrosa y jamás vista antes, y se filtró fuera del laboratorio… Personalmente creo que hasta que nuestros líderes políticos se sinceren con los estadounidenses, tanto en la Casa Blanca como en el Congreso y nuestro gobierno estatal, y admitan públicamente que esta es un arma extremadamente poderosa de ofensiva de guerra biológica con la que estamos lidiando, no seremos capaces de enfrentarla,  pararla, y mucho menos vencerla.” – Dr. Francis Boyle, Experto en Armas Biológicas Internacionales, 15 de abril, 2020

De acuerdo a la Universidad John Hopkins, el COVID-19 ha infectado a más de 3 millones de personas y cobrado al menos 210,000 vidas en todo el mundo.

Son cifras no menores, más aún si consideramos que hasta hace unos seis cortos meses, eran pocas las personas que alguna vez habían escuchado sobre el coronavirus. Menores inclusive eran aquellas personas preocupadas por el riesgo inminente de una crisis pandémica global.

Pero aquí estamos. Mientras nuestra nueva realidad se despliega ante nuestros ojos y nos adaptamos a los confinamientos, a la educación en casa y a las largas filas en las tiendas, mientras buscamos formas de protegernos a nuestras familias y hay quienes lamentablemente lloran la pérdida de sus seres queridos, también estamos buscando respuestas.

¿Por qué este virus causa tantos síntomas misteriosos? ¿Por qué algunos casos son ligeros, otros mortales? ¿Cómo podemos protegernos? ¿Qué recomendaciones deberíamos seguir?

Pero las preguntas más acuciantes y radicales son las siguientes: ¿De dónde viene el COVID-19? ¿Cómo podemos prevenir que esto vuelva a suceder?

Las respuestas a estas preguntas podrían ser tan perturbadoras que no queremos creerlas.

Pero si no investigamos en profundidad, si no buscamos la causa raíz de los orígenes del COVID-19, entonces habremos fracasado protegernos de pandemias futuras, posiblemente más letales.

La ciencia más infame

Miles de virus y otros patógenos peligrosos, como el coronavirus de los murciélagos y la gripe aviar, están siendo recolectados en la naturaleza por investigadores de China, Estados Unidos y otras partes del mundo. Estos virus son analizados y convertidos en armas (genéticamente modificados, manipulados, recombinados) en laboratorios secretos, propensos a los accidentes, como el Laboratorio de Virología en Wuhan en China o el Laboratorio del Ejército Estadounidense en Fort Detrick, Maryland.

Los coronavirus típicamente tienen un rango de huéspedes reducido, infectando a una o sólo unas cuantas especies, como a los murciélagos. Sin embargo, usando una recombinación de ARN específica, los ingenieros genéticos pueden manipular a virus como el COVID-19 para aumentar su funcionalidad, permitiéndoles infectar a otras especies (por ejemplo células humanas), interferir con la respuesta del sistema inmune y lograr que se esparza fácilmente a través del aire.

Un creciente arsenal de virus sintéticos ha sido diseñado en laboratorios, a pesar de las leyes estadounidenses e internacionales prohibiendo armas de guerra biológica y experimentación. Un número perturbador de estos llamados laboratorios de “uso dual” de Guerras Biológicas / Defensa Biológica han experimentado filtraciones, accidentes y robos durante las tres décadas pasadas.

Como advirtió el respetado Boletín de Científicos Atómicos recientemente:

“Una violación de seguridad en el laboratorio del Centro Chino para el Control de Enfermedades y Prevención se cree que ha causado cuatro casos sospechosos de SARS, incluyendo una muerte, en Beijing en el 2004. Un accidente similar causó que 65 trabajadores de laboratorio del Instituto de Investigación Veterinaria de Lanzhou fueran infectados con brucelosis en diciembre del 2019… en enero del 2020, un reconocido científico chino, Li Ning, fue sentenciado a 12 años en prisión por vender animales experimentales a mercados locales.”

China no es el único lugar que experimenta tales accidentes. Una investigación del USA Today en el 2016, por ejemplo, reveló un incidente relacionado con fallas de equipo en cascada en una cámara de descontaminación mientras los investigadores de los Centros Estadounidenses para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) intentaron salir de un laboratorio nivel 4 de bioseguridad. El laboratorio probablemente almacenaba muestras de virus causantes de Ébola y viruela, de acuerdo con el reporte.

En el 2014, la CDC reveló que el personal había enviado ántrax vivo accidentalmente entre laboratorios, exponiendo a 84 trabajadores. En una investigación, funcionarios descubrieron que otros accidentes habían ocurrido en la década anterior.

En el 2019, el Laboratorio de Armas Biológicas del Fuerte Detrick del Ejército estadounidense fue cerrado temporalmente por disposición inadecuada de patógenos peligrosos, de acuerdo con un reporte del New York Times. Funcionarios se negaron a dar detalles sobre los patógenos o la fuga, citando preocupaciones en materia de “seguridad nacional”.

Como reportó Sam Husseini recientemente en la revista Salon, los ingenieros de guerras biológicas en laboratorios como los de Wuhan y Fort Detrick están evadiendo la ley internacional de manera deliberada y riesgosa:

“Los gobiernos que participan en tales investigaciones de armas biológicas generalmente distinguen entre ‘guerra biológica’ y ‘biodefensa’, como para describir a estos programas de ‘defensa’ como necesarios. Pero esto es pura retórica; los dos conceptos son en gran parte indistinguibles. ‘Biodefensa’ implica guerras biológicas tácitas, criar patógenos más peligrosos por el supuesto propósito de encontrar una manera de combatirlos. Mientras este trabajo parece haber tenido éxito al crear agentes mortales e infecciosos, incluyendo cepas de gripe más mortales, tal investigación de ‘defensa’ es impotente en su habilidad de defendernos de esta pandemia.”

Varios activistas críticos de los experimentos con modificación genética y guerra biológica, entre los que me incluyo, junto con el Dr. Mercola y GM Watch, a quienes ahora se unen voces independientes en los medios de comunicación masivos, están reportando, aunque en algunos casos a regañadientes, que creciente evidencia indica que el mortal virus COVID-19 podría haberse filtrado accidentalmente de uno de los laboratorios de guerra biológica supuestamente de alta seguridad (el Instituto de Virología de Wuhan y el Centro Chino de Control de Enfermedades) que estaban analizando y manipulando coronavirus de murciélago en Wuhan, China.

Para ocultar su mala práctica científica y negligencia criminal, para proteger su “derecho” a llevar a cabo investigaciones peligrosas y sin regulación, y para salvaguardar miles de millones de dólares en ganancias anuales de la industria farmacéutica y de OGMs (Monsanto/Bayer, entre otros, está ahora realizando su investigación de guerra biológica), funcionarios chinos y estadounidenses, la Industria Farmacéutica, Facebook, Google y una arrogante e inescrupulosa red de científicos del mundo están intentando frenéticamente encubrir los orígenes de laboratorio y maquinaciones diabólicas de la pandemia del COVID-19.

Un artículo ampliamente citado, publicado en el diario Nature el 3 de febrero del 2020, determina que el SARS-CoV-2 es un coronavirus de origen de murciélagos que brincó naturalmente la barrera de especies entre murciélagos y humanos y no fue construido sintéticamente en un laboratorio. Sin embargo, como Mercola.com reporta uno de los autores chinos de este artículo,el Dr. Shi Zhengli del Laboratorio de Virología de Wuhan, en realidad previamente trabajó en convertir en un arma el virus SARS (el progenitor del COVID-19) y ha publicado artículos evaluados por expertos sobre los procedimientos relacionados en esta manipulación genética.

Otro artículo muy citado pero problemático en Nature Medicine (17 de marzo, 2020), co-escrito por un científico de la industria bio-empresarial, ha sido citado presuntamente por medios de comunicación masivos ofreciendo “pruebas” de que el virus COVID-19 “naturalmente” se presentó en oposición a que es derivado de un laboratorio.

Pero las críticas de científicos independientes, incluyendo al genetista molecular con sede en Londres, Dr. Michael Antoniou, desde hace tiempo crítico de la ingeniería genética, argumentan de manera convincente que la “prueba” de modelado de computadora citada por Nature Medicine no ofrece ninguna evidencia. Como reporta GM Watch:

“El Dr. Antoniou nos dijo que si bien los autores (del artículo de Nature Medicine del 17 de marzo) sí mostraron que el SARS-CoV-2 era poco probable que haya sido construido por ingeniería genética deliberada de la estructura de un virus usado previamente, esa no es la única manera de construir un virus. Hay otro método por medio del cual un virus con infectividad mejorada puede ser creado en laboratorio…”

Antoniou le dijo a GM Watch que este método, llamado “proceso de selección de evolución dirigida,” involucra el usar ingeniería genética para generar “un gran número de versiones mutadas aleatoriamente del receptor de proteína S (Spike) del SARS-CoV,” y después seleccionar aquellos receptores de proteína más efectivos para infectar células humanas.

