Los suelos son un recurso natural esencial y no renovable que proporcionan bienes y servicios vitales para los ecosistemas y la vida humana. Son fundamentales para la producción de cultivos, piensos, fibra, combustible y filtran y depuran el agua. Aproximadamente el 95% de los alimentos mundiales se producen en el suelo. Este proporciona nutrientes, agua y minerales para las plantas y los árboles, almacena carbono y es el hogar de miles de millones de insectos, pequeños animales, bacterias y muchos otros microorganismos.
Si queremos asegurar la supervivencia futura de la humanidad, es necesario que lo conservemos, porque sin él no sería posible la producción de alimentos y ¿cómo subsistiría la sociedad?
https://regenerationinternational.org/wp-content/uploads/bigstock-Top-View-Farmer-Holding-Soil-325441966-scaled.jpg17072560Rosa Maria Pochhttps://regenerationinternational.org/wp-content/uploads/2018/10/RI-Logo-New.pngRosa Maria Poch2021-08-03 07:26:312021-08-03 07:26:31No nos podemos permitir perder el suelo
La pandemia nos ha enseñado que el medio ambiente tiene un papel fundamental en la salud mundial. La biodiversidad y el buen estado de los ecosistemas no solo son un seguro para la sostenibilidad y habitabilidad del planeta. Ambos protegen nuestra nuestra salud, poniendo barreras naturales a los virus. La agricultura es medio ambiente, forma agroecosistemas, y las prácticas sostenibles en agricultura sirven tanto a la salud de la población como a la del planeta.
Los agroecosistemas producen mucho más que alimentos. Cuando están bien mantenidos y en armonía con la naturaleza, sus diversas funciones sirven al bienestar humano, generan servicios ecosistémicos. Por ejemplo:
filtran el agua en los suelos y fijan el propio suelo en su lugar,
disminuyen inundaciones y coladas de barro,
atraen polinizadores,
retienen carbono en suelos y vegetación, que no se incorpora a la atmósfera disminuyendo los gases de efecto invernadero,
y albergan paisajes que son herencias culturales de territorios, preservando su memoria colectiva.
Para poder realizar esta transición hacia una agricultura más verde y sostenible, en un plazo de tiempo corto, se ha diseñado dentro del Pacto Verde la estrategia “De la granja a la mesa”. Se trata de una amplia declaración de intenciones que abarca todo el sistema alimentario, desde la producción de alimentos, a la distribución y el consumo.
La estrategia “De la granja a la mesa” propone alcanzar un mínimo de un 25 % de agricultura ecológica en territorio europeo, reducir un 50 % el uso de pesticidas y un 20 % el uso de fertilizantes, todo ello en menos de una década (2030). Estos cambios son un importante reto para nuestra sociedad.
Pero, dada la complejidad de los sistemas de producción y distribución de alimentos y sus efectos, nos preguntamos:
¿Un sistema agrícola más ecológico producirá suficientes alimentos para dar de comer a la creciente población mundial (8 600 millones en 2030)?
Una cosa parece clara: una transición viable hacia una agricultura más verde no puede basarse solo en la producción sostenible, sino también en el consumo responsable. Los cambios, frecuentemente, no son tan fáciles y directos. Bajo la estrategia “De la granja a la mesa” subyacen una serie de desafíos invisibles:
En este contexto, la UE pretende convertir un mínimo del 25 % del terreno agrícola a agricultura ecológica, a pesar de que algunos estudios indicaron una disminución de la producción entre el 20 % y el 35 % en agricultura ecológica comparada con la agricultura convencional. La clave podría estar en combinar esta medida con otras.
¿Qué ocurre con las restricciones de fertilizantes?
Esta solución pasa necesariamente por un cambio en la dieta, reduciendo el consumo de productos animales, con implicaciones positivas para el medio ambiente y la salud de la población. Aquí desempeñan un papel importante, de nuevo, las leguminosas. Además de fijar nitrógeno en el suelo, necesario para los cultivos, el consumo de legumbres como fuente de proteínas compensaría el descenso del consumo de proteínas de origen animal.
¿Reduciremos el desperdicio alimentario?
Junto con la reducción de la ganadería y el aumento de la agricultura ecológica, la reducción del desperdicio alimentario es clave. Hay varias causas de desperdicio de alimentos: problemas de procesamiento y falta de planificación adecuada, pérdidas tras las cosechas para control de precios, y el desperdicio que hacemos en nuestras propias casas. Por ejemplo, un consumidor estadounidense medio desperdicia una cuarta parte de la comida diaria disponible para el consumo y un 7 % de la tierra de cultivo anual.
