Persecuciones, autoincendios y agua contaminada, la realidad de las megagranjas de los Loret de Mola en Yucatán

YUCATÁN. – El amedrentamiento continuo mediante camionetas que siguen a baja velocidad a las y los vecinos que denuncian la contaminación. Sobre todo, cuando el sol yucateco se apaga y los vidrios polarizados de los vehículos corporativos auspician el anonimato. La distribución de guardias en caminos aledaños a la mega factoría contaminante, en vías públicas y de (en teoría) libre tránsito, pero que en las últimas semanas se han vuelto espacios donde se controla quién pasa por esas sendas.

Hombres colocados aquí y allá, al borde de caminos de terracería, ocultos entre los árboles de la selva, con celulares para filmar a toda persona del pueblo que ose caminar junto a los límites de la granja industrial. La amenaza de aplicar una denuncia judicial a quien intente hablar con directivos o personal de la empresa para exigir que cesen las quemas ilegales de excretas, la depredación del monte, el envenenamiento del agua.

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