Como señala Antoniou, los inventores de esta técnica recibieron el Premio Nobel de química en 2018, un hecho que los autores del artículo Nature Medicine seguramente sabían. ¿Los autores del artículo de Nature Medicine deliberadamente sacaron esta hipótesis más plausible, para impulsar su cuestionable tesis de que el COVID-19 apareció naturalmente – aunque los laboratorios de guerra biológica en Wuhan estaban creando virus de murciélagos años antes del brote fatal?

Si los técnicos del laboratorio de Wuhan si usaron el proceso de selección evolutiva iterativo para crear una función ampliada (poder usar el virus como arma) del coronavirus del murciélago, y el virus subsecuentemente se filtró, infectó a uno o más técnicos de laboratorio, después se propagó a gente fuera del laboratorio, incluyendo a gente del mercado de mariscos de Wuhan, no habría rastro de que el virus haya sido diseñado o manipulado genéticamente.

Diferentes artículos publicados y revisados por expertos, que datan de hace más de una década, indican que investigadores en los Laboratorios Wuhan (Dr. Shi Zhengli y otros) habían estado realizando experimentos para manipular y poder utilizar como arma coronavirus de murciélago mortal para que pueda infectar células humanas fácilmente. En un artículo del 2008 en el Diario de Virología, Zengli y otros científicos reportan cómo tienen virus genéticamente modificados parecidos al SARS de murciélagos rinolófidos para permitirle a los virus obtener acceso a células humanas.

A los poderes que existen, en Beijing y Washington, les gusta asegurarnos que los investigadores en lugares como el Laboratorio de Virología de Wuhan, el Centro de Control de Enfermedades de Wuhan, o el Laboratorio de Armas Biológicas del Ejército Estadounidense en el Fuerte Detrick, en Maryland sólo están “estudiando” (no manipulando) patógenos peligrosos como coronavirus de murciélagos, y que la seguridad en estos laboratorios monitoreados por gobiernos/OMS/Instituto Nacional de la Salud es tan estricta que los accidentes jamás podrían suceder.

Pero un número de críticos científicos muy respetados de ingeniería genética y guerra biológica han mostrado su preocupación desde hace décadas.

Los críticos incluyen a Francis Boyle (autor de la ley de 1989 de Bioterrorismo de E.U. que prohíbe la investigación con armas biológicas) y el Dr. Richard Ebright del Instituto de Microbiología de la Universidad de Rutgers. Ellos han advertido que los experimentos y manipulaciones de virus y patógenos son inherentemente extremadamente peligrosas, (sin mencionar que violan la ley internacional), dado el error humano y el hecho de que la seguridad ha sido peligrosamente laxa en los laboratorios de guerra biológica/biodefensa del mundo.

Casi demasiado increíble para creer, el financiamiento para los imprudentes experimentos de gérmenes de guerra en Wuhan ha incluido más de 3 millones de dólares del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Peligrosas (NIAID, por sus siglas en inglés) del Dr. Anthony Fauci, una división de los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés), con colaboración aparente, de acuerdo con Boyle, de científicos de la Universidad del Norte de Carolina, Wisconsin, Harvard y otras instituciones.

En 2014, la Oficina de Ciencia y Política de Tecnología de la Casa Blanca de Obama puso un alto o “pausa de financiamiento” en la experimentación de aumento de funcionalidad en virus peligrosos en los laboratorios de E.U. debido a “riesgos de bioseguridad.”

Aún así, la experimentación aparentemente continuó sin interrupciones (con financiamiento estadounidense) en China en el laboratorio de Wuhan. Después, en 2017, la Administración de Trump revirtió su “pausa de financiamiento,” esencialmente permitiendo que continuara la investigación ilegal de gérmenes de guerra biológica.

Un artículo fue publicado por activistas anti transgénicos en la publicación GM Watch en el Reino Unido titulado “COVID-19 Podría ser una llamada de atención por la bioseguridad.” El artículo explica que por décadas se han estado realizando arriesgadas y muy secretas investigaciones en torno a coronavirus genéticamente diseñados y con la capacidad de ser utilizados como armas:

“Stuart Newman, profesor de biología celular y anatomía en el Colegio Médico de Nueva York en Valhalla, Nueva York, editor jefe del diario Teoría Biológica, y co-autor de Biotech Juggernaut, añade un contexto histórico crucial. Con este contexto, expone que analizar si el COVID-19 podría haber sido genéticamente modificado no debería ser tratado como especulaciones de los teóricos de conspiración.

“Newman señala que la ingeniería genética de los coronavirus ha estado sucediendo por un largo tiempo. De acuerdo a Newman, ‘Hasta la mayoría de biólogos no son conscientes de que los virólogos han estado recombinando experimentalmente y modificando genéticamente coronavirus por más de una década para estudiar sus mecanismos de patogenicidad.’ En efecto, Newman señala documentos sobre diseño de coronavirus que datan de hace unos 20 años.”

El Dr. Peter Breggin dice que en 2015, investigadores de los E.U. y el Instituto de Virología de Wuhan en China colaboraron para transformar un coronavirus animal en uno que puede atacar humanos. El  provocativo ensayo incluye un enlace directo al estudio original el cual fue publicado en el Diario Británico Nature.

Recientes reportajes investigativos, incluyendo un artículo explosivo del Washington Post del 14 de abril por Josh Rogin seguido por más cobertura silenciada por CBS News, CNN, el Wall Street Journal, Newsweek y otros, han alertado a millones de personas sobre el hecho de que la historia oficial del “murciélago en el mercado” de China/Industria Farmacéutica/ONU/NIH sobre los orígenes del COVID-19 ya no podría ser creíble.

Como lo señala un artículo del Rogin, funcionarios de la Embajada de Estados Unidos en Beijing visitaron el Instituto de Virología de Wuhan varias veces a principios de 2018, e intentaron advertir a la Administración de Trump de que había violaciones de seguridad serias en el manejo del laboratorio de los coronavirus de murciélago. Los funcionarios estaban especialmente preocupados de que el personal entrenado de manera inadecuada y procedimientos de seguridad laxos en el laboratorio, financiado en conjunto por China y E.U., representaba un riesgo grave de liberar una “nueva pandemia parecida al SARS.”

De hecho, en el 2004, presagiando el desastre actual, hubieron dos accidentes bastante serios en el laboratorio de Virología de Beijing de alta seguridad, infectando a dos investigadores con el peligroso virus SARS.

Ebright, que se ha pronunciado sobre la seguridad de laboratorios desde que a principios de los años 2000, dijo esto sobre los procedimientos de seguridad peligrosos en los laboratorios de Wuhan:

“… los coronavirus de murciélagos en Wuhan (los Centros de Control de Enfermedades) y el Instituto de Virología de Wuhan eran recolectados y estudiados en BSL-2 (Bioseguridad Nivel 2), el cual provee con sólo protecciones mínimas contra la infección de trabajadores de laboratorio. La recolección de virus, cultivo, aislamiento o infección animal en BSL-2 con un virus que tiene las características de transmisión del virus del brote, plantearía un riesgo sustancial de infección de un trabajador de laboratorio, y del trabajador de laboratorio, al público.”

Los políticos más infames

La Administración de Trump no hizo nada sobre las repetidas advertencias de la Embajada de E.U. en Beijing en 2018, concernientes a las prácticas peligrosas en el Laboratorio de Wuhan. Ni los científicos del Instituto Nacional de la Salud o la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que supuestamente monitoreaban los experimentos de coronavirus del laboratorio actuaron ante las advertencias. Después de que sucedió el brote, el Partido Comunista Chino (CCP) silenció o “desapareció” a científicos y periodistas que antes habían publicado artículos de investigación o noticias que indican que el virus del COVID-19 se filtró de un laboratorio gubernamental e investigadores infectados.

El periodista canadiense Andrew Nikiforuk escribió:

“Enfrentadas con la amenaza del coronavirus, las autoridades chinas, de acuerdo a los reportes completos por el Wall Street Journal y el New York Times, suprimió informantes, ignoró evidencia crítica y respondió tan tardíamente al brote que se movieron para compensar sus fallas con un confinamiento draconiano…”

Frenéticamente cubriendo sus huellas, el Partido Comunista Chino (PCC) removió cada artículo científico y reporte de noticias del internet y registros públicos que contradecían su historia oficial. Asistiendo y en complicidad con el encubrimiento del PCC/Industria Farmacéutica estaban los guardianes en Facebook (ahora con grandes inversiones en la Industria Farmacéutica), que censuró y removió un artículo de Steve Mosher, publicado por el NY Post el 22 de febrero, que cuestionó la historia oficial. Facebook finalmente desbloqueó el artículo del NY Post después de que fue revelado que la “verificadora de hechos” objetiva de Facebook, Danielle E. Anderson, de hecho había sido una investigadora pagada en el mismo laboratorio de Wuhan cuya laxa seguridad alarmó tanto a los funcionarios del Departamento Estatal.

