El reto hercúleo de frenar al desierto

El avance del desierto es silencioso. Sin apenas testigos, la erosión del suelo en España se come cada año más cultivos y bosques. En las zonas más castigadas, la población huye del campo a la ciudad en busca de futuro y oportunidades. Sin embargo, en uno de los extremos más áridos de Europa —el sudeste interior que comparten Almería, Granada y Murcia— ha surgido un movimiento para revertir esta creciente devastación de la biodiversidad. El territorio es inmenso y abarca un millón de hectáreas (equivalente a la superficie de Asturias) repartidas en cinco comarcas.
Esta titánica tarea de agricultores y emprendedores del altiplano nació hace un lustro y tiene por delante al menos otros 15 años. Se trata de impedir ser deglutidos por el desierto, caer víctimas de la despoblación y tornar su paisaje al verde.

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