De aproximadamente un tercio de los alimentos producidos a nivel mundial que no se consumen, alrededor de un 14 % corresponde a pérdidas tras las cosechas. Esta es una práctica principalmente utilizada en países relativamente ricos para controlar los precios de mercado, evitando que los precios bajen por debajo de los costes de producción. Tiene un elevado impacto ambiental, y además consume recursos naturales que finalmente no aportan alimentos al mercado.
La estrategia deja abiertas diferentes vías para la consecución de sus objetivos, sin concretar de momento más allá. Prevé utilizar algunos instrumentos legales, entre ellos:
El Fondo Europeo Agrario de Desarrollo Rural (FEADER).
Diferentes directivas y planes de acción (Plan de Acción para la Economía Circular, Gestión Integrada de Plagas, etc.).
La Política Agraria Común (PAC) adaptada a cada estado miembro.
La estrategia da especial importancia a los derechos sociales, con foco en los trabajadores precarios, estacionales y no declarados, mano de obra demasiado frecuente en la agricultura intensiva. Y apoya el impulso de diferentes estrategias de manejo agrícola sostenible. Actualmente, conviven, y se solapan, variadas prácticas agrícolas verdes. Buscan compatibilizar la producción de alimentos, modos de vida sostenible y dignos con:
el respeto medioambiental (agricultura ecológica),
la lucha contra el cambio climático (agricultura del carbono),
el control de la degradación del suelo (agricultura de conservación),
Algunas de estas prácticas pueden ser similares, aunque con diferentes matices. Distintos sistemas agrícolas, con enfoques desde más intensivos a más extensivos. Algunos poniendo el acento en la productividad, optimizando recursos (agricultura de precisión, vertical) hasta los que tienen como finalidad dejar una herencia medioambiental y cultural limpia y en buenas condiciones a futuras generaciones (agricultura regenerativa).
Generalizando, podemos agruparlos en dos grandes modelos. Ambos coinciden en algunos aspectos y discrepan en otros:
La intensificación sostenible. Se centra en optimizar la agricultura a gran escala mientras se reducen sus impactos medioambientales negativos. Su lema podría resumirse en “alimenta al mundo de forma sostenible”.
La agroecología. Aplica principios ecológicos y de sostenibilidad a todo el sistema alimentario, poniendo el foco en promover los procesos naturales del ecosistema para producir alimentos, basándose en el conocimiento tradicional y local. Busca la justicia social y la soberanía alimentaria, empoderando a los productores. Su lema podría resumirse en “ayuda al mundo a alimentarse de forma sostenible”.
La polémica y los conflictos entre enfoques están servidos, desde los que acusan al primer modelo de seguir sometido al sistema neoliberal y realizar green washing hasta los que acusan al segundo de ser poco realista y no poder aplicarse a gran escala.
El foco en la agricultura del Pacto Verde es enormemente ambicioso, pero necesario. Nos saca de la inacción. Es probablemente mejorable, pero puede significar un cambio en la concepción de los sistemas alimentarios y en la utilización de la naturaleza al servicio de la humanidad. Aprovechemos esta oportunidad, busquemos la equidad y trabajemos con la naturaleza, no contra ella.
https://regenerationinternational.org/wp-content/uploads/pascal-debrunner-oxN9M1CRU-0-unsplash-scaled.jpg17072560Carolina Boixhttps://regenerationinternational.org/wp-content/uploads/2018/10/RI-Logo-New.pngCarolina Boix2021-08-03 07:12:532021-08-03 07:12:53Los desafíos invisibles de una agricultura verde en Europa
NORTHFIELD, Minn. — Reginaldo Haslett-Marroquin crouched over a green tuft one evening in June.
He ran his fingers through a spiky strand and patted the hard dirt. Rain hadn’t fallen in weeks, and he expected to lose about 300 of his new hazelnut trees.
Still, he was upbeat.
“This,” he said, “is my first real chance.”
Haslett-Marroquin sketched his ideal farm 35 years ago, when he studied at an agricultural school in Guatemala. He wanted to build a place where animals and plants fed each other, enriched the soil and pulled carbon from the air.
He wanted to open his own school and spread his vision throughout Guatemala. He wanted small farmers to be able to rely on themselves, to be able to resist contracts with big companies. He believed laborers could earn better wages, and he believed his system would prevent anyone from feeling hungry, like he did.
The plan didn’t pan out as he expected. But Haslett-Marroquin, who immigrated to the United States in 1992, didn’t give up on the idea. In November, he bought 75 acres south of the Twin Cities and is preparing the site to become the farm he has long wanted.
https://regenerationinternational.org/wp-content/uploads/2018/10/chicken.jpg30244032Tyler Jetthttps://regenerationinternational.org/wp-content/uploads/2018/10/RI-Logo-New.pngTyler Jett2021-08-03 06:59:422021-08-03 06:59:42A Guatemalan Immigrant Takes on Big Ag, Seeks to Set Farmers Free by Starting Their Own Chicken Processing Plant in Iowa