Intentando arduamente encubrir el hecho de que ignoraron las repetidas advertencias del Departamento de Estado y funcionarios de inteligencia, la Administración de Trump y el Establishment de la Biofarma de E.U. y vacunas están haciendo todo lo posible para mantener la historia oficial escrita por China. Especialmente perturbador para los poderes existentes es el hecho de que los experimentos de laboratorios de Wuhan con murciélagos estaban siendo financiados por lo menos en parte, por el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas del Dr. Fauci, junto con el Laboratorio Nacional de Galveston en la Rama Médica de la Universidad de Texas – aún después de que estos tipos de experimentos de guerra con gérmenes habían sido prohibidos en los E.U.

El Comandante en Jefe, el mismísimo Trump, entre sugerir que las personas tal vez querrían ingerir o inyectarse algunos desinfectantes para la protección del COVID-19, va de aquí para allá con la teoría del “murciélago en el mercado”, dividido entre enardecer a su base populista al denunciar al “Virus Chino”, y alineándose con su buen amigo, y el socio de negocios más importante de Estados Unidos Corporativo, Xi Jinping, el Dictador Chino, que ocurre que controla no sólo billones de dólares en los Bonos del Tesoro de E.U., y exportaciones, sino el equipo médico, las drogas farmacéuticas y químicos de laboratorio tan escasos en los E.U.

Trump también tiene millones de dólares en préstamos de bienes raíces cuyo plazo expira en los bancos chinos el próximo año.

En un post de Instagram, Robert Kennedy Jr. expone la complicidad del Dr. Anthony Fauci, la supuesta “voz racional” de la Administración de Trump sobre el COVID-19, en el desastre de Wuhan:

“El Daily Mail hoy reporta que ha descubierto documentos que muestran que el Instituto de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID) de Anthony Fauci le dio $3.7 millones de dólares a los científicos en el Laboratorio de Wuhan en el centro del escrutinio por la filtración del Coronavirus. De acuerdo con el documento británico, ‘el subsidio federal financió experimentos en murciélagos de las cuevas donde se cree que el virus se originó.’ Antecedentes: siguiendo el brote del SARS coronavirus del 2002-2003, el Instituto Nacional de la Salud (INS) financió una colaboración por científicos chinos, virólogos del ejército de E.U. del laboratorio de bio-armas en el Fuerte Detrick y científicos del INS del NIAID para prevenir futuros brotes de coronavirus al estudiar la evolución de cepas virulentas de murciélagos en tejido humano. Esos esfuerzos incluyeron investigación de aumento de funcionalidad que usó un proceso llamado de ‘evolución acelerada’ para crear los súper bichos de la Pandemia del COVID: mutantes COVID mejorados, nacidos de murciélagos más letales y transmisibles que el COVID silvestre. Los estudios de Fauci alarmaron a científicos alrededor del mundo que se quejaron, de acuerdo con un artículo del NY Times de diciembre del 2017 de que ‘estos investigadores arriesgan crear un germen monstruo que podría escapar del laboratorio y germinar una pandemia.’ El Dr. Mark Lipsitch del Centro de Enfermedades Contagiosas de la Escuela de Salud Pública Harvard le dijo al Times que los experimentos del NIAID del Dr. Fauci ‘nos han dado algo de conocimiento científico modesto y han hecho casi nada para mejorar nuestra preparación para pandemias, y aún así arriesgaron el crear una pandemia accidental.’ En octubre de 2014, luego de una serie de accidentes en el laboratorio federal que apenas evitó liberar estos virus mortales diseñados, el presidente Obama ordenó frenar todo el financiamiento federal para los peligrosos experimentos de Fauci. Ahora parece que el Dr. Fauci podría haber evitado las restricciones federales al cambiar la investigación al laboratorio militar en Wuhan. El Congreso necesita lanzar una investigación de los daños de NIAID en China.”

Kennedy también expone a dos de los otros supuestos “expertos de salud” en el equipo de Trump, Robert Redfield y Deborah Birx:

“Redfield, Birx y Fauci lideran el grupo de trabajo #coronavirus de la Casa Blanca. En 1992, dos investigadores militares acusaron a Redfield y Birx de participar en ‘un patrón sistemático de manipulación de información, análisis estadísticos inapropiados y presentación de información engañosa en un aparente intento de promover la utilidad de la vacuna GP160 AIDS.’ Un tribunal de la Fuerza Áerea encargado de fraude y mala conducta científica concluyó que la información ‘engañosa o, posiblemente falsa’ de Redfiel ‘amenaza seriamente su credibilidad como investigador y tiene el potencial de impactar negativamete la financiación de la investigación de VIH para las instituciones militares como una unidad. Su supuesto comportamiento poco ético crea falsa esperanza y podría resultar en un despliegue prematuro de la vacuna.’ El tribunal recomendó investigación por un ‘cuerpo investigativo exterior completamente independiente.’ El Dr. Redfield confesó a los interrogadores de la D.O.D. (Departamento de Defensa de los Estados Unidos) y al tribunal, que sus análisis eran defectuosos y engañosos. Acordó corregirles publicamente. Después, continuó haciendo sus falsas aseveraciones en 3 conferencias internacionales de VIH, y se implicó en testimonio ante el Congreso, jurando que su vacuna curaba el VIH. Su maniobra funcionó. Basado en su testimonio, el Congreso se apropió de $20 millones de dólares para el ejército para apoyar el proyecto de investigación de Redfield/Birx. La organización sin fines de lucro Public Citizen se quejó en una carta de 1994 ante Henry Waxman de la Comisión del Congreso de que ese dinero ocasionaba que el Ejército matara la investigación y ‘blanqueaba’ los crímenes de Redfield. El fraude impulsó a Birx y a Redfield a carreras estelares como funcionarios de salud. Documentos obtenidos vía Tom Paine.

Aunque el gobierno chino y la mayoría del establishment político de los E.U. continúa apoyando la historia oficial del “murciélago en el mercado”, la mayoría de los estadounidenses, no. Como se reportó en el Sunday Times del Reino Unido:

“De acuerdo a la encuesta de la Investigación de Pew, sólo 43 por ciento piensan que el virus surgió naturalmente, mientras un 29 por ciento cree que fue creado en un laboratorio.”

El periodismo más infame

Es frustrante, y alarmante, que tan pocos periodistas independientes, científicos, activistas y funcionarios públicos hasta ahora han estado dispuestos a cuestionar la “historia oficial.”

Desde hace ya unos 30 años venimos advirtiendo sobre los peligros de los alimentos, cultivos y organismos genéticamente modificados (OGMs) en general, incluyendo las bio-armas de genes alterados, impulsores de genes y las nuevas tecnologías de edición de genes CRISPR.

Ahora parece que nuestros peores miedos se han materializado.

Necesitamos una investigación global pública, liderada por científicos independientes, para reunir evidencia sobre lo que realmente sucedió con el COVID-19, seguido de un Tribunal Internacional de Crímenes de Guerra Biológica, para que podamos llevar a la justicia a los gobiernos chino, estadounidense y a otros perpetradores de esta pandemia, y prevenir que este tipo de desastre vuelva a suceder.

Es hora de cerrar cada laboratorio de Bioseguridad/Guerra Biológica en el mundo (incluyendo el laboratorio de Bayer y Monsanto) e implementar una verdadera prohibición en armas de destrucción masiva (WMD, por sus siglas en inglés), incluyendo todas las armas atómicas, químicas y biológicas y experimentación WMD.

Hasta que hagamos esto, ninguno de nosotros estará seguro.

Los llamados medios de comunicación progres de Estados Unidos, con unas cuantas excepciones, han fallado hasta ahora en investigar las verdaderas causas de la pandemia del COVID-19, en parte por ignorancia de las maquinaciones e imprudencia arrogante de los ingenieros de genes y científicos de guerra biológica, en parte por miedo de parecer que están de acuerdo con los desvaríos racistas de Trump, o aún peor, ser etiquetados como “teóricos de la conspiración” por demócratas del establishment y los medios de comunicación masiva.

Hablando de conspiraciones y el crimen más infame, casi todo el mundo parece haberse olvidado del pánico nacional cuando fueron los ataques bioterroristas de antrax post 9/11 – usados para justificar la invasión a Irak – contra los miembros liberales de los medios y el Congreso de E.U. En ese entonces y ahora, era claro que esos ataques fueron realizados no por terroristas árabes, ni un individuo aislado, sino por un aún no identificado grupo que diseñó y convirtió en armas esporas del laboratorio de guerra biológica del ejército estadounidense en el Fuerte Detrick, Maryland.

Tal vez piensas que no deberíamos de preocuparnos mucho, dado que una superproducción de vacunas anti-COVID están en camino, financiadas por el gobierno chino, la industria farmacéutica y la Fundación de Bill y Melinda Gates, probablemente incluyendo a algunos de los mismos ingenieros que convirtieron en arma el COVID-19.

No importa que Bill Gates, Monsanto, los gigantes genéticos y la industria farmacéutica parezcan dispuestos a unirse con Facebook y Google para implementar una vigilancia médica totalitaria las 24 horas del día, inyectándonos con una vacuna COVID-19 obligatoria y cara, mientras los dictadores del mundo, los criminales corporativos y los billonarios se esconden en un bunker con sus mansiones subterráneas.

No importa que la mayoría de las vacunas contra la gripe hasta ahora no funcionan tan bien, especialmente contra virus que mutan constantemente como el COVID-19, o que están rutinariamente envenenadas con adyuvantes de aluminio y preservativos de mercurio.

No importa que tal vez nuestra única defensa real contra la guerra biológica es dejar de comer los productos venenosos de la industria agrícola y alimentaria, y en su lugar fortalecer nuestra salud y sistemas inmunes, limpiar el aire, agua y ambiente de la Tierra, cerrar las granjas industriales, dejar de destruir el hábitat de la vida salvaje y rezar porque la inmunidad de grupo eventualmente pare la expansión del COVID-19, dado que tantos de nosotros ya hemos sido infectados, pero somos asintomáticos.

Mientras tanto, por favor no crean todo lo que leen en los medios de comunicación corporativos, Facebook o hasta la prensa progresista. Manténganse en contacto y apoyen a aquellos determinados a buscar y defender la verdad, luchar por la libertad y justicia, y organizarnos por un futuro y clima regenerativo.

No olvides comer alimentos sanos, orgánicos, agroecológicos, regenerativos, tomar tus suplementos impulsores del sistema inmune, hacer ejercicio, obtener tanto aire fresco y luz del sol como sea posible, lavar tus manos frecuentemente, mantenerte seguro, y lejos de aquellos más vulnerables.

Venceremos.

Ronnie Cummins es co-fundador de la Organic Consumers Association (OCA) y Regeneration International, y el autor de “Grassroots Rising: A Call to Action on Food, Farming, Climate, and a Green New Deal.” Para seguir informada(o) de las noticias y alertas de OCA, suscríbete aquí.

SARS-CoV-2: ¿Podría ser un arma biológica?

Francis Boyle, es un antiguo miembro de la junta del Consejo de Genética Responsable, y profesor de derecho internacional en la Facultad de Derecho de la Universidad de Illinois.

Su formación académica incluye una licenciatura de la Universidad de Chicago, un doctorado en derecho (abogado) de Harvard y un Ph. D. en ciencias políticas. Durante décadas, se ha opuesto al desarrollo y uso de armas biológicas, y ahora sospecha que el COVID-19 podría ser una de ellas.

De hecho, Boyle fue quien solicitó la creación de regulaciones sobre la guerra biológica en la Convención sobre Armas Biológicas de 1972; así mismo, redactó la Ley Antiterrorista de Armas Biológicas de 1989, que fue aprobada por unanimidad por ambas cámaras del Congreso y promulgada por George Bush.

En nuestra primera entrevista el 8 de marzo del 2020, compartió su opinión sobre los orígenes del nuevo coronavirus, SARS-CoV-2. En este artículo, continuamos con este tema, a medida que surgen más detalles sobre el virus.

En nuestra última entrevista, planteamos que Boyle no tiene ninguna capacitación formal en virología. Cuando se le preguntó qué lo califica para hablar sobre este tema explicó lo siguiente:

“Fui a la Universidad de Chicago, que es una de las mejores universidades del país. Allí tomé una secuencia de pre-medicina, que era bioquímica, biología de poblaciones y genética, y obtuve muy buenas calificaciones.

Competía con todos los estudiantes de pre-medicina de la Universidad de Chicago y mi compañero de laboratorio asistió a la Escuela de Medicina de Harvard.

Gané el premio Sigma Zi de la Universidad de Chicago y el premio en biología en mi año de graduación. Entregaban uno de estos premios por año y generalmente era para los estudiantes de último año, pero tuvieron que hacer una excepción porque mi graduación sería antes.

No soy científico, pero una de las razones por las cuales el Consejo de Genética Responsable me pidió que me involucrara es porque mis conocimientos en este campo eran bien conocidos por mis amigos en la facultad de Harvard, y así es cómo me involucré.

Tuve una excelente formación básica en la Universidad de Chicago, y mis profesores en Harvard me avalaron. Entonces, cuando solicitaron mi presencia poco después de la fundación del CRG en 1983, acepté y me pidieron que me ocupara de las armas biológicas”.

El SARS-CoV-2 podría ser un arma biológica

Nuevo coronavirus” significa que es un virus nuevo que no se sabía qué podría infectar a los humanos. Se cree que el SARS-CoV-2 se transmitió a través de un animal (transmisión zoonótica), específicamente a través de los murciélagos. Boyle descartó esta noción en nuestra entrevista, y aún rechaza la idea.

Aunque un artículo ampliamente citado, publicado en la revista Nature el 3 de febrero del 2020, afirma que el SARS-CoV-2 es un virus de origen murciélago que se transfirió a otras especies, el trabajo de Shi Zhengli, uno de los autores del artículo, estaba involucrado en la creación del virus del SARS. (Otro artículo publicado ese mismo día reitera la idea de que la pandemia COVID-19 se transmite a través de un animal).

Sin embargo, según Boyle, otro artículo científico establece que este es un virus sintético que no se transmitió de esta manera sin intervención humana.

Un artículo en The Lancet publicado por médicos que trataron a algunos de los primeros pacientes en China demostró que el paciente cero, aquel que se cree que comenzó la transmisión, nunca tuco contacto con el mercado de mariscos de Wuhan.

Además, no se vendían murciélagos en el mercado o a sus alrededores. Al menos un tercio de las personas que se revisaron tampoco habían tenido ninguna exposición o relación con el mercado. Estos datos respaldan la hipótesis de que el SARS-CoV-2 no se transmitió de esta manera, sino que es un virus diseñado.

Incluso los políticos y las agencias de inteligencia de los Estados Unidos han comenzado a sospechar que el virus se filtró del laboratorio de Bioseguridad Nivel 4 (BSL4, por sus siglas en inglés) de Wuhan. En nuestra primera entrevista, Boyle discutió la investigación que establece que el nuevo coronavirus es SARS, que es una versión del coronavirus con ciertas capacidades adicionales que aumentan su virulencia (hace que se propague más fácil y rápido).

“También consulté el artículo científico en el que la junta de salud de Australia que trabajaba con Wuhan, modificaron genéticamente el VIH en el SARS”, explica Boyle. “Entonces, todo eso se puede verificar en artículos científicos. Además, creo que lo regresaron al laboratorio BSL4 de [Wuhan] y le aplicaron nanotecnología.

El tamaño de las moléculas es de 120 micras, lo que me indica que se trata de nanotecnología. Es [algo] que se necesita hacer en un BSL4, mientras que la nanotecnología en armas biológicas es tan peligrosa que las personas involucradas deben utilizar un traje espacial con aire portátil.

También sabemos que una de las instituciones que cooperaron con este laboratorio fue Harvard, y que el presidente del departamento de química de Harvard, el [Dr. Charles Lieber], especialista en nanotecnología, estableció un laboratorio completo en Wuhan donde [según los informes] se especializó en aplicar nanotecnología en la química y la biología.

Supongo que, según lo que he leído, trataron de militarizar a juntos. Y ese es el virus con el que estamos lidiando ahora.

Entonces, es SARS, que es un agente genéticamente modificado. Tiene propiedades de adquisición funcional, lo que lo hace más letal y más infeccioso. Tiene VIH también.

Eso fue confirmado por un científico indio y parece que la nanotecnología está involucrada, ya que un científico del MIT descubrió que se trasladaba hasta 27 pies por el aire. Y supongo que eso fue en condiciones de laboratorio.

Por esta razón creo que es tan infeccioso, por qué la [recomendación de distanciamiento social] de los CDC es absurda, ya que es de 6 pies. Incluso duplicar esa distancia no ofrece ningún beneficio. Si la nanotecnología está involucrada, puede flotar en el aire.

No estoy diciendo que China causó esto deliberadamente. Pero está claro que estaban desarrollando un arma biológica muy peligrosa que nunca antes se había visto, y se filtró fuera del laboratorio.

Y tal como lo menciona el Washington Post, los funcionarios del Departamento de Estado de los Estados Unidos [informaron] a Washington que había una falta de procedimientos de seguridad en ese laboratorio. También sabemos que el SARS se ha filtrado de otros laboratorios de armas biológicas de China. Así que, creo que eso es lo que sucedió.

Creo que hasta que nuestros líderes sean transparentes, tanto en la Casa Blanca como en el Congreso y nuestro gobierno estatal, y admitan que se trata de un arma biológica extremadamente peligrosa, no creo que podremos enfrentarlo y detenerlo, y mucho menos derrotarlo”.

Origen del SARS-CoV-2

Aunque Boyle dejó en claro el origen del SARS-CoV-2 en nuestra conversación, cuando comencé a investigar fue realmente impactante porque uno de los principales investigadores del artículo del 2015 de la Universidad de Carolina del Norte, titulado “A SARS-like Cluster of Circulating Bat Coronaviruses Shows Potential for Human Emergence”, fue el Dr. Shi Zhengli, un virólogo que en el 2010 publicó un artículo que discutía el uso del virus del SARS.

Aunque el coronavirus que se encuentra en los murciélagos puede ser SARS, generalmente no infecta a los humanos ya que no se dirige al receptor ACE-2. El agente infeccioso que causa esta pandemia es conocido como SARS-CoV-2, donde el SARS significa “infección respiratoria aguda grave” y CoV-2 indica que es un segundo tipo de coronavirus del SARS que infecta a los humanos.

El SARS-CoV-2, contiene la modificación genética para unirse a los receptores ACE2 en las células humanas, lo que le permite que se desarrolle una infección. Las publicaciones de Shi demuestran que diseñó este coronavirus a un virus que se transmite a través de las especies e infecta a los humanos. De hecho, ha estado trabajando en esto durante más de 10 años.

“Es por eso que explique que el SARS es un arma de bioingeniería”, explica Boyle. “Y [la Universidad de] Carolina del Norte y el laboratorio de Australia estaban tratando de hacer algo aún más peligroso con una nueva funcionalidad y el VIH. Entonces el SARS era un [agente] de guerra que se filtró, y dio origen a la epidemia del [COVID-19]”.

Además, un documento de la India que fue retirado por la presión política, demuestra que una proteína con envoltura del virus del VIH conocida como GP41 se integró en las secuencias de ARN del SARS-CoV-2. Es decir, el virus del VIH fue modificado en el SARS.

En resumen, el SARS-CoV-2 parece ser un coronavirus de bioingeniería, que comenzó siendo benigno y no se podía transmitir a los humanos. Shi luego modificó el virus para integrar las proteínas que permiten que el virus ingrese a las células humanas al unirse a los receptores ACE-2. Esa fue la primera modificación.

La segunda modificación se dio al integrar una proteína del VIH conocida como GP141, que tiende a dañar el sistema inmunológico. Una tercera modificación parece involucrar nanotecnología para que el virus sea lo suficientemente ligero como para permanecer en el aire durante mucho tiempo, lo que le da un alcance de hasta 27 pies.

Arresto de experto en nanotecnología en conexión con el laboratorio de Wuhan

Aunque el laboratorio de Bioseguridad Nivel 4 de la ciudad de Wuhan pudo haber filtrado el virus, al parecer esta creación no está limitada a los chinos. Como señaló Boyle, el presidente del departamento de química de Harvard y experto en nanociencia, el Dr. Charles Lieber, fue arrestado a principios de este año por agencias federales, por supuestos tratos ilegales con China. Leber ha negado las acusaciones.

La Universidad Tecnológica de Wuhan (WUT, por sus siglas en inglés) supuestamente le pagó 50 000 dólares al mes del 2012 al 2017 para ayudar a establecer y supervisar el Laboratorio Nano Key de WUT-Harvard.

También recibió otros 150 000 dólares al mes en gastos de subsistencia del programa ‘Thousand Talents’ de China. El problema era que los funcionarios de Harvard afirman que no habían aprobado el laboratorio y que no lo supieron hasta 2015. Boyle comenta lo siguiente:

“La declaración de que Harvard no sabía nada, es absurda. Estudie siete años en Harvard. Tengo tres títulos de Harvard. Fui catedrático de Harvard durante 2 años.

Por supuesto, Harvard sabía que su presidente del departamento de química tenía este laboratorio en Wuhan, donde trabajaba en nanotecnología con materiales químicos y biológicos. Todo fue reportado. Y no dijeron cuáles eran los materiales. Ahora se ha informado que Harvard era una institución que cooperaba con este laboratorio en Wuhan”.

Investigadores trabajan en la ganancia de función a la gripe española

Si creemos que el SARS-CoV-2 es malo, no se trata de la versión militarizada de la gripe española, que también se ha estado desarrollando, según Boyle. Quien explicó lo siguiente:

“El trabajo [de la Universidad de Carolina del Norte] era muy peligroso y lo sabían en ese momento.

El artículo científico de la UNC [junto con] el científico [Shi Zhengli] explica que ‘Se realizaron los experimentos con los virus recombinantes SHC014 quiméricos y completos antes de la cancelar el financiamiento para la investigación del GOF y desde entonces los NIH han revisado y aprobado el financiamiento para el continuar el estudio’.

Dice recombinante, por lo que admiten que fue una investigación de nueva adquisición funcional. Los Institutos Nacionales de Salud detuvieron la investigación. ¿Por qué? Debido a una carta que emitió un grupo de científicos que expresaba que este tipo de trabajo podría ser peligroso. Por lo tanto, tuvieron que detener la investigación a pesar de la financiación de los NIH.

Leí la carta de los NIH a la Universidad de Carolina del Norte, y el UNC estaba haciendo dos proyectos de investigación de adquisición funcional. El otro estaba con el Dr. [Yoshihiro] Kawaoka de la Universidad de Wisconsin, quien había recreado el virus de la gripe española para el Pentágono.

De acuerdo con la carta, Kawaoka también estaba realizando una investigación para la adquisición funcional sobre el virus de la gripe, concluimos que era el virus de la gripe española. No decía que se trataba de la gripe española, pero detuvieron este tipo de investigación mortal.

Quiero decir, todos conocemos el alcance de la gripe española, mientras que las propiedades de adquisición funcional la hacen aún más letal e infecciosa. Eso es exactamente lo que estaba sucediendo en el laboratorio de la UNC”.

Aunque los NIH detuvieron el financiamiento para este tipo de investigación para la adquisición funcional de los patógenos letales en 2014, la autorizó nuevamente en diciembre del 2017, mientras que Boyle sospecha que el trabajo de Kawaoka también pudo iniciar nuevamente, aunque aún no existen pruebas sobre esto.

“Entonces, este era un trabajo peligroso que estaba ocurriendo en el laboratorio de UNC. Los NIH lo financió, así como el NIAID bajo las órdenes del Dr. Fauci. Sabían exactamente lo peligroso que era. Lo detuvieron y lo reanudaron”, explica Boyle.

¿Pueden imponerse sanciones por violaciones al tratado de guerra biológica?

Como se mencionó anteriormente, Boyle es profesor de derecho internacional y redactó un tratado sobre agentes y armas biológicas. Esa ley aún está en vigor y proporcionaría cadena perpetua para todos los involucrados en crear y liberar el SARS-CoV-2, si se dictamina que es un agente de guerra biológica.

“El artículo de UNC, dice que se trataba de moléculas sintéticas y en la ley de armas biológicas de 1989, criminalicé a las moléculas sintéticas.

Al principio, todo el movimiento de biología sintética fue creado por los Pentágonos DARPA. Financiaron todo el asunto. Mientras que el dinero de DARPA está detrás de la biología sintética, el impulso genético y todo lo demás.

Y es por eso que, en la primera convención de biólogos sintéticos, una de sus recomendaciones fue la derogación de la ley antiterrorista de armas biológicas, porque tenían la intención de utilizar la biología sintética para fabricar armas biológicas.

La ley aún se aplica. Proporciona cadena perpetua para todos los científicos involucrados en la Universidad de Carolina del Norte y todos los que financiaron este proyecto, por saber que era peligroso, y eso incluye a Fauci y [personas en] los NIH, la UNC, la Administración de Alimentos y Medicamentos, el Instituto del Cáncer Dana Harvard y la Organización Mundial de la Salud.”

Entonces, ¿es posible poner en marcha el proceso de justicia? Boyle explica lo siguiente:

“Existen dos maneras de hacerlo. Primero, es necesario presionar al Departamento de Justicia para que procese a estas personas. Lo cual podría ser muy difícil. Los estatutos federales requieren que los abogados de los Estados Unidos presenten los cargos.

La ley también se aplica en Carolina del Norte. No he investigado la ley de Carolina del Norte, pero fui contratado allí para enseñar derecho penal durante siete u ocho años.

Para que sea penado, es necesario demostrar una grave indiferencia hacia la vida humana. Lo cual es necesario para el homicidio.

Entonces, si no podemos lograr que [el procurador general William Pelham] Barr firme la orden para enjuiciar a estas personas, es posible que el fiscal de distrito, el fiscal estatal, el fiscal general en Carolina del Norte, instituyan y acusen a todos los involucrados por homicidio.

Y eso podría incluir hasta asesinato, malicia de previsión. El elemento clave puede ser una grave indiferencia a la vida humana. Y está claro en [el documento de la UNC del 2015], que sabían que era una adquisición funcional, lo detuvieron porque era peligroso, pero lo volvieron a aprobar.

Entonces, creo que, para acusar a estas personas bajo la ley de Carolina del Norte por las autoridades legales de Carolina del Norte, se podría utilizar la ley de Antiterrorismo de Armas Biológicas de 1989, si el gobierno federal no lo hace. Pero quiero aclarar que, no conozco la ley de Carolina del Norte”.

¿La clave podría centrarse en clausurar todos los laboratorios BSL4?

Boyle está convencido que es necesario clausurar todos los laboratorios BSL3 y BSL4, así como todo el trabajo con patógenos letales. “Todos son peligrosos”, explica. “Son una catástrofe inminente. Y ahora esto ha sucedido. Estamos cara a cara”.

El COVID-19 no es tan devastador como la Peste Negra o la gripe española de 1918, los cuales tuvieron una cifra de fallecidos impactante sin la ayuda de moléculas sintéticas y nanotecnología.

La sola idea de que cualquiera de estas enfermedades pueda volver a aparecer de una manera más mortal debería ser lo suficientemente aterradora para que el mundo se una y diga: “no queremos ni necesitamos ese tipo de investigación”. Está por ver si eso realmente sucederá.

Para concluir, aunque Boyle considera que el COVID-19 tiene la capacidad de convertirse en un asesino pandémico grave, no concuerdo del todo. Con base en todos los datos que he investigado, sospecho que el número de fallecimientos por las dificultades económicas y el estrés emocional será mucho mayor que la enfermedad en sí.

El COVID-19, declarado ahora una pandemia, sigue afectando la salud de las personas y miles ya han sido víctimas de esta misteriosa enfermedad. Pero a medida que el virus se propaga, también lo hace la información errónea que lo rodea. En estos tiempos difíciles, debe aprender a separar los hechos de la ficción para poder tomar las medidas correctas y salvaguardar su salud.

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  • Los signos y síntomas del COVID-19 a tener en cuenta
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Publicado con permiso de Mercola

El Departamento de Estado había advertido sobre problemas con experimentos de coronavirus en Wuhan

Dos años antes de que la pandemia del nuevo coronavirus pusiera patas arriba al mundo, funcionarios de la embajada de Estados Unidos visitaron varias veces un centro de investigaciones chino en la ciudad de Wuhan y enviaron dos advertencias oficiales a Washington sobre la insuficiente seguridad del laboratorio, el cual estaba realizando estudios riesgosos sobre los coronavirus en los murciélagos. Los cables han fomentado el debate dentro del gobierno estadounidense acerca de si este u otro laboratorio de Wuhan fueron el lugar de origen del virus, aunque aún no existen pruebas concluyentes al respecto.

En enero de 2018, la embajada de Estados Unidos en Pekín tomó la inusual medida de enviar repetidas veces a científicos diplomáticos estadounidenses al Instituto de Virología de Wuhan (WIV, por su sigla en inglés), el cual en 2015 se había convertido en el primer laboratorio de China en conseguir el nivel más alto de seguridad en investigación biológica internacional (conocido como BSL-4). El WIV emitió un comunicado de prensa en inglés sobre la última de estas visitas, la cual ocurrió el 27 de marzo de 2018.

SIGUE LEYENDO EN THE WASHINGTON POST

Animal Viruses Are Jumping to Humans. Forest Loss Makes It Easier

The destruction of forests into fragmented patches is increasing the likelihood that viruses and other pathogens will jump from wild animals to humans, according to a study from Stanford University published this month.

The research, which focused on contact between humans and primates in western Uganda, holds lessons for a world reeling from the coronavirus outbreak and searching for strategies to prevent the next global pandemic.

“Covid has taught us that once a pandemic starts, it’s very hard to control,” said Laura Bloomfield, a doctoral candidate at Stanford and the study’s lead author. “If we can decrease the potential for people to come into contact with wild animals, that is one way to decrease the likelihood of having recurrent pandemics.”

In Uganda, a rapidly growing population means more people are carving out patches of forest land to feed their families.

Humans have already claimed more than a third of the Earth’s land for agricultural use.

KEEP READING ON THE NEW YORK TIMES

Coronavirus: ¿cuáles son las mejores alternativas para el autocuidado?

La propagación global del coronavirus / COVID-19 ha obligado a investigadores y científicos a trabajar a contrarreloj para encontrar tratamientos y curas.

Mientras tanto, los médicos y otros profesionales están, en gran medida, improvisando. Están empleando las mejores prácticas de cuidado para los enfermos graves en los hospitales y brindan los mejores consejos para aquellos con síntomas leves que se autoaislan en sus casas, y para aquellos que no tienen síntomas y desean que así siga.

Es importante recordar que no hay tratamientos probados para el coronavirus. La situación cambia a diario. Pero en este momento, el tratamiento principal para los casos graves no es un medicamento, sino cuidados de apoyo y terapia de oxígeno, administrados a través de ventiladores para ayudar a las personas a respirar.

Algunos médicos están administrando antibióticos estándar para prevenir o tratar infecciones secundarias. Algunos están probando medicamentos experimentales, como el novedoso antiviral Remdesivir, que aún no está aprobado para el uso generalizado.

Otros están utilizando tratamientos fuera de lo indicado: medicamentos o combinaciones de medicamentos no destinados originalmente para tratar el coronavirus, como la cloroquina con o sin hidroxicloroquina (ambos son medicamentos contra la malaria) o el antibiótico Zithromax. Apenas esta semana, la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU., la FDA, autorizó el uso de medicamentos contra la malaria para tratar el coronavirus, declarando que el beneficio supera los riesgos, a pesar de los informes emergentes que avisan de ciertos problemas con ambos medicamentos, especialmente las preocupantes altas frecuencias cardíacas y las historias de intoxicaciones por hidroxicloroquina en los EE. UU. y África después de un tuit desacertado del presidente Trump.

Los resultados de los ensayos a corto plazo de otros medicamentos están comenzando a llegar, pero hasta ahora ninguno es muy esperanzador.

Volver a lo básico

Ante estos problemas, algunos profesionales están adoptando un enfoque de regreso a lo básico. Están probando remedios que ya conocemos que tienen baja toxicidad y cierta eficacia en otras cepas de influenza, para ver si podrían funcionar con el coronavirus.

La semana pasada, la FDA dio el visto bueno, caso por caso, para usar los anticuerpos en plasma donado por los sobrevivientes del coronavirus para tratar a pacientes infectados con el virus que están gravemente enfermos. Este tratamiento relativamente simple se utilizó más recientemente para tratar pacientes durante los brotes de Ébola y gripe aviar. Pero también salvó innumerables vidas durante la pandemia de gripe de 1918, cuando no había vacunas ni medicamentos antivirales.

En algunos hospitales de Nueva York, los médicos han comenzado a administrar grandes dosis intravenosas de vitamina C, 3-4 veces al día, junto con otros tratamientos. El estado de las personas a quien administran la vitamina C es “significativamente mejor” que a las que no se les administra.

Hay datos tanto históricos como actuales que demuestran que esta es una opción razonable. La vitamina C permanece en el cuerpo por poco tiempo y la infección prolongada la agota más rápido. Los estudios demuestran que la suplementación de vitamina C es efectiva contra algunas cepas de coronavirus en humanos y animales.

Según su experiencia, los funcionarios chinos ahora recomiendan la vitamina C para la prevención y el tratamiento de COVID-19. Se está realizando un nuevo ensayo clínico en China, basado en el hecho de que la actividad antioxidante de la vitamina C puede ayudar a prevenir el daño pulmonar inducido por las citocinas. Las citocinas son pequeñas proteínas liberadas por las células, que desencadenan la inflamación como respuesta a las infecciones. La inflamación pulmonar severa causada por el COVID-19 puede provocar dificultad respiratoria e incluso la muerte.

Higiene interna

Al abordar el coronavirus, los profesionales de la medicina complementaria y alternativa (CAM) están haciendo exactamente lo mismo que los médicos convencionales, y basan sus consejos en lo que ya se sabe que es efectivo con virus similares.

Del mismo modo, los nutricionistas aconsejan los alimentos y nutracéuticos que se conoce que apoyan la salud y la inmunidad.

Se están acumulando datos sobre el tipo de condiciones preexistentes que nos hacen más vulnerables frente al coronavirus. El destacado cardiólogo del Reino Unido, el Dr. Aseem Malhotra, descubrió que la mayoría de las personas que enferman gravemente padecen enfermedades metabólicas crónicas, como enfermedades cardíacas, presión arterial alta y diabetes.

Una auditoría temprana de pacientes hospitalizados en el Reino Unido respalda los hallazgos de Malhotra, mostrando que dos tercios tenían sobrepeso. Combinado con una inmunidad reducida, el exceso de peso sobre el pecho significa que los músculos tienen que trabajar más duro para respirar profundo.

El medio ambiente, y particularmente la contaminación del aire, también son factores importantes. Durante el brote de SARS de 2003, las personas infectadas que vivían en áreas con altos niveles de contaminación del aire tenían el doble de probabilidades de morir que las que vivían en áreas menos contaminadas. Con el brote de coronavirus MERS (síndrome respiratorio de Oriente Medio), visto por primera vez en Arabia Saudita en 2012, los fumadores de tabaco eran más vulnerables a la enfermedad y tenían más probabilidades de morir.

En cuanto a los aspectos positivos, los investigadores en Melbourne, Australia, han rastreado las respuestas inmunes de uno de los primeros pacientes con COVID-19 de Australia. Sus datos muestran que un cuerpo sano que nunca antes ha estado expuesto al coronavirus sí tiene la capacidad de combatir el virus y recuperarse de la infección.

Con toda esta situación la noción de higiene que teníamos hasta ahora está cambiando drásticamente. Lavarse las manos y tener buenas prácticas de higiene en el hogar es vital. La higiene social (mantener una distancia segura con los demás) también es importante.

Pero también lo es la higiene interna. Lo que come, cómo gestiona el estrés, su entorno, cómo actúa para apoyar su propia salud general; todo esto es relevante e influye en la respuesta de su cuerpo a la infección por el coronavirus.

¿Por qué es tan difícil encontrar información sobre la medicina complementaria y alternativa?

Por una variedad de razones, muchas personas sienten que deben o quieren cuidar de su salud en el hogar. Según una encuesta importante del gobierno de EE. UU., el 38% de los adultos mayores de 18 años usan alguna forma de medicina complementaria y alternativa para hacerlo. Esta es una proporción de la población sustancial.

Los tratamientos alternativos, como por ejemplo los suplementos o hierbas, la nutrición o la gestión del estrés, desempeñan un papel en el mantenimiento de una buena salud.

Pero, como con los tratamientos convencionales, es difícil encontrar buenos consejos sobre el potencial de estas alternativas en relación con el brote de coronavirus.

De hecho, en la actualidad, los consejos sobre soluciones de salud natural son generalmente escasos ya que los “proveedores de información” como Google han decidido hacer que los sitios web que brindan esta información sean más difíciles de encontrar, en base a las afirmaciones de que estos sitios web ofrecen información falsa.

Esta censura de la información es real y preocupante. Un denunciante de Google ha recopilado más de 950 páginas de documentos de Google que muestran cómo el motor de búsqueda está manipulando el flujo de información en línea de acuerdo con su propia agenda política.

Sin embargo, la historia de la vitamina C sugiere que, independientemente de si Google lo aprueba o no, algunos médicos al menos están volviendo a las estrategias probadas y de bajo riesgo para el tratamiento de pacientes hospitalizados con coronavirus.

Entonces, ¿qué más podría ser efectivo? Ciertamente hay muchos consejos y recomendaciones circulando en este momento, aunque no todos tienen evidencias razonables que los respaldan. A continuación, tienen un resumen de algunas de las mejores alternativas para mantener la salud en sus hogares.

Comida

No hace falta decir que este no es un momento para satisfacer el ansia de comida chatarra, alimentos procesados empacados ​​o lo que se ha denominado “cuarantinitis”. Como señalan los expertos de la Escuela de Salud Bloomberg de la universidad Johns Hopkins, un vaso de vino está bien, pero tener happy hour de forma habitual en el hogar, especialmente con licor fuerte, puede suprimir las respuestas inmunes y dejarlo más vulnerable a las enfermedades respiratorias.

Los alimentos ricos en polifenoles son buenos para la salud bajo cualquier circunstancia, pero ahora una investigación seria está analizando el papel de los polifenoles en la lucha contra el coronavirus. En el laboratorio, se ha demostrado que los compuestos naturales como la hesperidina y la diosmina (abundantes en cítricos, su piel blanca y su cáscara), la rutina (que se encuentra en las manzanas, el trigo sarraceno, los higos, el té verde y negro y los higos) y la apíina (que se encuentra en el perejil y el apio) atacan a una proteína importante, M(pro), que ayuda a reproducir el coronavirus.

Incluso se ha demostrado que la piel de los cacahuetes, eliminada de manera frecuente de los productos para untar y alimentos precocinados, tiene un poderoso efecto antiviral, y los investigadores concluyeron recientemente que su contenido de polifenoles “inhibe las primeras etapas de replicación del virus de la gripe”.

¿Pueden los polifenoles de la dieta hacer lo mismo? Según los investigadores de la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard, los compuestos de los polifenoles, abundantes en alimentos frescos y integrales, son antioxidantes y antiinflamatorios y se ha demostrado que ofrecen protección contra ciertos tipos de cáncer, enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, osteoporosis, pancreatitis, problemas gastrointestinales, enfermedades neurodegenerativas y daño pulmonar.

En el intestino, los polifenoles también podrían apoyar las bacterias intestinales beneficiosas (su “microbioma”), al mismo tiempo que inhiben las especies invasoras o patógenas. Esto es importante porque la salud intestinal, o la falta de ella, también puede aumentar la vulnerabilidad a virus como el coronavirus.

Según una investigación reciente de Tim Spector, profesor de Epidemiología Genética de King’s College en Londres, ha demostrado que un microbioma saludable, con una diversidad de “bacterias buenas”, desempeña un papel esencial en la respuesta del sistema inmune a la infección, y ayuda a que esta respuesta inmune contra los patógenos infecciosos como el coronavirus sea más fuerte. La diversidad natural del microbioma puede disminuir con la edad, por lo que es particularmente importante asegurarse de que nuestros mayores estén comiendo bien.

La mejor manera de aumentar la diversidad del microbioma es comer una amplia gama de alimentos de origen vegetal, que son ricos en fibra y que ayudan a “alimentar” diversas bacterias en el intestino.

Sin embargo, también puedes usar suplementos. Se ha demostrado que los suplementeos que contienen una mezcla de cepas de lactobacilos y bifidobacterias reducen el riesgo de infección del tracto respiratorio superior en los niños y de infecciones respiratorias agudas en los adultos.

Al elegir un probiótico, busque uno con un alto número de unidades formadoras de colonias (UFC), que indica el número de células viables. Al menos 10-20 mil millones por dosis es razonable a menos que un profesional de la salud le recomiende tomar más (o menos).

Suplementos

Además de 1-3 gr de vitamina C al día y probióticos, es posible quiera asegurarse de obtener suficiente vitamina D.

En el hemisferio norte, ya está llegando la primavera. Este sería el momento en que la mayoría de nosotros naturalmente estaríamos saliendo al aire libre y recargando las bajas reservas de vitamina D a través de la exposición a la luz solar.

Eso es más difícil de hacer si estás enfermo o en cuarentena en casa.

La vitamina D mejora la respuesta inmune natural del cuerpo ayudándola a combatir infecciones, incluida la gripe y, según un análisis publicado en el British Medical Journal, infecciones agudas del tracto respiratorio.

La evidencia más reciente sugiere que la vitamina D podría ayudar a reducir la enfermedad y la muerte por coronavirus.

El ex director de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU., el Dr. Tom Frieden, es uno de los que respalda que la dosis de vitamina D adecuada puede ser preventiva. Incluso Anthony Fauci ha declarado que es poco probable que estrategias como la vitamina D (y la vitamina C) perjudiquen e incluso podrían ayudar.

Haga actividad física regularmente al aire libre, o siéntese junto a una ventana soleada si está encerrado y no tiene opción de salir al exterior. Si está tomando un suplemento, una dosis diaria razonable para adultos y niños es de alrededor de 1000 UI y 400 UI de vitamina D3, respectivamente.

La vitamina A también es crucial para nuestra respuesta inmune, ya que coordina nuestra inmunidad innata y adaptativa. Refuerza el epitelio (que recubre las superficies externas de los órganos y vasos sanguíneos en todo el cuerpo, así como las superficies internas de las cavidades en muchos órganos internos) y, de manera crucial, protege la integridad de las membranas mucosas del cuerpo, como las del intestino y los pulmones, lo que dificulta la infección.

Se puede obtener a través de la dieta: las vísceras, el pescado azul, el queso y la mantequilla son fuentes de vitamina A de origen animal, mientras que las zanahorias, los camotes, la calabaza y las verduras de hoja verde como la espinaca y la col rizada nos aportan betacaroteno, que el cuerpo convierte en vitamina A. La cantidad diaria recomendada de vitamina A, según la Clínica Mayo, es de 900 microgramos (mcg) para hombres adultos y 700 mcg para mujeres adultas.

El zinc es otro suplemento que refuerza la inmunidad. Una revisión de datos de 2013 realizada por la prestigiosa Colaboración Cochrane descubrió que, para el resfriado común, el zinc, particularmente en forma de pastilla o jarabe, “inhibe la replicación viral”. Otro estudio de los Países Bajos descubrió que el zinc puede inhibir la replicación de un pariente del coronavirus, SARS-CoV, que causó el brote de SARS de 2003.

La cantidad diaria recomendada de zinc es de 15 mg al día para hombres adultos y 12 mg al día para mujeres adultas. No tenga la tentación de aumentar la dosis. Use las pastillas a la primera señal de picazón en la garganta en lugar de como un preventivo diario y déjelas de tomar una vez que los síntomas desaparezcan. Algunas personas pueden experimentar mal sabor de boca o náuseas con estas pastillas.

Independientemente del suplemento que elija, compre la mejor calidad que pueda pagar y recuerde que los nutrientes a menudo trabajan juntos. GrassrootsHealth, una organización de investigación de salud pública sin fines de lucro que estudia a un gran cohorte de 16,000 personas, descubrió que aquellos que toman suplementos de vitamina C tienen un 35% menos de probabilidades de contraer la gripe. Para aquellos que toman omega-3 (otro buen antiinflamatorio), la probabilidad disminuye un 38%. Sin embargo, aquellos que toman ambos suplementos tienen un 59% menos de probabilidades de contraer la gripe.

Hierbas

El saúco (Sambucus nigra), a menudo tomado como un jarabe y ampliamente disponible sin receta médica, tiene un potente efecto antiviral contra el virus de la gripe. Los científicos sugieren que detiene la reproducción del virus al bloquear las proteínas clave que ayudan a que el virus se adhiera y entre en una célula huésped.

Tomar el saúco como preventivo diario es seguro, y hay algunas pruebas que sugieren que, si se enferma, podría acelerar significativamente la recuperación. La evidencia más reciente muestra la efectividad contra el coronavirus humano HJcov-NL63, uno de los principales coronavirus que circulan en todo el mundo.

La equinácea (Echinacea purpurea) tiene propiedades antivirales y antibacterianas. Una nueva investigación en Tailandia sugiere que las preparaciones podrían servir como un tratamiento profiláctico efectivo para todos los coronavirus, incluido el actual. Esto no es (todavía) una investigación revisada por pares. Sin embargo, al igual que con la vitamina C, existe evidencia histórica de la efectividad de la equinácea y también como la vitamina C, se ha demostrado que interfiere con la actividad de las citocinas y, por lo tanto, puede ayudar a reducir la inflamación y a aliviar los síntomas

Si decide toma hierbas siga las indicaciones en el paquete o las de un profesional de la salud.

Aceites esenciales

Se sabe que los aceites esenciales son ricos en compuestos antimicrobianos que pueden ayudar a matar bacterias y virus. Sin embargo, la mayoría de estudios de laboratorio son hechos en cultivos celulares infectados y no en humanos.

Una revisión útil de 2017 publicada por el Instituto Tisserand detalla los efectos antivirales de los aceites de árbol de té (Melaleuca alternifolia), la canela (Cinnamomum zeylanicum), la bergamota (Citrus bergamia), la hierba de limón (Cymbopogon flexuosus), el eucalipto azul (Eucalyptus globulus) y el tomillo (Thymus vulgaris) cuando se aplican a las células en el laboratorio.

Pero, ¿se puede traducir eso en el uso personal en el hogar, por ejemplo a través de difusores?

Las partículas de influenza pueden propagarse a través de gotitas en el aire, del contacto cercano con personas infectadas o al tocar superficies. Las partículas de coronavirus pueden permanecer viables en el aire por hasta tres horas y en superficies por hasta tres días. La limpieza de superficies, por lo tanto, es esencial.

Limpiar el aire también puede ser beneficioso. Existe cierta evidencia de que la difusión pasiva de ciertos aceites esenciales a través de difusores, combinación de difusor / humidificador y atomizadores para habitaciones, puede ayudar a neutralizar los virus en el aire.

En un estudio, en condiciones controladas, los vapores de bergamota y eucalipto azul inactivaron completamente el virus de la influenza en 10 minutos. La canela, la hierba de limón y el geranio (Pelargonium graveolens) funcionaron después de 30 minutos.

Otro estudio de laboratorio de 2010 descubrió que incluso una mezcla comercial altamente diluida de aceites esenciales que contiene canela, eucalipto azul, clavo de olor (Syzygium aromaticum), naranja dulce (Citrus sinensis) y romero (Rosmarinus officinalis), redujo la infecciosidad del virus de la gripe, confirmando la idea que las bajas concentraciones a través de la difusión en la habitación podrían ayudar a desinfectar el aire.

Los aceites esenciales también pueden ayudar a reducir el estrés y la ansiedad, y esto puede tener un efecto estimulante para reforzar la inmunidad (ver más abajo). La lavanda (Lavandula angustifolia) tiene beneficios comprobados para la ansiedad al igual que los aceites esenciales de cítricos como la naranja dulce (Citrus sinensis) o el limón (Citrus limon).

Al usar aceites esenciales en el difusión en la habitación, siga las instrucciones de su difusor específico. Si no hay ninguna, dilúyalo en una proporción entre un 2% (12 gotas de aceite por 20 ml de agua) y un 5% (30 gotas de aceite por 20 ml de agua).

Los aceites más fuertes como la canela pueden necesitar ser más diluidos, en cambio los aceites más livianos como los de cítricos se diluyen menos. Se cree que la difusión intermitente (30-60 minutos activada / 30-60 minutos desactivada) es más efectiva que la difusión continua.

Gestión del estrés

Incluso los centros de control de enfermedades generalmente conservadores reconocen que el coronavirus está aumentando los sentimientos de ansiedad y estrés.

Cuando estamos estresados, la capacidad del sistema inmunitario para combatir infecciones se reduce. El estrés también promueve la inflamación.

Los efectos del estrés son directos, por ejemplo, la hormona corticosteroide, liberada cuando estamos estresados, puede suprimir una respuesta inmune efectiva al reducir la cantidad de linfocitos que combaten las infecciones que circulan en el cuerpo. Pero también pueden ser indirectos, por ejemplo, interfiriendo con el sueño, o provocando comportamientos para afrontar la situación poco saludables, como picar entre comidas, beber y fumar.

Otro efecto del estrés prolongado es su capacidad para activar citomegalovirus (CMV) latentes (“hibernantes”) que muchos de nosotros tenemos sin saberlo. Los virus de la familia del CMV causan enfermedades como el herpes y la varicela, pero también fiebre y síntomas similares a los de la gripe. Al igual que con el coronavirus, no existe un tratamiento actualmente. En combinación con el coronavirus, una infección secundaria como esta puede ser particularmente de riesgo para las personas mayores, las mujeres embarazadas y las personas con afecciones preexistentes.

Las técnicas de relajación son una estrategia terapéutica importante para las enfermedades relacionadas con el estrés. Un ensayo controlado aleatorio reciente concluyó que aquellos que hacían ejercicio o meditaban tenían menos enfermedades respiratorias agudas graves que aquellos que no lo hacían.

La relajación también funciona para los niños. En un ensayo clínico con niños de entre 8 y 12 años, la terapia de relajación guiada disminuyó la frecuencia de los resfriados. Se demostró que la terapia de relajación aumenta los niveles de inmunoglobulina A secretora, una de las moléculas responsables de proteger las superficies mucosas, como las de los pulmones, de la infección.

No necesita un terapeuta para relajarse. Medite, lea, escuche música, participe en un pasatiempo que le absorba, hable con amigos incluso si es a través de internet, haga crucigramas, camine cuando pueda en un espacio verde, haga yoga, lo que sea que requiera su plena atención y lo distraiga de sus preocupaciones por un tiempo. Así que encuentre lo que funciona para usted.

Con el coronavirus, adoptar un enfoque multifacético para cuidar de su salud tiene todas las garantías. Los cuatro de cada diez de nosotros que deseen utilizar tratamientos alternativos para un autocuidado sin complicaciones deberían sentirse seguros de hacerlo.

Es posible que Google no lo ayude a encontrar la mejor información sobre medicina complementaria y alternativa, o cualquier otra, pero los siguientes sitios web son un buen lugar para comenzar si desea obtener más información:

 

Pat Thomas es periodista y autor de varios libros sobre salud y medio ambiente, incluido “Complete Wellness and What Works, What Doesn’t – The Guide to Alternative Healthcare”. También es editora de Natural Health News en el Reino Unido. Ver más en su sitio web. Thomas escribe frecuentemente para la Asociación de Consumidores Orgánicos. Puede suscribirse aquí para recibir noticias y alertas de ACO.